sábado, 1 de abril de 2017
Muros de abeto, almenas de diamante
+ El título de la entrada corresponde a la dedicatoria que hace Góngora al Duque de Béjar en la Primera Soledad; necesidad inexcusable y habitual para los poetas, para los escritores, la de las dedicatorias en el Siglo de Oro. La traslación de la fórmula se remite a las montañas nevadas, los abetos son muros que son laderas, las almenas de diamante la nieve sobre los picos. La imagen tiene una fuerza que se expande hacia las consideraciones críticas que entroncan con un sistema de símbolos y posibilidades. No importa. Cuenta la sucesión que se cristaliza y me acompañará esta semana. La imagen tan poética como imposible de trasladar a una imagen coherente. En ello estamos.
+ Noticias a primera hora como riachuelos que mueren antes de alcanzar un otro río que llevase su agua al mar; la tierra los absorbe y se quedan en nada. La actualidad es una sucesión de posibilidades, pero poco, muy poco permanece. La lectura de la Historia nos otorga esa vista panorámica.
+ A veces la tristeza es inspiración, otras paraliza. No es agradable, pero llega sin saber cómo. He pensado en ello y creo que, en muchas ocasiones, no hay razones determinadas ni fijas. No se puede centrar mi tristeza en una razón única. Es un haz, pero se ve venir, como la marea que sube. Tengo un remedio: las Meditaciones de Marco Aurelio. Llego a ellas y me coloca en el lugar exacto en el que estoy, en lo que hago y en lo que deseo. Finalmente, se deben acallar los deseos, ¿se trata de esto? Me digo: «Muros de abeto, almenas de diamante». El mundo espera ahí fuera y es un gran tablero de juego, somos sus fichas, somos sus jugadores. Tomo decisiones firmes y las mantengo durante tiempo, mucho tiempo. Un largo y fructífero tiempo. Es una tarea, la lucha contra la negra tristeza.
+ Poemas que se acumulan y esperan su momento. Voy cribando, pero no como criterio estético, sino en pseudoformato de elaboración programática. Una otra posible lectura se debate en su nacer tal que mariposa en prado undoso. ¿Cómo y por qué se va adhiriendo un sistema conceptual elaborado con un repertorio léxico prestado, adquirido y sin una posible sistemática?
+ La sombra de la tristeza dibuja el día desde la oscuridad. ¿El oxímoron? «carro es brillante de nocturno día» Góngora en la Soledad Primera. Lo uno se une a lo otro y se establece una razón poética para el día, la que reside en la técnica exacta del posiblemente más grande poeta. Aunque, claro está, la calificación no deja de ser otro oxímoron: la grandeza es del poema, no del poeta, porque el último se diluye en su propia temporalidad, el primero permanece en la lectura sucesiva. La móvil lectura, independiente y certera.
+ Música: Strauss II. Dejo que vals mezcle las horas de la siesta con los recuerdos de mañana, que se van diluyendo en el olvido como el azúcar en el agua. Tres por cuatro, bailes imaginados, automóviles y motocicletas, ciclistas y peatones, la radio de fondo y el fluir grato de la vida, su falta de proyecto y esa grandeza que reside en esas ausencias. El Vals del Emperador aglutina respuestas a preguntas no formuladas.
+ Imagen: cómo se dobla sobre sí mismo lo diario, las sombras, las pisadas, el tacto de la piedra; abierta, la realidad es un infinito poético. Esta inmensidad se resume en una abstracción, bastaría con utilzar un filtro que desenfocase la imagen.