sábado, 8 de agosto de 2015
[Re]-construcción
+ Volviendo a Dámaso Alonso: me gusta el tono que transite un texto suyo que he encontrado por casualidad en su libro Poesía Española. Habla Dámaso Alonso de Cambridge y de Góngora. Se trata del perfil de la ciudad universitaria, de las praderas de césped, los edificios y un sabor inagotable por el saber y el buen gusto. El buen gusto poético: es un proyecto de vida, una fuente de placeres y de dudas, de esfuerzos cuya recompensa no es monetaria, pero que su valor es mucho más elevado que una pensión vitalicia (!). Siempre con nosotros: la hipérbole. El hecho de transitar Las Soledades de Góngora es una apuesta extraña, pienso mientras abandono el libro de D.A. Todo esto es un viaje que se encamina a la escritura de unas veinte o veinticinco páginas, una detenida lectura, en otro nivel: bajo la norma, en el corsé de las interpretaciones anteriores y con la certeza que es complejo o imposible decir algo nuevo. Pero el intento es suficiente, desentrañar un poema largo, bucear en él, sumergirse y tratar de (re)construir una lectura adecuada a nuestro momento. Ahora, hoy domingo, comienza la aventura y el patronazgo de Dámaso Alonso es una buena señal, un recuerdo suyo de Cambridge podría ilustrar el frontispicio: "nos impedían jugar al tenis en domingo".
+ Distort time.
+ Las maneras posibles de presentar la información determinan esta misma información. Ningún esquema es inocente, mucho menos neutro. Uno accede al documento y no tiene la certeza de llegar a sus últimas intenciones, quizá porque ni siquiera el redactor tenía esa conciencia. Pero ahí está el mensaje: laberintos que distorsionan su "verdad". La reflexión sobre la verdad es importante cada vez que se acomete la tarea de desvelar esa pluralidad de significados: aunque sea una breve nota interna: ahí reside el resorte que da vida a todo esa sistemática. Lo hemos visto en muchas ocasiones: faltas de concordancia, imposibilidad de expresión, incomprensión de períodos completos, formulismos vacíos y sin relato. Lo funcional no es inocente, tampoco.
+ Desautomatización: pronunciar una palabra continuamente hasta que pierda su significado y sólo sea un sonido. Poesía.
+ Hoy los pájaros, durante la mañana, me han acompañado. He visto reptiles y hormigas, libélulas muertas en el borde de una piedra: dos o tres. Una familia de cuervos que se alejaba hacia el fondo de un valle. La mañana comenzó con una sutil niebla que terminó por disiparse. No había tráfico, la carretera desierta es una paisaje de ciencia ficción. Detenerse ante la realidad y comprobar que es muy extraña: inabarcable, incomprensible. Todo es 'raro', basta un momento de lucidez para advertir que la vida es una cosa anómala, inusual. Por qué. No hay nada que indique un camino y, sin embargo, ahí está: en cada inspiración / expiración, en el moviendo nervioso de los insectos, en la espera de una araña en su tela, en el vuelo de las palomas. De un taller mecánico llega el sonido de unos golpes contundentes, cruza un camión con productos químicos altamente contaminantes, una pala excavadora remueve la tierra del camino de entrada a una cantera abandonada. Siento una unidad de todo ello, como si se tratase de una tabla flamenca: el motivo: la mañana de un viernes de agosto.
+ Qué inquietud ante la cantera abandonada. Ese costurón en el paisaje. Si uno se acerca puede observar el lago que se ha formado en el fondo de la cantera. En la otra orilla: un acopio de tierras y escorias. Altas paredes verticales de piedra desnuda. Hay un camión abandonado: la oxidación lo va reduciendo a una materia ocre y singular, muy plástica. El punto fotográfico que se contiene aquí es lo de menos, lo importante es la metáfora que alberga y la literalidad que la sostiene. La destrucción de la naturaleza, la prostitución del paisaje en beneficio del progreso. Y ante el costurón no cabe otra pregunta: ¿merecía la pena? Todo por el crecimiento sin barreras.
+ Imagen: el recorte de unas ramas. El cielo y su color, una agradable tarde en el Sur de Inglaterra, a mediados de octubre del año pasado. Como el sabor del té, como las pastas y la nata, conversaciones a media voz, el viento y las manos, los labios, la presencia del tiempo en los gestos y su suspensión momentánea. Una poesía portatil.
