sábado, 22 de noviembre de 2025

Tiempo

 


+ Un viaje que trae consigo olvido y tristeza. El paso del tiempo, su huella en las personas, en los edificios. No hay voluntad, una ceguera. El tiempo. Todo permanece en el recuerdo. Me alejo y la tristeza persiste. No hay otra cosa que la serena certeza de caducidad. El paso de los años. Vuelvo la vista atrás y veo lo que sé que habría de ver. 


+ Fuimos a la segunda de Mahler. Todavía no me lo he explicado y persiste su influjo. En algún lugar leo que la pregunta de la obra es si hay vida tras la muerte. Yo sé que durante la interpretación de la obra el tiempo se suspendió. Me embargó la idea de impermanencia. Terminó la segunda de Mahler y ya no llovía. El público, a la salida, se arremolinaba en la entrada del metro. El viaje subterráneo, los rostros de las personas, el regreso a la superficie. Todo parecía encajar con extraña perfección. No es otra cosa: el vuelo del tiempo.


+ Como un futuro no previsto, así vague por la calles de Madrid. El primer día, visité el Prado yo solo y allí volví a ver cuadros con los que he establecido una relación íntima. El segundo caminamos juntos y fuimos al cine. Un entretenimiento. El tercero, una obra de teatro que no me gustó. El lunes, caminamos mucho y sentí el tacto de las palabras, una medicina, un ensalmo, el reverso del tiempo. El tiempo, me dije, es el tema. De regreso a Galicia, pensé en el paisaje, en los amigos, en los sueños y en la posibilidad de permanecer silenciosamente, con la mirada suspendida, sin pensar en nada, en absolutamente en nada. Es cierto, dibujé cuatro escenas urbanas y un interior: el Museo del Prado,  y fue suficiente. Los dibujos son una imagen de la muerte, también.

 

+ Imagen:  esos pasadizos futuristas que hablan del pasado, del presente y del futuro, que se repiten secuencialmente como se repiten las estaciones y las edades. Vale. El orden de las transiciones.