sábado, 12 de septiembre de 2015
Noche oscura del alma
+ Hoy pensé en alguien que en este momento escribiese un poema para Amy Poehler. Sobre sus ojos, sobre su voz, sobre su presencia, sus pechos, la sonrisa, las manos o un gesto velado que incite a la lujuria. Un enamorado en la longitud de la pantalla del ordenador, en el esquema breve de lo mediático. Una singular obra: un soneto, tal vez, una décima, quizá, o una colección de silvas. El juego de estrofas le daría al objeto una altura insuperable, pero ¿dónde está ese poeta? No sé, la actriz encarna nuestro tiempo, me digo y no creo en la afirmación, sólo me interesa la posibilidad de un poema. Flota esta incerteza en el ambiente y en ella me descanso. Ve las fotos de Amy y encuentro un atractivo ambivalente y moderno, en el punto de su edad próximo a la cincuentena. Vuelvo a verla y me recuerda a una profesora de inglés que tuve hace ya unos años: su sonrisa, la voz, la mirada, una suerte de estructura de curvas y ademanes. La rememoración no es gratuita: vuelve aquel momento y creo ver en ese retorno la esencia de ese poema posible y no escrito y muy nocturno: la muerte es el tema, siempre es el tema. En las últimas semanas lo he repetido cínicamente: cuando comentes un poema, aunque sea tras el decorado, afirma siempre, explícita o implícitamente, que la muerte es el tema. En Amy Poehler encuentro esa certeza de la muerte, pero también la encontraría en cualquier otro rostro. Lo sé. Pero es ella, hoy es ella.
+ En el inicio de La arboleda pérdida de Rafael Alberti se hace una contraposición entre dos belenes. El primero es el que realiza un empleado de la familia, con mucho esmero y dedicación, sin admitir intromisiones. El segundo es obra de un tío del poeta, del que dice que era un belén "arisco y helador", algo que sorprende cuando se trata de algo tan inocente, infantil y hermoso. Pero es posible, las combinaciones se lanzan al infinito continuamente. En esta prosa tan rica y fluida, plagada de admirables hallazgos que cruzan con disimulo el curso del relato, la función de los belenes parece ser la de poner un acento en la oposición que hay entre lo popular y lo construido con intención de imitar lo primero, pero sin conseguir ese propósito: un belén todo de arcilla, "un planeta petrificado": la metáfora del derrumbe de una casa, de una familia. Abandono el libro por un momento y escribo esto que lees.. Mientras la idea aletea y se aleja, regresa nuestra infancia, pues resulta difícil no pensar en los belenes que se compusieron en aquellos años de niños, cuando nuestros padres nos llevaban a los montes próximos a la ciudad en busca de musgo y piedras, líquenes y arena, ramas y hojas con las que simular ese mundo tan fantástico como imposible pero con una razón auténtica y verosímil: el avance de los Reyes Magos, la espera de la llegada del Niño Jesús, el caminar diario de los pastores hacia el portal. La lectura de las experiencias de Rafael Alberti trae consigo recuerdos de infancia: como se ha dicho hace un momento, de una infancia feliz que nuestra madre se encargó de cuidar y preservar con la ayuda necesaria de nuestro padre. Qué satisfacción produce ver el panorama tras el tiempo, como el trabajo bien hecho de un artesano, la perfección de un botijo o de un cedazo, ese imponderable que no alcanza lo fabril, por muy exacto que éste sea. Ahí vive. Todavía, nuestra madre, los belenes, los niños que fuimos y que respiran en nuestro interior, aunque con frecuencia no queramos oír sus pasos: de nuevo, en este mes de septiembre.
+ Pájaro-cabra: un mote que no fui capaz de descifrar, tampoco quién lo citó lo logró. Qué regocijo en la mañana. Cuánto espacio para imaginar el relato del apelativo. ¿Una cabra voladora, un pájaro de cuidado que no está muy bien de la cabeza o una simbiosis emblemática entre el que vuela y la que cornea? A saber, pero la cita queda ahí.
+ Un hasta pronto [Foucault]: Copio una cita de (F.) del libro de Miguel Morey Lectura de Foucault: "En cuanto al problema de la ficción, es para mí un problema muy importante, me doy cuenta de que no he escrito más que ficciones. No quiero decir, sin embargo, que esté fuera de la verdad. Me parece que existe la posibilidad de hacer funcionar la ficción en la verdad; de inducir efectos de verdad con un discurso de ficción, y hacer de tal suerte que el discurso de verdad, 'fabrique' algo que no existe todavía; es decir, 'ficciones'. Se 'ficciona' historia a partir de una realidad política que la hace verdadera, se 'ficciona' una política que no existe todavía a partir de una realidad histórica" [Les rapports de pouvoir passent à l'intérieur des corps, entrevista con L.Finas 1977].
+ Recuerdo cuando disparé la foto. Hace ya casi un año, en Guadalajara, en busca de un acento abstracto: un banco en un paseo que se convierte en algo o futurista o constructivista. No sé. Hoy hubo un momento en que la abstracción fue requerida, aquí queda constancia de ello.
