sábado, 24 de abril de 2021

Revisión

Soutelo de Montes
 

+ [Al enemigo, ni agua]. La frase o título con que se inicia este párrafo se relaciona  con el programa político que escucho en la radio cada mañana mientras hago mi ejercicio de bicicleta estática durante una hora. El enemigo es el rival político, aunque siempre flota esa máxima de que los del otro partido son oponentes pero los enemigos están dentro de tu propio partido. Yo sé que se me escapan muchas cosas y, quizá, para comprender con amplitud el desarrollo de estos discursos a los que asisto cada mañana debería tener más información y un conocimiento más preciso de los actores, pero, también, tengo otra mirada. Mi punto de vista inalterable es el del receptor, ese al que se dirige el que lanza el discurso. En este punto asisto a la entrevista a una portavoz parlamentaria y sus contradicciones son manifiestas y muy bien subsanadas con el recorte que sabe operar en su discurso. Se trata de una retórica adaptada a los medios y a lo digital, donde la comunicación es la esencia de la acción política. Lo uno y lo contrario y el ataque al rival se produce sin fisuras ni alternancias. El enemigo dialéctico aprovechará todos los recodos que le ofrezca la ocasión, el enemigo asesinará al oponente si la ocasión lo permite. Sigo con mi observación, esta "investigación del mal".

+ En Sábato está el resultado.

+ Cruzo la autovía, lo veo en la distancia y sé lo que ha pasado. Es un accidente mortal, no hay duda. Aminoro la marcha y me fijo en el dispositivo que se ha montado. En el asfalto, en el carril derecho, está la moto tirada, desposeída de su naturaleza, como si se tratase de una bestia herida de muerte. En el otro lado de la barrera, en la calzada derecha, se distribuyen los sanitarios, los guardia civiles y los empleados de la funeraria. Un guardia civil hace fotos; no alcanzo a ver el objeto de sus disparos pero supongo que se tratará del cadáver. Más tarde, en un diario digital, leo la noticia y veo la fotografía de la moto. Queda el lugar para la reflexión, para el emblema de la caducidad, el espacio vacío que deja el fallecido y del que nada sabemos y, también, así, desconocemos si llegaremos a tener noticias de su circunstancia. La vida sigue, el dispositivo se desmonta y a la moto le espera otro destino alejado del que hasta hace poco fue su propietario. La vida no se detiene y todas las operaciones parecen estar bajo un sistema de protocolos que impiden la improvisación, pero eso solo es un marco, una plantilla  sobre algo que no se deja ordenar, aunque, a veces, dé la impresión de que sí. Ayer fuer viernes y vi a la muerte pasar evaporada entre los que hacían su trabajo, los que documentaban su presencia. Comienza el fin de semana: luminoso, volátil, breve.

+ Creía que la moto herida era una gran moto, pero no es así. Posee la apariencia de una moto importante, pero no hay tal cosa. ¿Qué traducción tiene esto en la trayectoria de este cuaderno? Ninguna, salvo la constatación de los pliegues que se dan en la observación de un hecho, como yo termino derivando por ramas que se alejan del tema principal y como estas resuelven un conflicto con mi impronta en el juicio. Este irse por las ramas es característica de mi manera de entender; mejor o peor, pero es la mía. La moto resume mi idea del accidente, sus rasgos y las característica que le otorgan al motorista. La autovía continua en el mismo lugar, los motoristas la surcan con indiferencia y, ahora, puedo oír como otra moto atruena contra la atmósfera su rasgado rugido.

+ Decía Gómez de la Serna que los plátanos eran las patatas fritas de la fruta o que las violetas son las ojeras del jardín. En la radio lo escuché esta mañana, mientras hacía ejercicio. Pensé y pensé y nada dije. Más tarde, durante un paseo, en France Culture, un periodista y un profesor universitario conversaban sobre Flaubert y su espíritu burgués, aunque el profesor matizó que Flaubert era un rentista (nunca trabajó) y su religión era la perfección literaria o la literatura en sí misma, como posibilidad de perfección absoluta (algo, que sin duda, logra en Madame Bovary). Luego me encontré con una librería de lance y no entré, estudié durante unos minutos los libros que había en el escaparate y poco más. La literatura flotaba en su desorden natural, en dificultad que ofrece para ser atrapada en una definición. No hay definición porque pertenece íntimamente a la vida, en sus múltiples manifestaciones: el amor, la amistad, el odio, la política, la sociología, la esperanza, la muerte […] El día es claro y la tarea amplia; hoy toca hacer un descanso, un extraño y no merecido descanso.

+ Leo sobre la historia de la lengua francesa. Es una vieja espina que me llevó a adquirir un librito para estudiantes de bachillerato donde se describía muy bien su nacimiento y evolución, cómo se fijo, qué supone la institucionalización de cualquier lengua. El libro que tengo en las manos es muchísimo más denso y específico, y la espina sigue ahí clavada, ya que es algo que se relaciona más con el carácter y sus meandros que con el conocimiento. Ahora lo sé, antes no. Hoy leer sobre el tema es un placer, en el pasado era una manera de constatar ciertas debilidades, la apariencia contra el solido grupo de saberes y certezas que se hunden en humillante barro en que se resuelve la falta de amor propio.

+ Acabo de ver Pauline á la plage y no. No me ha gustado, en contra de la últimas películas de Rohmer que había visto. Sin embargo, sí ha funcionado como un catalizador porque me ha hecho recordar tiempos pasado, en ese simulacro para darle una explicación al presente. Recordé a un profesor de guión cinematográfico, recordé una amistad de aquel tiempo que se diluyó en un Londres que desconozco, recordé tiempos que parecía felices y no lo eran, o ni siquiera se trataba de la felicidad. Era, tal vez, un cierto confort que me arropaba y hoy prescindo de él por convicción. Poco importa la película, poco importa el pasado; nada permanece y solo el presente es palpable. Reconstruyo experiencias y visiones para no llegar a ningún punto, la película me ha hecho ver que lo que un día me gustó hoy me deja indiferente, esto debería saberlo, sin embargo, cuántas formas hay de llegar al conocimiento que se muestran inesperada y súbitamente.

+ Imagen: una tienda de muebles, una tarde plomiza.