sábado, 26 de febrero de 2022

Búsqueda y encuentro

 

metro

+ Las horas que estuve en Madrid creí entender ciertos aspectos sobre el paso del tiempo, los proyectos y la brevedad de la juventud, la brevedad de la vida en sí. Como el espectador que soy, observé a los jóvenes caminar, reír y mirarse. Escuché entrecortadas conversaciones, maneras de creer en la inmortalidad y escenas de amor en los pasillos del metro. Todo lo que vi lo había vivido yo en su momento, ecos del pasado, esferas que se alejan, y nada me resultaba ajeno, pero, simultáneamente, nada me pertenecía ya. Me dije que yo no soy juez, ni tampoco parte. Solo un paseante por una ciudad que no es la suya. Un paseante con una misión y el paseo para él solo es una terapia previa a una prueba que se desarrolla en hora y media tras meses de trabajo. Así, veo y no valoro, esbozo un apunte del natural y me retiro; he adoptado esta posición con el paso del tiempo, en el trenzado de mi trayectoria vital. La biografía se desvanece en esta individualidad sumergida en los trayectos, los movimientos y la consecución de unos objetivos modestos y accesibles. Mi otro yo vio su reflejo en el espejo de la habitación del hotel, ambos se fundieron y yo conseguía llegar a un deseado y merecido descanso. Llegó el sueño. Yo  soy un otro, me dije y quedé profundamente dormido. Por eso, el sueño es la imagen de la muerte.

+ Un artículo más sobre el determinismo. Se acumulan, los leo y sigo en la misma posición, que me disgusta pero que soy incapaz de abandonar. El carácter es el destino. Y se impone una cuestión de grados y modulaciones. No soy capaz, ¿todavía?, de establecer unos límites claros, una estructura de preguntas que planteen la razón de ciertos indicios. Lo intento una vez más y no hay más certeza que su búsqueda.

+ La coordinación se opone a la subordinación, ya que se da entre elementos de la misma categoría. La sintaxis como herramienta de medida para las relaciones entre personas. Herramienta, que no metáfora.

+ [Madrid].  Fui a la exposición de Picasso y no resultó ser lo que yo esperaba. Algunos cuadros y muchos grabados. Me dediqué más a ver cómo el público se entretenía con las obras que a ver yo los propios cuadros. En realidad la función de la visita era más terapéutica que contemplativa y surtió efecto. Me fui bajo la égida de la idea del genio y su obra, las suma de contradicciones entre el artista y el hombre. Hacía calor y Madrid se desvanecía ante mis ojos, un Madrid que ya no era nuestro, un Picasso que certificaba su calidad y abría cuestiones que no resolvería ese día, ni durante los siguientes; quizá, nunca.

+ Me he renviado desde el teléfono al correo un artículo sobre cómo desarrolla la lectura Michel Houellebecq. Un momento en que el acercamiento al escritor es notable. Reflexiono sobre ello. Un aliento de ciencia ficción y un análisis del presente desde un futuro próximo y netamente novelesco. Cuánto me gusta el ambiente que se eleva desde el libro, es una suerte de ennui altamente cautivador, al menos en mi percepción de mi propio gusto. Un gusto que se conecta con los ires y venires del yo. Y copio la cita en el siguiente párrafo, porque me identifico con el placer que reporta la lectura en los trenes, la obsesión por la lectura, ese destino.

+ “À l’opposé de ces conditions de lecture dégradées, je connais peu de bonheurs plus intenses (et je me suis souvent demandé si j’étais le seul à le ressentir) que celui de lire un bon livre, confortablement installé dans un train qui traverse un beau paysage. On plonge dans le livre, on s’y imerge complètement ; de temps en temps, on lève les yeux de ses pages pour contempler le paysage qui défile ; et on continue, on alterne les deux sensations, qui semblent se renforcer l’une l’autre, et on a envie que ça dure longtemps, toujours.”

+ Resumo lo anterior: qué agradable resulta leer en el tren, levantar la vista del libro y escrutar el paisaje, regresar a la lectura y entender que hay algo como una cápsula que nos arropa en esta operación. Lo suscribo en su totalidad. Así regresé de Madrid. 4 agradables horas de viaje.

+ Sigo con la lectura de la entrevista a H. y llego a un punto en que me doy cuenta de prefiero el libro impreso al libro electrónico, que considero el libro impreso como el verdadero libro. La materialidad del libro también es lectura y literatura. “… dans un sens, lire un livre médiocre, mais imprimé, qu’un des chefs-d’œuvre de la littérature, stockés sous forme digitale.” Así queda por hoy.

+ Imagen: equilibrio.