sábado, 30 de junio de 2018

La insignificancia






+ Regreso a casa y veo junto a los contenedores de basura una reproducción de La maja desnuda de Goya. Tiene pegados algunos plásticos y cinta de embalar, así mismo hay unos agujeros producidos por un punzón o un bolígrafo. El contraste tiene su interés. Subo a casa, tomo mi pequeña cámara, bajo y disparo. Son las diez, la noche es cálida y se oyen los gritos que el mundial de futbol provoca. Regreso a casa y dejo la cámara en su casilla [como un hueco propio en el archivo]. Me olvido de ella y de la fotografía. Así es como disparo últimamente. Nada busco, pero hay una intención en todo disparo, en ese momento preciso. El azar bendice las imágenes. El contraste entre esa belleza portentosa y la basura nos habla de nuestro tiempo de tanta velocidad y tanto desgaste. La basura como archivo, el archivo como testimonio, el rechazo a la biblioteca porque ésta ordena y determina la lectura, algo que no deseamos. Cuando disparo, yo también ordeno. El cuerpo de la mujer y los verdes contenedores de basura, el amarillo del reciclaje de plástico. Ladra un perro con desgana. El verano pronostica aventuras. El curso se ha terminado y la imagen de la maja desnuda parece ser el resto de un proyecto de algun estudiante de Bella Artes: abandonado en la playa de la basura. Ahora recapacito : la posibilidad de descontextualizar el grupo y llevarlo a una inmaculada sala blanca de museo y otorgarle el nuevo contexto: blanco, simétrico, ortogonal, aséptico. En el centro de la sala, con su propio discurso, con su propio público dispuesto a empaparse de la propuesta. Mi tiempo es tu tiempo, mientras leo, mientras escribo. La basura, el detritus.

+ Descargo las fotos en el ordenador y veo que las fotos que disparé no merecen la pena. La intención está por debajo de lo obtenido. Algo que sucede con una frecuencia no deseada. Finalmente, una de las característica del buen fotógrafo, si la expresión tiene sentido, es la conexión perfecta entre lo pensado y lo capturado. No es mi caso.En alguna ocasión lo consigo, muchas otras no. En este caso las esperanzas eran muchas y los resultados muy pobres.

+ Me llega el libro de Paco Gómez. Veo sus fotos y sé que me llevará tiempo verlas. El formato del libro no se corresponde con el formato de las propias fotos, de la ampliación, pero también intuyo que algo permanece y eso es lo que me interesa. La semilla germinará en la ilusión de ver sus fotos, algo que quizá nunca se dé, pero que se mantiene como un horizonte.

+ Muere una persona joven [cuarenta y ocho años]. No la conocía, ni siquiera sé su nombre. Sin embargo esa noticia invade el camino que va desde mi casa a la oficina de correos. No puedo dejar de tener presente la fragilidad de la vida mientras me cruzo con las personas que por la calle caminan: jóvenes, niños, ancianos, mujeres de mediana edad, hombres que parecen mayores de lo que en realidad son, viejos que parecen más jóvenes de lo que aparentan (…) Todos tendemos hacia lo mismo, hacia nuestra humanidad, nuestro centro: el humus, la tierra que habrá de nutrirse de los cuerpos de lo muertos, la tierra a la que debemos regresar. El ciclo de la vida. Presiento que el materialismo es una base, pero no agota los significados, a pesar de estar comprimidos en nuestra realidad, en lo que somos: tiempo, simplemente tiempo. Materia y energía, gobernadas por el tiempo.

+ Son las seis de la mañana y vuelvo a ver el libro de Paco Gómez. Ay, la fotografía: cómo atrapa el tiempo, lo fija y muestra la certeza, la única certeza. El blanco y negro perfecto es el emblema del día, su afán.

+  «Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal».  Mateo 6, 34.

+ Un minuto, tomar aire y sumergirse. El extraño placer de sentirse extraño: así recuerdo la experiencia de bucear. Pertenece al sueño de esta noche, pero no cuajó ya que la resolución se centró en aspectos administrativos: quién decía que quien trata con vacas, sueña con vacas, cuando al opio se refería, ¿Thomas de Quincey, cuando al opio se refería? Puedo asegurarlo: la vida administrativa, el papeleo, la burocracia son una otra vida necesaria, sobre la que nuestra vida se sustenta. Bucear también resulta ser una documentación, el mundo que nos expulsa porque la respiración resulta imposible. Papeleo, vacas, buceo. Palabras en torbellino mientras el día se depierta.

+ Un bodegón: cestas, pan y cuchillo. Me parece un buen augurio. No creo que en los augurios, pero los observo con interés y descreimiento.

+ Cuando más seguro me siento en una situación, más dudo de su persistencia porque sé que todo se disgrega en un instante, porque todo está condenado a disgregarse. No hay salida. Mis dudas se ciernen sobre la fluidez de mi vida en los últimos años: todo discurre con la prevista armonía, como la marea baja sucede a la marea alta y la marea alta sucede a la marea baja. Sé que sólo es apariencia, porque subterráneamente el cambio va operando su labor. Me remito a la cita bíblica de Mateo: cada día tiene su afán y en él hay que centrarse, al tiempo que nada se debe esperar del día que ha de suceder al presente, cada día traerá «su propio mal».

+ Dos fotos: la maja contra los contenedores de basura, el rojo y la semilla, una naturaleza muerta. Cada momento traduce un estado, cada disparo una ambición. Pobres ambiciones, ligeras sorpresas.