sábado, 31 de marzo de 2018

Entre dos tiempos




+ [El amor por algunas arquitecturas espontáneas que se manifiestan en las proximidades de la costa portuguesa: falta de simetría, azulejos imposibles y cables adheridos a la fachada sin orden ni concierto. Lo feo nos informa de nuevas rutas de aproximación a lo mismo: la creatividad y su oculta capacidad de ilusión. El frente espera el desvelado despertar].

+ Sueño con Santiago de Compostela y no deja de ser un escenario propicio para el cine de espías, pero sólo es un sueño que carece de nombre, de estructura, de personajes. Cielo azul profundo, incidir en nuestro propio nombre, el coche, luces que deslumbran, el abordaje de la interrogación. Sin máscaras, el día nos ofrece su verdad de luces emergentes y líneas rectas, paralelas, perpendiculares. Todo se mezcla con eternas autopistas, edificios de cristal, acero y hormigón, farolas, jardines sin paseantes, luces oscilantes, pilotos rojos que se deshilan en un desvío hacia la nada. La protección imaginaria establece un sistema de espionaje, pero se queda en la extraña sensación que un sueño muy vívido produce cuando se desvanece: el contraste entre lo vivido en el sueño, la certeza de la vigilia, a las tres y cuarto, cuando faltan horas para acudir al trabajo. Un compromiso con la ruptura de los imaginarios. Una apuesta, una pérdida.

+ Matrimonios o parejas unidas en un proyecto, que más que proyecto es una misión. ¿Es importante tener una misión? Los he visto durante años pasear con firmeza, los he visto envejecer, vi cómo creía su hijo y como sigue sus pasos en pos de un destino. Ahora son viejos y conservan el entusiasmo en las salas de conferencias, en las presentaciones de libros y en las manifestaciones. No dejan de conformar un cuadro costumbrista, así de deformada está mi mirada: todo bajo un prima literario que va rotando y aquí aplicó la plantilla del realismo decimonónico, como si se tratasen de una novela que desea mostrar con periodismo narrativo la vida de los habitantes de la pequeña villa y sus esfuerzos por dar sentido a la vida. Yo ya sólo puedo ver las cosas desde este punto, no sé si acertada o equivocadamente, pero el aroma de la humedad lo invade todo.

+ Los edificios, a partir de un cierto tiempo, comienzan a ver germinar en su interior las obras de conservación y mantenimiento, también las reformas y replanteos: se cambian los baños y las cocinas, se tiran tabiques, se cierran balcones que pasan a ser galerías, un taladro suena, el golpe del martillo es atronador, una radial afina un acero insomne. Esto tiene un significado, algo que acerca el desarrollo vital de las personas y la cascada de modificaciones que establecidas en el edificio. ¿Cuántos tabiques tiramos y levantamos según el tiempo pasa sobre nosotros, dónde va aquella cocina con la que nacimos y, aunque el espacio es el mismo, su disposición resulta irreconocible, así, también, el baño o los salones de nuestro interior? La aflicción de todo pensamiento tiene su raíz en el tiempo y su correlación: la muerte.

+ Los días de vacaciones resultar ser días de alegría por una feliz conjunción de elementos, sobre el que sobresale presidiendo la cúspide: la compañía. Lo que da sentido al viaje es el comentario y la respuesta conjunta, ciertas discrepancias y una mutua comprensión y cuidado. Se eleva el paisaje, la foto se dispara, las conversaciones, la cerveza helada, la deseada comida ente el mar encrespado, el tímido vuelo de una paloma que se pierde en el horizonte y restablece un poético equilibrio, el tren, la ruina, el goce compartido ante la belleza. Y llega la noche y el día ha sido propicio para el amor y para el arte, cosas que le dan sentido la una a la otra. Esa curiosidad, el interés por la belleza intemporal se manifiesta en gestos más que en palabras, y de ahí emerge la grandeza de las pequeñas cosas: mano vendada, la sonrisa, el espacio entre los cuerpos cuando la noche nos acoge. Hemos visto Nápoles y la felicidad habitaba en cada nota de cada canción que nos llegaba, desde el piano, desde los cantantes callejeros, desde algún balcón. Vista y cuadros, esculturas clásicas y las burbujas eléctricas que regalan las comessas. La cámara de fotos es incapaz de dar cuenta de la vida.

+ Todo tiene su cara oscura. Leo sobre Nápoles y el crimen. Tanto se debe huir de una visión determinada por nuestros parámetros como de una azucarada postal en tecnicolor. En ese intervalo me quedo, mientras tomo el libro de Goethe sobre su estancia en Nápoles. De las postales también se vive, pero uno está obligado a buscar en contrapeso y usarlo en la valoración.

+ [Entre dos tiempos]: el tiempo de la vida ordinaria y el tiempo del viaje [o del turismo]. Que agradable resulta observar el alargamiento de los días, una percepción que contrasta con el fluir imparable de lo cotidiano. Ese es este contraste el que pretende ilustrar el título de la entrada. Mi vida diaria frente a la visión operística que de Nápoles hemos tenido. El regreso y el subrayado que otorga lo vivido. Ahora, nuestro paisaje es otro, durante un instante: mientras la automática visión se aparta y no regresa lo dado, lo que no se cuetiona. Juegos de espejos y asombrosas dimensiones de lo real: no hay otra y todo lo que contribuya a destacarlo bien bienvenido es. Desde el Belvedere.


+ Imagen: una sala vacía del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, un fragmento sin interés alguno pero con una significación por establecer, que no deja de ser un acto creativo más. Tan sólo dilectantismo.