sábado, 16 de julio de 2022

Emblemas y silencios

+ Como el emblema que es, Faetón permanece en la cabecera de mis pensamientos. El desafío que supone su aventura es ejemplar, pero, y es lo más importante, explicativo. Lo tóxico y lo humano, la ambición y el deseo inconcluso, la petición cumplida que se transforma en maldición. Leo noticias sobre celebridades y no puedo dejar de acudir a lo que Faetón nos muestra. Ahora recuerdo su apuesta, el vuelo y su fracaso. El fracaso es una idea que, siempre es así, anida en el interior y tiene más relación con el poder que le otorgamos que con su propia naturaleza. Dinero, amor, poder. Triadas que amplifican el vuelo del Hijo del Sol. Faetón, a diario, se muestra en lo próximo y en lo distante.

+ Escribir la biografía del Conde de Villamadiana me obliga a reflexionar sobre mi propia vida, lo que no se aleja demasiado de la idea de establecer una autobiografía. ¿Una explicación de la sucesión de personas que he sido y establecer la idea de un hilo conductor de esa misma sucesión, es esa la tarea? Pensar tanto en uno y no prescindir de los cuidados necesarios para no desfallecer. Hoy  me siento triste, me digo y me observo, me estudio y me alejo de mi mismidad, pero solo es un vano intento. No consigo otra cosa que debilitar la negra presencia de la melancolía, porque pensar en el aburrimiento es dejar de estar aburrido, pensar en la tristeza es acotar el sentimiento y transformarlo en un objeto de estudio. ¿Es desde ahí desde donde escribo?

+ “Que todo es opinión”, resuena tras la lectura que realizo al azar cuando abro las Meditaciones, que acabo de encontrar. Es una casualidad, pero no lo parece porque semejan las palabras necesarias para este momento. La cita que hace Marco Aurelio del comediógrafo Menandro termina por completarse con el siguiente comentario: “Clara también es la utilidad de lo que se dice, si uno acepta su alcance en la medida que es verdad.” Por otra parte, alguien en algún sitio decía que tanto Marco Aurelio como Epícteto tenían una obras portentosas, pero que no estaba seguro que fueran muy beneficiosas para su contemporáneos. No sé, ayer vi a un cura agitar una bandera de España con el corazón de Jesús en su centro; este tiempo es extraño y Marco Aurelio me aporta razones para evitar la tristeza que me produce ese sujeto, la bandera y todo lo que representa. Hoy vuelvo a ello, “que todo es opinión”

+ No distingo entre tiempos oscuros, peligrosos o malos tiempos. Hay una reiteración en los sucesos, en aquello que resulta desagradable, pero que se constituye en característica del momento. ¿Hubo un tiempo mejor o peor que el actual? Embebido en lecturas sobre vidas ajenas, en la indagación de las razones para escribir sobre ellas, me dejo llevar por un estoico sentimiento de transitoriedad, fugaz y libre tiempo que no tiene miramiento porque no es otra cosa que una abstracción. Esa abstracción llamada tiempo solo es un nombre, fórmulas matemáticas, estructuras laborales o el gesto del amor que se desmaya ante la vejez. He leído sobre todo que hay de arbitrario en las instituciones políticas, en los títulos y cargos, en lo teológico que se hace patente en las opiniones de los tertulianos y, al tiempo, no se niega, sino que subraya esta cualidad de creencia. Tiempos oscuros, dice alguien en el ronroneo del televisor, alguien sin mucha entidad, pero con presencia y voz engolada, otros le dan el parabien y se entrelazan en zalameras sentencias, pesadas y prescindibles. Guerras ha habido siempre, desamores, pobreza o asesinatos, y mientras esto ocurría, otro eran felices. Me siento alejado, una vez más: un observador. Qué desagradable puede llegar a ser esta cualidad de observador, pero, hasta aquí llego, me sobrepongo a ella con esa herramienta tan útil que es la ironía.

+ Ironía, que no sarcasmo.

+ [Emblemas y silencios]: Faetón se ha constituido en un emblema y guardo silencio ante opiniones que me resultan molestas. El silencio solo se ve interrumpido por una misa de Bach que he elegido y suena en el altavoz desde la conexión inalámbrica del ordenador. Emblema también es lo físico de mi ejemplar de las Meditaciones y de las Metamorfosis. Los textos, pero también las ilustraciones, la portada, el formato y la calidad del papel. Emblemas son mis guitarras, el coche, el reloj barato, el bolígrafo barato y todos los libro que atesoro. Pero, ahí está la clave, siempre prestos a perderlos y no sentir su pérdida. Así, tengo elegido elegidos algunos libros para cuando ya solo quede la lectura y si debo depurar la elección, me quedo con El Quijote, una relectura pendiente. Sin duda.

+ Yo no leo libros sino que integro libros en temas, me digo a mí mismo en esta calurosa mañana de julio. Hay una serie de temas que me interesan, preocupan y asaltan. Hay un territorio vasto: la ficción, donde se incluye la novela, pero también el teatro, el cine, las series […], donde, sin duda y por derecho propio, reina la novela. Tras ello, o previamente [algo que depende del momento y la circunstancia], se encuentra la poesía. Ambas realidades tienen en torno a sí un entramado crítico y académico importante, extenso. Dicho esto, la política en un sentido amplio, la lectura como actividad, el determinismo como explicación del comportamiento y del cursus honorum [o deshonorum], la geografía, la sociología, y un largo etcétera que componen un haz de intereses temático. Y, aquí es a donde quiero llegar, pues ha aparecido un nuevo tema: la biografía y la autobiografía. Percibo claramente como se constituye, como una suerte de flechas me conducen a su centro, al tiempo que este se hace materia de investigación gobernada por el espíritu de la curiosidad. He de tener tiempo, mucho tiempo, para reflexionar sobre las vidas contadas, por las confesiones, por el relato que se establece en un diario, una libro de memorias o el simple contar su vida las personas en el tránsito ordinario de la vida.

+ ¿Qué es sino escritura autobiográfica este blog?

+ ¿Toda escritura en primera persona es necesariamente autobiográfica?

+ En Anna Caballé El saber biográfico me encuentro con una cita de Gramsci que dice en los países especialmente hipócritas la literatura autobiográfica no abunda o si la hay se da en una forma estrechamente estilizada [hago yo una paráfrasis más o menos ajusta al texto del libro]. Luego, ya con una cierta distancia, en una apreciación que yo veo próxima: “estilizada.”  Cuánto hay de verdad en ello, los estilistas son traidores a su propia realidad, y yo me veo ahí y ahí es donde reflexiono sobre lo que llevo escrito. ¿Una estilización? Ay, supongo que es una suma de carencias y miedo lo que nos arroja en los brazos de un estilo, de la búsqueda de un estilo. Carencias y miedo, me repito y lo afirmo, un binomio que se podría traducir en hipocresía.

+ Imagen: cruce de calles, los cables, el cielo, la diluida estela de un avión.