+ ¿Podríamos establecer una taxonomía para los humanos con la falsilla de la clasificación animal, en lugar de una morfología establecer una suerte de rango por su personalidad, por su carácter? ¿Se ha ensayado ya tal engendro? Qué complejo resultaría, qué imposible, y, sin embargo, está presente en todo lo que nos rodea. Hay hombres como leones, pero otros son zorros (positivo) frente a las que se las considera zorras (negativo), vemos hienas y conejos, felinos y entregados perros, de compañía o de presa. Todo ese despliegue tiene un claro reflejo en las fábulas, aquel tiempo cuando los animales hablaban. Creo que es mejor desdeñar esa forma de medir a las personas, porque de eso se trata y no de otra cosa: medir. Lo cuantitativo no alcanza a dar cuenta de lo cualitativo. Señuelo adecuados para presas fáciles. No es pensar, se trata de intentar que nadie piense por nosotros (no es un anhelo gratuito, pero tampoco fácil de alcanzar).
+ La prehistoria se aleja. El tema no está cerrado, pero mi propósito ve ve cumplido. He conseguido variar el punto de vista y entender lo humano como un camino sin solución de continuidad, desde allí hasta aquí. No tan distintos, no mejores, no peores.
+ La prehistoria permanece en el punto de vista alcanzado. Uno entre mucho, pero con una posición importante, relevante.
+ Fue mi cumpleaños y C. me regaló dos libros de Annie Ernaux. La place y Les années. He terminado el primero y no sé qué pensar, no sé qué opinar sobre la narradora, sobre su vergüenza acerca de la clase social de la que proviene. La indagación en el pasado desvela algo que resulta más común de lo que en un principio podría parece y que se circunscribe a esa razón misma: la vergüenza, el avergonzarse de los padres y de un origen humilde. Se plante, en algún momento, que para entrar en la burguesía debió dejar todo el equipaje a la entrada, fuera de la casa grande. Todas la narraciones aportan un margen de comprensión sobre las personas, los hechos y los lugares, en este caso veo a la persona que ha superado su entorno y se aleja de él en el el momento en que adquiere esa condición de la burguesía: la prohibición de la ingenuidad. Tal vez, el cinismo y la ironía, dos razones que no tenían cabida en la vida de la hija de dos tenderos. Sigo sin saber qué pensar, pero sé que hay algo que no me ha gustado, algo que se opone a las expectativas que sobre su obra me había creado. Ahora, domingo por la tarde, abriré el segundo libro, Les années. Leo la contraportada, veo la foto que ilustra la portada y destaco que bajo el nombre de la autora figura la etiqueta de “Premio Nobel de Literatura”, ay, la literatura.
+ Hoy escuché que a alguien le parecía que el término literatura era claro y podía hacer clasificaciones sin dificultad, y, así, proponía la etiqueta: libro de viajes factual. Cuando se marca el viaje como factual, el hecho narrativo o novelesco se aparta de ese casillero, pero, sin embargo, la razón poética palpita, sin duda. Annie Ernaux, dónde incrustar su obra sino en lo autobiográfico y me digo, o recuerdo, que todo lo que figura en primera persona es autobiográfico, como leí hace unos meses. Las lecturas me acechan y me desconcierta, a veces siento vértigo.
+ El dinero y la revancha son temas propicios para discusiones, debates tontos que terminan por no conducir a ningún lugar. Según se acentúan las posturas, el dinero es espejo y las revanchas desentierran lo que creíamos ya liquidado. Son súbitos ajustes de cuentas. Nadie lo había percibido, el nervio estaba ahí, latente y sin vida, pero resucita. Me interesan las conversaciones subterráneas, su filo peligroso, la labor de zapa que no se deja vencer por años de olvido. Aquello sin vida que la retoma. Como un organismo aletargado recupera su camino.
+ En todo este tiempo no me había pasado, pero, para hoy, olvidé programar la entrada. Este es el olvido, poco olvido.
+ Imagen: un rasgo del pasado.