sábado, 24 de enero de 2015

Epojé / [ἐποχή]




+ [Epojé: 1. la suspensión del juicio 2. la puesta entre paréntesis de la realidad misma].

+ De una manera explícita o implícita, cada uno va trenzando su propio canon, asiente o disiente, determina su posición en el tablero: la que desea y la que posee en relación con otras piezas.

+ Fernando Castro Flórez, poco antes de dormir. Imparable verbo, acontecimientos y sugerencias que preceden al sueño. Un vídeo de una hora y veinte minutos, en la red. El verbo fluido y estructurado, cierta propensión a la exageración y a lo multiforme, al contexto y a la doblez de la resma de folios: cartografía, brújula, compás. El arte es algo más que la ilustración de un pensamiento. La noche acoge esa irrupción en el sueño. Se adelgaza un poco más la delgada línea que separa la vigilia del sueño. (Durante toda la mañana se mantuvo ese impulso: en el coche, con su ropaje musical, en el trabajo y en la diligente consecución de la tarea: por la tarea en sí y no por la obligación, en la pausa del café y la magdalena, en el regreso y la renovación de la música dormida). Ahora, luego también, suena Handel. Un poco más tarde volveré a Eça de Queiroz, a esa primera página del Mandarim: una y otra vez, una y otra noche; más tarde quizá regrese a FCF, tal vez sí, tal vez no.

+ [Finalmente, pasados dos días, regreso y encuentro la famosa cita de Baudelaire en boca de FCF: "(…) la crítica debe ser parcial, apasionada y política"]

+ La mañana luminosa del lunes: fría y exacta.  La autovía contiene en sí una vida extraña y móvil. Pájaros que se enfrentan al tráfico para rescatar el grano que cae de los camiones, el tráfico en sí, las mariscadoras que atraviesan pasarelas y plataformas en la frialdad del día: sus cuerpos se sumergen hasta la cintura, llevan flotadores donde aposentan los cubos donde se depositarán esas piedras llenas de vida: las almejas, luego están los caminantes. Como en todo ámbito, hay ritmos y silencios, contrapuntos y síncopas. Yo lo veo todo desde la distancia y la música del coche es un refugio. Recuerdo que cuando compré el único coche que compré me importaba más su equipo de música que cualquier otra cosa [en segundo lugar, que consumiese poco, poquísimo]. El frío no se diluye, pero el sol calienta levemente la atmósfera: es un tono templado y sutil. Las gaviotas levantan el vuelo y se pierden más allá de la isla, en Marín: columnas de humo se elevan y yo pienso en alguna cafetería donde me bebí con delectación un café americano mientras leía fragmentos de filosofía política o lírica tradicional o el párrafo definitivo de Simenon, ese que nos lleva a la línea clara. Ahora que es de noche, la mañana de lunes es un decorado operístico y su altura se confunde con la altura del cielo, del sol, del firmamento.

+ Sobre el futuro: como ilusión, como ficción, como narración sin esqueleto. Últimamente veo como se acoge en los periódicos una suerte de hilo esquemático y funcional que predice lo que serán la totalidad en los años próximos: y me pregunto si esto será una frontera o un cambio fluido o tal vez un dictum sensual o erótico [lo dudo: lo que permanece es la arista]. Coches que no precisan de conductor, maquinas pensantes, la adivinación y el pronóstico de la biografía a través de sensores eléctricos conectados al cráneo: vibraciones misteriosas e invisibles que hablan más de nosotros mismos que nuestra prosa o nuestro diario íntimo. En un primer momento da miedo, luego uno se hace cargo de que todas las profecías son apuestas que nacen malogradas, y así la tarde pasa entre la lectura y el café, notas que se toman sin motivo y sin un fin determinando, suena Shostakovich y aparece un libro que creíamos perdido, finalmente: nada nos importa, en este claustro de adivinaciones hay demasiado trabajo como para pre-ocuparse de lo que no-sucederá.


+ Ay, esos mundos optimistas: ¿vivimos/viviremos en el mejor de los mundos posibles? El alivio del martes es pensar que en el Teixadal de Casaio estará nevando, ¿continuará el guijarro que depositamos allí, sobre otros guijarros que otros depositaron? Es un enigma que ilumina el arranque del día.

+ [El arte de hacerse con las reglas del juego]. Hay momentos en que se desvela una especial capacidad (o incapacidad, en algún caso) para adquirir los instrumentos necesarios que llevan a la integración o a los márgenes de esa supuesta comunidad. Es la capacidad de observar, ordenar y utilizar las reglas del juego. Fronteras y permisos, autorizaciones y negaciones, simpatía o antipatía que debe ser modulada. La estructura estaba allí, adquirirla es una tarea insoslayable. A diario se deben hacer, con mayor o menor intensidad, estos ejercicios que establecen los juego de la vida. Con seriedad juegan los niños, con seriedad juegan sus juegos los mayores. El arte, los negocios, la conducción de maquinaria pesada. Todo juego y cada una de sus reglas es un conjuro contra la evidencia de la muerte. 

+ Parque temático: la obligación de asumir un papel en la representación diaria: lo cotidiano maravilloso, su peso, su levedad, su transparencia, lo consciente, el inconsciente, implícito o explícito. No tiene mayor consistencia que su apunte. El crítico o el artista deben situarse en su contexto y ser plenamente conscientes de él: el momento histórico: desentrañarlo y definirlo. Hacerse cargo: para pensar detenidamente en esta expresión, hasta que pierda peso, hasta que llegue su desautomatización. En breve.


+ "En el caos no hay error" A cara o cruz, Radio Futura.

+ [Imagen: un instante de resignación en un importante centro de arte contemporáneo. Todavía resuena su nombre y algo se estremece en el interior de un espectador. Una mañana de domingo, todavía con el aleteo del verano en los parques, aunque el otoño ha establecido su dominio en Londres].