+ Encontré un libro que me puede abrir nuevas vías de exploración. Una introducción a la hermenéutica. El libro tiene sus años. El hallazgo se produjo en una feria de libro de ocasión. Son las ferias que me interesan, son las librerías que me interesan. El resto, lo tengo en internet y las novedades, hasta cierto punto, me resultan indiferentes. ¿Puedo dividir el mundo en buenos lectores y lectores buenos, como si la lectura precisase de una cierta dosis de cinismo? No me pronunciaré, pero la calidad pasa por la ironía y la desconfianza, por el alejamiento de las buenas intenciones sin más fundamento que su soporte moral.
+ El poder me resulta ajeno. Aquello que leo sobre el mismo no de deja de ser un extraño relato que no alcanzo a poner en relación con una cierta condición de posibilidad. No soy más que un espectador y conforme me sumerjo en el estudio de las costumbres y las personalidad menos seguridad tengo. Me hago cargo de mi ignorancia. No se trata de alcanzar conocimiento, sino de conseguir algún trazo exacto en la descripción. La tarea es imposible y su práctica no deja de ser un afán, un anhelo que me permite disfrutar de mi capacidad predictiva, basada en la espera y la observación, en la desconfianza en mis propias armas. Vale.
+ Mis cuadernos de dibujo contienen una parte de mi yo que se escinde, que se rebela contra el resto. Estos último dibujos no me gustan, pero tampoco me disgustan. Trazos nerviosos, sin demasiada correspondencia, colorido equivocado, pero el yo que los realiza no está de acuerdo. En esta lucha vivo, me mantiene vivo: la lucha entre mis partes. Sin acuerdo.
+ Ha llegado el calor y me afecta de una manera desagradable. Me ralentiza. He tomado café y el efecto no se ha completado. No soy capaz de leer, tampoco de escribir. Cierro la semana sin haber cumplido con mis afanes, el signo y la enseñanza. Los planes siempre son móviles. Cierro la semana, repito.
+ Imagen: En la primera hora de la mañana, cuando el día despierta. [Vivienda militares en Pontevedra, Bar Boo]
