+ La lectura y el estudio, la escritura también, crean un claustro que me retrotrae a un punto de partida indefinido.
+ Sigo con el curso en línea sobre la filosofía griega. Lo imparte Quintín Racionero, que falleció hace casi quince años. No deja de ser inquietante recibir sus palabras. El hecho de que esté muerto se trenza con la temática del propio curso. Hoy una idea palpita irremediablemente: “La posición del saber es un rapto de lo divino en las que se unen ambiguamente la salvación y la aniquilación.” Pensar en ello es adentrarse en la inmovilidad. Durante un momento reflexiono sobre los peligros que entraña el conocimiento y me hago cargo que es una proposición que se extiende más allá de mi propia individualidad, fuera de mi control. Los riesgos están ahí, como el mono y la ballesta cargada. En ese punto comienza el domingo, que da paso a las cantatas de Bach. Reiteración.
+ El desorden me embarga. La inestabilidad. El impulso y la asunción del error.
+ Bares que vimos en Londres y no recuerdo, apenas. Fue, casi, en otra vida. Cómo se solapan los tiempos, cómo se difumina el pasado en función de los afanes. No termino de recordar, salvo que un cantante que me gustaba en aquel tiempo había dejado allí una foto dedicada, enmarcada y litúrgica presidía el bar. Agua fría. Desarreglos en la memoria. Hace calor y las asociaciones no son muy afortunadas.
+ Casi todos los días accedo a un resumen de prensa. Su lectura me adentra en las posibilidades políticas del día, en sus afanes y deserciones. Como un mapa sobre el que escribir rutas posibles, me entretengo durante un buen rato sin pasión. Ese estado próximo a un dolce far niente, tan agradable, tan necesario. La labor no es un desbroce, ni un adecentar el trayecto, si no observar y constatar el camino: las adhesiones y los rechazos. Poco más. En esa lectura entiendo que ha crecido una suerte de desvergüenza, que siempre ha estado ahí, pero hoy tiene una proyección que no había conocido antes, la proyección viene dada por los altavoces cibernéticos que expanden y amplifican el mensaje sin remisión (por cierto: “sin remisión”: traducción de un título de una película norteamericana cuyo título en traducción literal es enjauladas; una película de presidio, no encuentro la ligazón entre lo uno y lo otro, aunque sí sé que si me lo propongo lo lograría: no me interesa). Lo estudio detenidamente y lo comparo con lo que llega de manera aleatoria a mi navegador (ya se sabe: una búsqueda conduce a otra búsqueda y uno termina por no saber a dónde va y aparecen extraños, bizarros [en esa acepción que recoge la RAE: raro, extravagante o fuera de lo común] temas: la ultraderecha, la reivindicación del catolicismo aunque uno no crea en dios, extremos filosóficos y extremos políticos, bien fundamentados y expresados desde una brillante trayectoria profesoral, etc.). A renglón seguido, el día continua y se apagan las pantallas. Es un hartazgo, una ebriedad manifiesta y tóxica. Una niebla, un rumor, la lucha contra lo que nunca
+ […] pero también cuadros y motivos militares con la caligrafía de la maqueta y sin ningún interés plástico. Ahí están, para que alguien se maraville por esa exacta y prescindible caligrafía.
+ Un texto de Camila Cañeque sobre la escritura. Lo leo y entiendo. Un proceso constructivo y estructural. Bien. De acuerdo. Imprimí este fragmento hace unos día y hoy me decidí a leerlo. “Salvo excepciones, no se escribe un ensayo, ni un artículo, ni una receta, ni siquiera una novela. Se compone, se articula, se indica, se ajusta. Escribir en su única acepción interesante es otra cosa, es casi imposible. Escribir es un milagro.” La cita siempre es un recorte interesado y mi interés es, precisamente, ese resto: la estructura y la construcción, lo que “se articula, se indica, se ajusta.” No dejan de ser pensamientos recurrentes que me embargan durante el camino y el regreso del trabajo. Me he hecho una idea sobre la escritura que me vale y no es personal, sino muy útil. Una destreza que me ayuda a disciplinarme y encontrar algo que se opone, pero también colabora en “El ser agotado, el tiempo agotado. Por saturación, por aburrimiento, por abuso, por lo que sea.” (Cita del mismo texto de Camila Cañeque que, también, me sirve, para expresar esta idea de escritura como “milagro”).
+ En esos resúmenes de prensa de los que hable antes encontré en un diario de una lejana provincia un artículo que hablaba de la vanidad de los logros políticos y, por extensión, de todos los logros. Ahora lo uno a la acumulación de galones en ciertas biografías y me debato entre la perplejidad y la sonrisa. Todo conduce a lo mismo, pero, para el que está inmerso en el torbellino de los afanes, la muerte no tiene ni tendrá lugar. Nunca. ¿La manera correcta de plantearse la existencia? Tal vez, sin embargo, no me interesa.
+ Imagen: lonas que protegen las atracciones de feria, una quietud, la seriedad del reposo en las primeras horas del día, cuando todavía palpitan las fibres nocturnas, la ebria ansiedad de la fiesta..
