sábado, 3 de septiembre de 2022

Desde el presente

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+ Una palabra que encuentro y desconozco: nefelibata. Nefelibata: según la definición de la RAE tiene origen griego y, en su literalidad, viene a ser la persona que camina por las nubes; por lo tanto, la definición gira en torno a esta circunstancia tan gráfica: el adjetivo se refiere a una persona soñadora, que no se apercibe de la realidad. Qué extensión tiene, si yo fuera o fuese columnista me daría para un artículo o columna; como no paso de emboscado prosista en la sombra, me conformo con dejar constancia de la palabra.

+ ¿De dónde sale la palabra que antes apunté, tiene importancia?

+ Indago en vidas ajenas mediante las herramientas que me proporciona internet: fotos, biografías, declaraciones, vídeos, artículos y resúmenes de libros. Me intereso en una escritora y siento una súbita cercanía. Me llama la atención su último libro. Habla de un tiempo que fue el mío y que ella vio como niña y yo en el tránsito de la adolescencia a una edad madura. El tiempo de la heroína y la muerte, aquellos zombies que se desvanecieron. Indago en las fotos y en los textos de la autora mientras me doy cuenta de que cada vez me siento más inclinado a leer el libro, una suerte de conexión con el presente, con mi otra lengua y con una atmósfera que trato de aquilatar para sentir cierto suelo, la solidez imposible de este tiempo presente.

+ El martes llega a su fin. He pasado una mala noche y dormí poco. Queda la sensación de vacío que otorga el insomnio, quizá sea un regalo, quizá sea un castigo, pero la vigilia nocturna quebranta la percepción de lo diario. Reflexiono sobre el vano esfuerzo de llevar a cabo este diario, desde el presente. El presente, esa meta, la única meta posible.

+ Leo un extracto de la novela que cité antes y veo que este no es el momento, que ahora el tiempo requiera otras lecturas. Me preparo para la espera del jueves. Llevaré a El nacimiento de la tragedia de Nietzsche y De la autobiografía de Pozuelo. Ambos libros se unen en un punto de interés que rebasa el momento actual de mi vida y se proyecta hacia el futuro, como una suerte de proyecto de vida: la lectura y la escritura de la propia vida. En fin, qué otra cosa es este espacio que las dos cosas en una sin llegar a ninguna solución. Y de eso se trata.

+ La lista anterior ha variado, la afinaré. ¿La lectura y la escritura de la propia vida? Tal vez, vidas escritas, vidas leídas. Y así.

+ Ay, este escoger libros, este descartar libros. ¿Me retrata? Creo que no puedo decir otra cosa que sí. Ese un yo querido y deseado. Una oferta, una ofrenda.

+ Regreso al ámbito de la biografía y de la autobiografía. Mañana estaré en Santiago con C., que debe hacerse pruebas. Mientras, yo, leeré, intensamente, leeré. He escogido tres libros y quizá meta en la mochila otro más [¿Llevaré El nacimiento de la tragedia?]. Y continúon: en los últimos tiempos lo he repetido varias veces: la lectura no es un espacio, pero es mi ámbito, el ámbito que me permite acomodarme a los espacios. Mañana, el Hospital Universitario de Santiago, Medicina Nuclear, salas de espera, pasillos y cafeterías de hospital. Sobre el espacio, la lectura triunfa y yo me sumerjo en su reino, mi reino, nuestro reino. Sin patria y sin bandera.

+ Imagen: foto de una playa en invierno, en el invierno pasado [una declaración de intenciones, la batalla que no daremos, la ilusión de otra posibilidad lírica].