+ Llegó el momento de cerrar el paréntesis. Cuando esto se publique habrá llegado el día. Se publicará la entrada y yo comenzaré a prepararme para realizar el examen. Tras más semanas que las que han establecido los paréntesis, pero siendo estos el núcleo central de la preparación, esa totalidad se sumerge en la hora y media de transición hacia otro trabajo, hacia un anhelo que se debería ver cumplido por el esfuerzo pero que está, como tantas veces, con la inabordable fortuna. O tal vez debería escribir Fortuna. Ay, la Diosa Varia, cuánto en ti entiendo y cuánto soy incapaz de presentir, explicarme en estos momentos de espera. Todo acto da para un estudio de detalles y movimiento, no sería menos esta temporada. Reflexionaré mientras regrese y tal vez escriba algo en alguno de los papeles que duermen en la mochila, pero esto ya está escrito y permanece el tiempo que ha de permanecer.
+ Los libros me esperan, esperan por mí en su silencio eterno, en su silente capacidad de adaptarse al lector, a sus deseos y rechazos. Pensaré en el tren cada una de las lecturas pendientes, en la importancia de acercase a ellas con ilusión y sin esperanza, descubrir en esos pliegues realidades que me son tan cercanas como desconocidas. No es momento de acudir a citas pero sí a fragmentos musicales que en su verdad abstracta contengan el momento que me embarga: la necesidad del tránsito de lo posible a lo certero, de la potencia al acto. Un momento de respiro.
+ La primera hora de la mañana del martes, llueve levemente y no hace frío. He escuchado en la radio matices sobre la ultraderecha, sobre la disolución de un grupo de punk-rock patrio de los años ochenta, sobre los vientos de guerra que llegan desde el Este. Yo tengo mi particular preocupación y el mundo gira, el individuo apenas es nada. Veo mis libros y me reconozco en ellos, a través de etapas vitales y de cumbres y hondonadas que fueron relevantes y hoy son un recuerdo, ese punto donde nos convertimos en extraños. Pienso un poco en lo que escuché en la radio mientras hacía ejercicio en la bicicleta estática y veo en ello la espuma de los días que cuajará en ese bloque que es la Historia. Veo una foto de Schelling en el teléfono y bajo su rostro se expande una poderosa frase sobre la Historia. Ahora me veo lejos de todo eso, pero pronto regresará esa dolorosa reflexión, la reflexión sobre el tiempo, los hombres y sus acciones, sus hechos, su inacción o la brutalidad. Primera hora de la mañana, otro día que se va: me molesta mucho de la prueba su potencia metafórica, pero la vida no es otra cosa: el paso del tiempo y su inaplazable destino.
+ Es miércoles y continua esa lluvia leve y cristalina. Los gatos se refugian donde pueden y yo comienzo a sentir la presión de la prueba. Dejo todo a un lado y comienzo a escribir con la esperanza de que surta efecto la medicina que en sí contiene todo proceso de redacción.
+ Sí, surte efecto y cierro ya hasta el regreso.
+ [Cierro el paréntesis 18 y con ello esta serie]
+ Imagen: el no-lugar como principio metafórico.