sábado, 29 de agosto de 2015

Insomnio



+ Llega un sonido de música. Es un sonido confuso e intermitente, pero destaca una voz, una voz que no se puede confundir. En un instante es posible ya reconocer a Bambino. Cómo lo recuerdo, cómo recuerdo aquél póster en un pub en una callejuela de Salamanca. Qué unión, qué hallazgo. La música crece y aparece un coche de los que no necesitan carnet. Es una llama amarilla débil y sinuosa, lo conduce un hombre de sesenta o setenta años, quizá cincuenta: esas edades imposibles, sin determinación, aleatorias. Lleva una gorra verde de productos agrícolas, sus patillas son de un considerable tamaño y su camisa de cuadros aporta algo de far-west o de culminación canadiense: o la caza del oso o el leñador en el tajo: tan fotográfico. Reconozco la canción de Bambino: Payaso. Desaparece el cochecito, con su conductor, con su música y queda un perfume del pasado, del viaje realizado y sus meandros, sus afluentes. "Payaso con careta de alegría" resuena y la vida rueda displicente.

+ Alguien pone en cuestión los comentarios sobre una novela, no sin violencia. La caducidad es el acento. Otra vez, el triunfo de la indiferencia.

+ He comprado una edición de La arboleda pérdida de Alberti. Es un libro de segunda mano que tiene escrito en su primera página el nombre de Arturo y una A grande y rodeada de hojas y filigranas, una A roja y esbelta. No sé, hay algo que me gusta en la inicial y no deseo investigar las razones de esta preferencia. No importa mucho, la verdad, es un detalle que no conduce a ningún lugar, una digresión sin espesor. Finalmente, abrí el libro en una de esas partes donde aparecen las fotografías. En una de ellas se puede ver un grupo de personas tras un banquete. De inmediato reconozco a Alberti, a Lorca, a Buñuel y a Alberto Sánchez. Como una cosa lleva a la otra sin remedio, me digo que hay algo que anuncia el brillo que estas figuras poseen, en contra de las que las rodean: que se diluyen el algo que se podría llamar, sin propiedad, masa. ¿Es tangible esta afirmación? Hay rostros que llevan inscrito un aliento divino, el fuego creativo o la elevación sobre los que los rodean, me digo sin dudar, pues hay algo que la experiencia aporta. Lo hemos comprobado en alguna ocasión: como hay personas que se distinguen por el carisma. ¿Carisma? La palabra nos remite a lo religioso, pues dice el DRAE que es un "Don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la comunidad". Es un don, en definitiva, como lo es la poesía o el amor. Es el don lo que yo percibo en esta foto, lo que cualquiera podría ver sin conocer a los protagonistas. Ocasiones hay en las que lo carismático está muy por encima de la obra, pues se diría que se conecta este don con la belleza y el atractivo, el don o el carisma es una erótica indiscutible. No se pierde, no se regala, está ahí sin haber sido llamado, sin esperar nada. La belleza o algo que por encima de ella está: el carisma. 

+ Trompicar [Drae]: 2ª: Promover a alguien, sin el debido orden, al oficio que a otro pertenecía.

+ Insomnio: de la cama al televisor y del televisor a la cama. ¿Qué se saca en limpio? La ruleta eterna que promete maravillosos y suculentos premios; una reportera nos explica mediante su propia, profesional y circunstancial experiencia qué supone cruzar la frontera entre Turquia y Hungría, cuáles son las circunstancia: vitalmente: la ocasión de un vívido reportaje; flamenco y más flamenco; un gaucho evoluciona sobre un tablado de largas y sonoras tablas que son un instrumento musical más: la percusión y su verdad sin discusión; algo de Colombia que no entendemos muy bien: hay un dolor constante que impide la concentración. Sin sueño. Libros, deportes, música, experiencia. Miro hacia el ventanal y todo es un contraluz en la penumbra provocado por la acción de las farolas de la calle: las varas que sostienen las orquídeas son mástiles en la oscuridad: como barcos que transportasen vampiros, no hay otra cosa que un negro desleído, los muebles son amenazas, hace calor y el tic tac de dos relojes se superpone en extraño ritmo: qué música esconden los relojes: lo intento nombrar, pero no es posible: el dolor continúa ahí: incapacitante y regular: un reloj más. No llega el sueño: la cama es incomoda y la ausencia del descanso es toda una lección. Finalmente, conseguí dormir tres cuartos de hora, sonó el despertador y en ello hay otra enseñanza. Un reto, el día comienza, ahora mismo.

+ La jornada laboral bajo el influjo del insomnio es otra enseñanza, en su diferencia está su altura, en su altura la posibilidad de otra visión. El insomnio trasmuta o trompica todo lo dado y lo ofrece como una vana realidad, otra, una posibilidad que no es y es. Frases que no dicen nada, sin referentes se avanza así. Un postigo, un umbral.


+ Imagen: Silvano, Siglo I d.C., Museo Arqueológico Nacional, España. En la penumbra: la pequeña estatua habla sin palabras. Un espíritu tutelar de los bosques y los campos. Un emblema semanal, una estampa de bolsillo. Uvas, espigas de trigo, leche, carne, vino, miel, cerdos. Ofrendas paganas que extraen incertezas de las certezas, la magia del minuto: el insomnio es una excavación arqueológica.