sábado, 22 de marzo de 2025

La poesía, el olvido y las carpas y los peces koi



+ Lectura de Séneca continua y debo ya terminar ese libro, un recordatorio.


+ Una cita de Truman Capote: “Dos cosas malas no hacen una buena”. La cita se la oí a un político de mi total desagrado y me pareció acertada, aunque en el contexto en la que la empleaba no resultaba, a mi entender, justa. La tomé para mí y ya la he empleado dos veces. Las herramientas son así, sin intención y dirigidas a donde uno decida: el bien o el mal, el cuchillo que prepara la carne y el cuchillo que le sirve al asesino.


+ En el sentido de lo anterior, otra cita. Claudio Rodríguez: “¿Por qué es el mismo el giro del brazo cuando siembra / que cuando siega, /el de amor que el de asesinato?”


+ Pasa el tiempo y regreso a la escritura. El taller vacío es una mastaba. Fúnebre, arcaico, regio. Regreso y soy el mismo, esto he reconocido en los últimos años: una suerte de permanencia. Escribo, ahora mismo escribo con la delectación que satisface al pintor aficionado, en su ocio, sin más pretensión que obtener el placer que produce mezclar colores y aplicarlos sobre los trazos de carboncillo, en el lienzo. Escribir duele, en mi caso, pero el dolor se ve compensado por una extraña y no transmisible satisfacción. En ello estoy, en ello descanso.


+ Algo de Purcell, tal vez un oratorio, tal vez un apunte fúnebre para algunas exequias. Magnificencia que me lleva a paisajes que vimos de camino a Bath, esa sugerencia. Lo biográfico es un espejo.


+ Vuelve a mí “El barco ebrio”, como la nave de los locos, como un recuerdo que todavía está ahí, a mi disposición, Foucault. Son senderos que conducen a una idea de literatura o poesía, de filosofía enmarcada en la creación. El acto de escribir en sí mismo, una vía de conocimiento y avance hacia una profundidad desconocida, que no se descubre, sino que se construye. El tibio inicio del día donde se anuncia ya la primavera me reconforta, la lectura del poema también. He entendido algunas cosas sobre la muerte, sobre su falta de existencia, sobre su naturaleza conceptual y no traducible a lo ordinario. “Desde entonces me baño en el poema ignoto / del piélago marino, lactescente y astral / donde flotan a veces, como flores de loto, / los ahogados que buscan sUs tumbas de coral.” (Traducción de Carlos R. Dampierre).


+ Los comedores de lotos, los que se entregan al olvido.


+ El bote, que no bote, sino vaso, donde están mis lápices, bolígrafos, la tijera y el abrecartas, lo compré hace quinientos quince años en Londres. Su ornamento son peces koi o carpas y motivos vegetales. Hace momento se cayó y se espació su contenido por el suelo. Supuse que se habría roto, pero no. Si fuese supersticioso tendría una explicación adecuada a esta resistencia. Sin embargo, como ni creo en la suerte ni en la mala suerte, sé que es buen vaso que yo he destinado a un fin que no es el suyo. Repito y esto y sé, ¿seguro?, que nunca volveré a Londres. 


+ Imagen: un fragmento de las últimas horas del días.