sábado, 15 de agosto de 2015
Sendas
+ Ascenso a la montaña. La preparación del viaje es una figura literaria por nombrar. Planificar la ascensión, una lista de alimentos y bebidas, la ropa, los bastones. La topografía, las pendientes, la distribución del tiempo de ascenso. No es una ruta difícil, apenas son veinticinco kilómetros: un paseo, pero el hecho de fijar la fecha en el calendario y penetrar en la espera del momento aporta alegría e ilusión. Pensar en divisar el paisaje desde la altura y aspirar el viento fresco de la montaña, traspasar el ámbito de lo diario para adentrarse en un territorio mágico y plagado de insinuaciones.
+ Como un sueño, sin posibilidad de despertar, tal vez.
+ Otro día, cualquier día. La montaña palpita en mi interior. Vemos en la pantalla del ordenador caminos, sendas y carreteras. Los planes son claros. Ascender hasta la cumbre más alta de Galicia. Una vez allí, descender. Es una consideración intempestiva, pero es este el humor que me abraza en la tarea diaria de levantarse de cama y luchar con el movimiento del reloj: ese artefacto maldito e inevitable.
+ Creo recordar su rostro, cuando camina con sus hijas por la calle, por cualquier calle: es un buen padre. Ese es su aspecto y sé que acierto cuando hago esta afirmación. Por otro lado, cada semana escribe una 'sábana' en el periódico local sobre arte, literatura y aledaños. Es lo que se puede denominar una persona sensible, que no se equipara necesariamente con una persona con buen gusto, aunque lo intente, aunque imposte ese personaje. Al tiempo, su tarea me parece un trabajo de titanes, ímprobo, fundamentalmente: rellenar esa página aburrida página le cuesta mucho esfuerzo, eso se transmite y es su aplicación y voluntad la que la lleva puerto: pero no a buen puerto: in my opinion, of course, porque eso no es posible: no está a su alcance: creo a mí también se me escapa y eso hace que identifique con él, con su impotencia. Me siento conmovido por su trabajo, sin duda. Una tarea compleja que yo no sería capaz de emprender: escribir tiene algo doloroso y eso, cuando la incapacidad es manifiesta, se trasluce con mucha precisión: cómo se recortan esos perfiles de la imposibilidad y qué laceraciones producen sus aristas: lo sé. Finalmente, camina por la calle y es antiguo, me digo, como lo es el papel, la literatura, como lo soy yo mismo. Somos de otro siglo, pues todo parece terminarse tras los treinta años [aunque no sea cierto] y la proximidad a la senectud es obvia [o no tanto, pues todo es cuestión de un punto de vista: elegido: todo depende de nuestras líneas de fuga]. Glosas y paráfrasis, asombrados enunciados, ponderaciones insólitas y un poco vergonzantes, pero hay que escribir cada semana: esa es la condena, agradable condena, tal vez. Qué traspasadas tardes: en la edad madura, cuando la poesía ha caducado. Yo le veo caminar por la calle y creo no equivocarme: es un buen padre y un día sus hijas harán una recolección de sus escritos y sentirán un extraño orgullo, porque tendrán un tesoro: el trabajo de su padre encuadernado en pastas duras. Ese perdurar me inquieta, yo que prefiero que el viento se lleve el polvo absurdo de lo realizado por mí: no tengo mucho aprecio por mis textos y eso conduce a su extinción en el momento de su nacimiento, tampoco tengo hijos que hagan esa tarea de juntar y encuadernar: afortunadamente. Volver a los grandes textos y dudar de la autoría, de la posibilidad de un autor es una frágil guía de lectura, pero no conozco otra: y es tremendamente inflexible y cruel. Qué decir a esta figura de la ciudad, a esta silueta que destaca entre la masa por su trabajo público y literario, un tanto afortunado, otro tanto desafortunado. El tránsito de los días y las noches desdibujan todo lo sólido que se ha atesorado en su interior: ¿todavía subsiste la capacidad de dudar? No tengo otra herramienta, pienso con frecuencia. La duda.
+ Qué recorte de la realidad arrojarán las próximas semanas. Desde Peña Trevinca a Lisboa, con la rutinaria estación intermedia de los trabajos diarios: la mañana y la tarde, separadas por el filo de una personalidad apuntada: neutra, en un imposible grado cero. Poemas que se han escrito solos y flotan en el avanzar nocturno, cuando el día ni siquiera ha nacido. Oh, hora asombrada de borrachos y esclavos, los hombres y las mujeres honrados duermen, mientras, tú, vigilas la ciudad. Sin estridencias.
+ El poder no es un objeto, es una estrategia. Repensado a Foucault esta mañana, cuando débilmente comenzaba a llover.
+ Imagen: en un museo: los que fotografían fuera de foco. ¿Cuál es el enlace con las aristas de lo real? Por determinar, para decir el que se aleja de la imagen: pero no es así.
