sábado, 26 de abril de 2014

Proceso(s) de lectura(s)


Lista, con un cierto orden:

a.1 Has de cambiar tu vida. Peter Sloterdijk.
a.2 Estética, ética y hermenéutica. Michel Foucault.
    a.2.1 Introducción , traducción y edición de Ángel Gabilondo: (intro) "La creación de modos de vida".
a.3 Apocalíticos e integrados. Umberto Eco.

b.1 Limbo. Agustín García-Mallo.

c.1. O bebedor nocturno. Herberto Helder.

+ Publicar la lista de los libros que descansan sobre la mesilla de noche, a los que se acude diariamente, tiene algo de exhibicionismo o confesión interesada, no poco de narcisismo. En una pseudo-confesión, que ni es sublime, ni es excepcional, pero que revela aspectos propicios para el encuentro, el paralelaje de caminos o la conjetura en las intenciones, muestra los aspectos que nos hablan del sujeto-lector.


+ ¿Es mi yo ese que se refleja en ese espejo? ¿Cuánto posibles yo(s) existen, tantos como lectores o es un único reflejo?

+ ¿Narcisismo? ¿Escribir es en sí un ejercicio de narcisismo? ¿Leer? ¿Contra esto se puede oponer el silencio? ¿Puede haber algo con mayor interés que el silencio, parece palpitar en la otra cara de la moneda? Las doctrinas del Zen han hablado de cómo el silencio constituye un vía de conocimiento más profunda y certera que la palabra: donde la sabiduría y la estupidez son una cosa, la elocuencia y el silencio lo mismo.


+ La paradoja siempre es atractiva, como contraargumento, como explicación de lo brillante y lo inusual en lo diario.

+ Una lista define con mayor precisión que declaraciones expresas. Ese punto latente, no desvelado, suministra intuiciones exactas. En definitiva, cabe preguntarse por las relaciones que entre los cinco libros se establecen. Nada más. Cada libro tiene un ritmo, una velocidad o su particular estatismo, pero todos comparten un tiempo, este tiempo, este aquí y ahora que pertenece a mi yo lector y que pierdo en el momento de escribir. El yo escritor es otro, que se compone de filtros, anfibologías, extractos, atajos, disfraces, máscaras. Los temas son constantes, cambia la expresión, se tamiza y reaparece desnuda.

+  Primera conexión: [a.1 + a.2]. tanto Sloterdijk como Foucault se ocupan de las tecnologías del yo. Su particular plasticidad, la materia que requiere una forma [y no al contrario] y cómo está se relaciona con el adiestramiento, con el entrenamiento. El interés que puede despertar la modulación del yo radica en el ámbito del propio día y en los meandros que el personaje que vamos adoptando según la hora y el papel asignado. Su inicio, sus ritos. Desde la alimentación al cumplimiento estricto de las obligaciones laborales, las destrezas que se deben ejercitar, el estudio o la lectura. Son patrones que se reconocen, que transforman los hábitos y le dan un sentido pletórico a la biografía. Aprender a pensar de otra manera, ciertamente, al tiempo que se vacía un posible yo de ornamentos innecesarios. La transformación es un juego peligroso. Siempre y cuando se observen un conjunto de reglas dadas, poseeremos una red de seguridad. ¿Un salto sin red, la acrobacia contra el peligro mortal o la seguridad cotidiana? La ebriedad, las iluminaciones, el juego mágico que los espejos producen es una suerte de confusiones y aserciones próximas a la locura. Por ejemplo: estilo: la forma y el fondo son indisolubles, pensar en cuál determina el conjunto en mayor grado es un error. No es un asunto de medidas, ni de relaciones, ni proporciones. El trabajo diario comienza ya en la primera hora y, sin dispersión, termina con el sueño. Lo ligero se impone. Para ello me parece muy adecuada una cita que se recoge en el libro de Sloterdijk. Es de Marco Aurelio, se extrae de las Meditaciones: "Piensa, finalmente, en retirarte hacia aquella pequeña región que eres tú mismo, y, sobre todo, no te disperses […]" La vida es, principalmente, estilo, esa pequeña región que uno debe gobernar con mano de hierro. Todo lo demás vendrá dado.
[De Sloterdijk me interesa su prosa, la textura de su prosa, el ritmo de las ideas, la obligación de discutirlas. Sin embargo, con Foucault la relación se ha convertido en sentimental y necesaria. El estilo y su traducción a la vida diaria, las explicaciones y las cuestiones que se precisan: el poder sirve para explicar los juegos de verdad que se camuflan en los discursos].

+ Apocalítpticos e integrados [a3]. Una lectura que avanza, que esclarece aspectos insospechados del tiempo del smart phone y la comunicación instántea, lo virtual y el amor digital. El sexo sin cuerpos. La cultura de masas es una plantilla adecuada para atrapar cierta idea de post-modernidad. Volveré sobre el libro, una y otra vez.

+  Salto [b1]: Limbo: durante meses he estado esperando el momento propicio para comenzar a leer esta novela. ¿Novela? Las etiquetas no siempre son todo lo descriptivas que se precisa, sin embargo esta denominación es válida. La postmodernidad ha diluido los géneros y la promiscuidad literaria aporta nuevas clasificaciones, variables e inestables. Limbo nos muestra la disgregación que impera en el presente que nos ha tocado vivir mediante una historia que va y viene ingeniosamente. La forma triunfa y el fondo es la misma forma. [Me interesa mucho un sub-tema planteado: el ruido, el sonido, el análisis y el procesamiento del ruido-sonido. Una vía que investigar, sin duda].

+ Un título suficiente. O bebedor nocturno: [c1]. La foto que ilustra la entrada es de la librería Bertrand, cadena de librerías portuguesas, donde compre el pequeño tomo. El título atrajo poderosamente mi atención, mucho más que su horrorosa  portada. Después, en la lectura, he comprobado que mis expectativas eran erradas. Mientras yo buscaba una iluminación nocturna teñida de ebriedades y malditidismos, resultó ser la recreación de diversos poemas. Versiones libres de salmos bíblicos, poemas egipcios, himnos órficos o poemas zen. Finalmente, se convierte en un interesante regalo que, en el reposo de la última horas del día, ofrece una catalizador. ¿Se trata de eso?

+ En paralelo: la nada o el vacío. Antiguamente "nada" no tenía el significado que hoy tiene. Nada "es un residuo de la expresión cosa nada, cosa nacida, cosa criada, cosa existente" [A. Bello, Gramática, Tomo I, p. 324, nota sobre 358].  Cuando se encuentra la historia de una palabra parece aclararse una verdad. ¿Debemos confiar en la metáfora explicativa de las etimologías o la explicación histórica de una palabra es una guía sutil, pero no necesariamente válida?