sábado, 15 de noviembre de 2025

Sin indicaciones (32)



+ Dreams, Fleetwood Mac. Canciones que nos llevan a otro tiempo. Lo sé, una ilusión. Recuerdo escuchar la canción y preguntarme qué significado tenía la letra. Hoy no necesito respuestas, la música es suficiente y rechazo aquella hermenéutica sencilla y doméstica que trata de encontrar claves en las palabras porque las palabras se sitúan en un lugar más próximo a la música que a la lexicografía. 


+ [Desplazamiento (-s)]: nos relatan los preparativos de su próximo viaje, que las llevará a Buenos Aires. A mí me gustaría ir a Buenos Aires por razones literarias, principalmente: por el recuerdo que tengo del libro de Ernesto Sábato Sobre héroes y tumbas. Sin embargo, pensar en un viaje tan largo, pensar en el encierro en el avión durante tantas horas me desmotiva de una manera absoluta. El avión no me gusta y tantas y, lo dicho: tantas horas encerrado en el avión, me hace sentir angustia. Pensarlo me devuelve a lo terrenal y a la racional idea de que nada voy a encontrar allí que no hubiese encontrado en el libro de Sábato. Sé que admite discusión. Pero hoy el desplazamiento por placer es uno de los rasgos que definen nuestra época. Lo he pensado muchas veces, sobre todo cuando estaba en el avión hacia algún destino Europeo [yo nunca he salido de Europa y es muy posible que la cosa quede ahí]. Yo no me resisto, pero me resultan situaciones ásperas: el desplazamiento al aeropuerto, el aeropuerto en sí mismo, el avión, todos los rituales que implica el vuelo y la entrada en otro país, otro aeropuerto, otro desplazamiento del aeropuerto a la ciudad y el camino inverso. Me condiciona. No es la edad. Nunca me he sentido cómodo en el avión. Creo que no iremos a Buenos Aires y, simultáneamente, abrimos la posibilidad de viajar a los Países Bajos. Nosotros, aunque nos resistamos, también estamos imbuidos en el desplazamiento. Todos somos turistas. El fin de semana, las vacaciones como enseña. Ese fin de semana eterno que es el siglo XXI, mientras otros nos contemplan extrañados: los que pueden permitirse el viaje y los que no pueden permitirse el viaje. Se hace solida la posibilidad de un viaje a los Países Bajos [esta vez, con una idea pictórica].


+ De la misma manera que me recreo en esta boutade: “solo leo escritores muertos”, traspaso la idea a la música y, así, me interesa el rock o el blues porque me remiten a músicos muertos, una música que es ya arqueología. Por eso he comprado una Gibson Standard 50’s (Olivia es su nombre, ya que se terminó de fabricar el día 3 de febrero de 2025 y es Olivia, virgen y mártir, santa del día, entre otras y otros). Porque me relaciona con la muerte. Por eso conservo la Telecaster (Odette, proustianamente nombrada). Entiendo las guitarras eléctricas como una referencia al pasado, a mi pasado, algo que tiene aquel nombrado acento arqueológico o museístico. ¿Monumento o documento?, me digo. Cuestión siempre presente. Cómo vemos el arte: como objeto digno de admiración y culto, o, por el contrario, como una herramienta que nos permite adentrarnos en una realidad con la idea de reconstruirla. Creo que las guitarras y el rock and roll me dan la posibilidad de aunar en un solo objeto las dos posibilidades. [Durante la media hora diaria que me puedo permitir ese contacto con tan extraña realidad, media hora no es asunto menor]. La realidad que se distancia y que es preciso reelaborar.


+ Imagen: el vacío de la hora prima: lo inalcanzable. 6:45 am.