sábado, 26 de septiembre de 2015
Estalagem
+ Tea for two, me digo y recuerdo que Shostakóvich realizó una versión orquestal en una hora, en un vagón de tren: es cierto, pero si no fuese así, la anécdota contendría en sí toda la intuición en esa hora de la mañana. Lo he escuchado en el El mundo de la fonografía, que escucho mientras leo y leo y leo. Oh, este encierro voluntario, este hermetismo, este claustro hermético.
+ [Lisboa_B]. Días atrás, entre papeles y publicidades y tickets, encontré una postal promocional de unas colecciones de ropa fémina que se responden al adjetivo inglés Tiled, obviamente: en clara referencia a los azulejos, que una (im)posible traducción sería azulejados o no: azulejeados, tal vez. El caso es que me encontré con otra posible candidata a un poema no escrito: lo veo como un muestrario de poemas que se sustentan en la fascinación de poetas sin existencia. En esta ocasión sería la actriz lisboeta: Sandra Celas. La foto de la postal nos la presenta apoyada contra una pared recubierta de azulejos y la blusa que viste reproduce la geometría de esos azulejos. Hay algo en la mirada o en el estar que sobrepasa el propio rostro: hermoso y portugués. Luego, busco en la red y no es lo mismo: es otra mujer, muy diferente a la que me imaginado. Por esta razón el posible poeta varía, debe ser otro, más mundano, más conectado con las aguas tibias de las fiestas nocturnas dominadas por el control y el autocontrol. La idea primera, la entonación que arroja la postal es algo que viene del pasado y no tiene mayor conexión con el presente que el vapor de un sueño y su música olvidada. Aunque permanezca la letra, no es suficiente. Quién escribirá ese poema. Nadie, pues es un ejercicio de lo inútil, en ello estamos.
+ "As arvores, no seu alinhamento pelas avenidas, eram independente de tudo isto." Pessoa Livro do desassossego.
+ Sobre el Pessoa y Livro do desassossego: la multiplicidad y lo fragmentario se han instalado en una suerte de léxico de urgencia, una suerte de caja de herramientas. Esta semana será lo fragmentario el tema que gobierne el día a día y los momentos previos al sueño. Los treinta mil fragmentos de baúl de Pessoa llegan a mi curso diario. Veo autores que son una novela en sí mismos, la unión de la biografía y la obra se hacen una unidad consistente y pasan a ser relato. Narración arborescente según se penetra en ellos: "la bibliografía". Me sucede con Foucault, me sucedió con Pessoa y ahora éste último se hace presencia una vez más, presencia diaria. Es un conjuro. Recupero cada día un libro y leo las observaciones que tomé en la primera página y remiten al propio libro: página e idea. Veo el que fui y veo el que soy, comparo y reparto papeles en ese teatro vital: la propia novela de la vida. Aquella Lisboa que fue y esta Lisboa que es: la amistad y el amor. Sobre ambas transita Pessoa, sin mucha intención, distante y ocupado en sus quehaceres, obviando mi presencia. Pero le he visto, una vez más, en este septiembre hermoso de 2015.
+ A la espera de que llegue un repertorio bibliográfico, que no llega, que se retrasa muchísimo. Llamo al librero y me explica por qué se retrasa el pedido, doy por buena la explicación. A renglón seguido, me dice que recuerda perfectamente cuando compró el libro, que se lo compró a la hija del dueño anterior, que éste era un notable bibliotecario de la Biblioteca Nacional de España, una autoridad en bibliografías. No recuerdo el nombre, pero es una materia para una investigación que no emprenderé. Como tantas veces, hay una novela: todo libro la tiene una vez que se compra y comienza a circular, pues no son nuestros, son un préstamo. Toda biblioteca está destinada a ser revendida. Aunque, si nos detenemos un poco, se puede extender a toda posesión: una vajilla, una casa, una joya [v.gr.]. Ahí queda y sigo a la espera, ahora con el deseo incrementado.
+ Imagen: harinera, la geometría seca en una tarde de otoño. Castilla. Una suerte de enfrentamiento entre el cielo y la utilidad. Lo veo y disparo, encuentro la foto y la cuelgo aquí. Sin consecuencias.
