sábado, 23 de agosto de 2025

Ruido Blanco

 


+ Hay cuestiones musicales que tengo olvidadas o relegadas. He visto una cierta tendencia a sacralizar lo musical que me produce rechazo. Son rasgos que la edad acentúa. Lo sé. Escucho una canción de Heavenly [es la primera vez que oigo su nombre y la búsqueda, en principio, conduce a grupos que no son el que yo quiero encontrar] y percibo una sensación que se aproxima al rastro de un pasado que nunca existió. La banda de Oxford resulta evocadora. Esas confusiones. Paisajes, amores, edades. Nada de eso existió, salvo como confusa narración. Ahora cobra forma y, en otro tiempo, se hubiese transformado en barata erudición: saber de música pop. Lo apreciaba y ahora no me dice nada. Me he sumergido en otras aguas más profundas y misteriosas. ¿Me gustan? No lo sé y sí sé que otro tiempo me hubiesen gustado, pero ahora soy otro bien distinto. Cierro el reproductor y el silencio se erige en rey, salvo por el sordo trabajar del deshumificador. Ruido blanco.


+ El ruido blanco cura el alma cuando se aproxima el sueño, pero, también, puede tener un efecto mortal Una medicina sonora, un bálsamo para el alma. Un arma de acoso, también. Silencio, ruido blanco, la mente en blanco. Lo aleatorio y lo desordenado. No es un caos. Tiene propiedades el ruido blanco que se emplean en los interrogatorios porque crea desorientación. La desorientación previa a las simas del sueño. En bajas intensidades favorece el sueño. Particular esta dualidad: para interrogar, por la desorientación, para dormirse, por la relajación. La doble marca de la persona: desorientada o relajada. La esencia dual del fármaco: cura y veneno.


+ Entre los restos de naufragio, el desmantelamiento de la casa de mis padres, encontré diez sellos que rinden homenaje a Federico de Madrazo mediante su cuadro La Condesa de Vilches. Un cuadro que está en el límite de no ser muy conocido a convertirse en un fetiche. A mí el cuadro me gusta, me gusta mucho. Me gusta la carnación de la modelo, su pose, la pose plena de sensualidad. Lo he visto varias veces y siento ese temblor ante los cuadros que no admiten la reproducción. Encontrar en una carpeta esos sellos consiguió que regresase a un tiempo lejano, 1977. En aquel momento la suma del valor de los sellos fue de cien pesetas, que hoy podrían alcanzar los quince euros (esto es algo muy discutible y el cálculo que he realizado admite una horquilla tan amplia que la cifra no da idea alguna, pero dejo la mantengo). Guardo los sellos en una de las primera páginas de Omeros, el libro de Derek Walcott, una cuenta pendiente. Sé que me olvidaré y el día que abra otra vez el libro regresará este apunte. Dejamos rastros y pistas para que nuestra memoria se oriente, pero no hay un propósito preciso en ello.


+ No lo sabía, pero la palabra ‘socializar’ aparece en el diccionario de la Real Academia con la acepción de “intr. Hacer vida de relación social. Para los niños es indispensable socializar.” Está bien así. Yo la utilizo y me parece una buena pieza léxica para ciertas situaciones. No me gusta socializar, por ejemplo, que se equipara a los bailes regionales, a las fiestas o conciertos, a las celebraciones de pandillas, celebraciones familiares o de peñas quinielísticas, por ejemplo. ¿Siempre en negativo? No, no siempre, pero sí este envés es el habitual.


+ El debate, hoy, está en si contemporizar o no contemporizar. No es sencillo saber si ceder y aguantar resulta más beneficioso que la postura contraria. Sin embargo, hay un error analizar al las situaciones desde un punto de vista del caso como piedra de toque para descifrar una realidad compleja. Es más conveniente abstraerse y determinar qué sucede independientemente del momento y el caso concreto (plural o singular). Y lo que yo alcanzo a entender es que esta forma de actuar, la conciliación, está dada por la personalidad, algo que no es ni móvil ni circunstancial. Pero el debate está ahí: debemos guardar silencio ante la estupidez o, por el contrario, emprender una cruzada contra las tonterías que nos llegan con o sin finalidad. He optado por el silencio, de una manera táctica y en consonancia con mi principio rector. Poco más puedo decir. 


+ Nos encaminamos al final del verano y el ruido blanco se alza como emblema. Llega el privilegio del otoño. Ruido blanco.


+ Imagen: Acceso al parking, el no-lugar, la transición entre espacios, el espacio neutro .