sábado, 25 de marzo de 2017
Madrid (marzo 2017) [y 2]
+ No me di cuenta, pero en el blog hay dos imágenes seguidas de hojas secas, otoñales. Ambas fotos las tomé en Londres en el final del año pasado, en el final del 2016. Debería tratar de encontrar una clave o una piedra de toque que explicase esta querencia. Lo hago, pero nada encuentro. Tampoco tengo mucha intención. Se trata de jugar con las posibilidades que la realidad nos ofrece. ¿Todo es juego? No es una mala manera de observar la vida, lo vivido. Hojas secas en Londres, la caída de la hoja en Londres. Eran los inicios de diciembre y hacía calor, un calor raro para la época y la latitud. Días soleados, la ropa de verano, el sabor de la cerveza helada. Se acumulan recuerdos, buenos recuerdos. Pero ahí están las hojas secas, el memento mori. Siempre es necesario el contrapeso, el contrapeso es la hoja seca frente a la lujuria de la ciudad en un extraño verano en el final del otoño. Nada se resiste al paso del tiempo, pero recordarlo es incidir en el tópico literario: el día muerte, muchacha coge la flor, las cuatro edades (…) Triadas de razones que nos invitan a disfrutar. Aquí encuentro la sensualidad auténtica. En ella permanezco y quiero creer que esa es la razón porque dos semanas seguidas aparecieron hojas secas. Ahí está todo, esto es lo que nos debe impulsar. Queda abierto.
+ Me remito al poema sobre Rimbaud y Verlaine, sobre su estancia en Londres. Es un poema de Luis Cernuda. Lo leo y recuerdo Camden, lo leo y pienso en ese estigma de barrio pobre y sombrío, tomado por la espesura de noches, humaredas y nieblas casi doradas. Es un sentimiento antiguo, gastado, que reverdece en ocasiones. La estampa de un lugar visitado acrecienta un conocimiento tangente y pobre, pero con el valor suficiente para llenar la tarde del sábado. «La casa es triste y pobre, como el barrio, / Con la tristeza sórdida que va con lo que es pobre, / No la tristeza funeral de lo que es rico sin espíritu». Verlaine el borracho, Rimbaud el golfo; en palabras y sentencia del poeta sevillano. Pero Camden (…)
+ No acabo la sentencia anterior y dejo en suspenso una idea que sobre el barrio londinense yo tenía y ya no tengo. El poema, en cuestión, tiene un título que invoca una reminiscencia lejana de mi biografía: «Birds in the night». Así queda. Todo está abierto y dispuesto a ver su fecunda posibilidad.
+ Una vieja obsesión: las maquetas como ejemplificación de la necesidad de capturar y reflejar una forma. Me gusta apreciar un estilo en la maqueta, donde la arquitectura es más pensamiento que en ningún otro lugar, ya que la función es asesina de la poesía [en el sentido lírico que nuestra época entiende poesía, ese reflejo del yo].
+ ¿Por qué un Madrid-2? No hablaré de Madrid, porque quiero preservar un secreto que se une a los rostros, los cuerpos, el desplazamiento, la reflexión, el pasmo pacífico de los taxistas, la violencia de la luz dorada del sol cuando el invierno finaliza. La razón del título se fija en la imagen que ilustra la entrada.
+ Imagen: un recorte contra el cielo, no es un emblema, tampoco contiene una simbología que se deba interpretar para darle un sentido. Sólo es una baliza en un camino, el hito que ayuda a orientarse; nada más. Arquitectura que regresa a su ámbito, de las tres dimensión a la poética realidad del plano. No se trata de avanzar, sino de permanecer.