+ La fijación de los recuerdos me resulta extraña. Difícil de explicar. Hoy, segundo sábado de junio, recuerdo cuando fuimos C. y yo a Madrid, hace poco más de una semana, y decidimos tomar una merienda de café y tartas, algo caras, pero, al tiempo, una experiencia plenamente satisfactoria. En el salón de la pastelería estaban dos mujeres que hablaban en francés, una nativa, la otra española. El hecho de compartir un café y hablar en francés me pareció algo elegantísimo, si es que esta palabra tiene cabida en mi vocabulario actual (tal vez se trate más que nada de una arqueología personal: lo elegante es el emblema y lo vulgar el crucifijo para el vampiro). La española pronunciaba muy mal pero hablaba con una gramática correcta, subordinada a la norma (hasta donde yo conozco). Ay, las caras porciones de tartas riquísimas (una de mis preferidas: selva negra) y el francés transformado en estímulo en el último día de mayo. Así, pienso en el porqué de esta rememoración, hoy segundo sábado de junio, y me parece una manera de crear un mundo mediante elecciones y afinidades, sentir la caricia del tiempo, suave e implacable, esa mano de hierro en guante de seda. Recuerdo el escenario, los sabores, las formas y la amplitud del momento, creo que por un instante fuimos eternos, luego debimos tomar el avión y regresar el mundo de los mortales. Pienso que ellas siguen allí, hablando de lo cotidiano, pero en francés, con risas y alborozados cafés y pastas pálidas, tal vez un té verde o rojo, tal vez no. Persiste la memoria.
+ Día de votación, lectura de Antígona.
+ [Pulp - “Sheffield Sex City”]: la ocasión de recuperar la música de Pulp es propicia. Reconstruir aquel mundo de hace diez años, volver a ver ciudades del Reino Unido, su perfil en la noche, viajes en autobús en la profundidad de la noche, camino del aeropuerto. Música para rememorar. Todo es recuerdo, pero flota su vibrante idea sobre la trama urbana y creo que de eso se trata. Teatro de lujuria y olvido, la ciudad se expande, se contrae, chocolate y cigarrillo, café y lectura. Hace tiempo que no fumo, pero su estela permanece. El hormigón, el asfalto, el centro de la ciudad y la exclusión del extrarradio. Lo recuerdo y duermo. En fin, la canción se publicó en 1993, por lo tanto han pasado 31 años. Un suspiro, en definitiva. Jarvis en ese entonces tenía 30 años. Hoy tiene sesenta, a punto de cumplir sesenta y uno.
+ Sigo con el libro de Alberto Santamaría Un lugar sin límites. Música, nihilismo y políticas del desastre en tiempos del amanecer neoliberal. Ahora sigo una presentación que el autor hace del libro en una librería de Santander. Resulta importante subrayar que no se puede separar al autor de su momento, de su contexto, a riesgo de caer en la hagiografía. Retengo la idea y sé que la tengo presente a lo largo del día y es es una piedra de toque para cuando escucho a otros con intereses o me veo en la obligación de emitir una opinión. Aunque, la verdad sea dicha, escucho más que hablo. Sin contextos cualquier idea está en el aire, cualquier aspecto creativo. La cultura sin política no es tal, salvo que por una inversión se nos muerte como metáfora ese pretendido vacío o vaciado. En fin, continuo con la lectura. Las esperanzas truncadas, los conceptos que se pudren.
+ Vivimos en la estela del pasado, no hay compartimentos vacíos sino vasos comunicantes. Acerado atardecer. Una disonancia y un trazo sobre el paisaje. Mi yo es un otro, pero el liberalismo está ahí, para condicionarme.
+ Se termina una semana y ha habido cambios, imperceptibles pero importantes. Una declaración de intenciones que se hace solida en sus propósitos, más firmes, más dirigidos.
+ Imagen: lo cotidiano, el perfil de nuestra indumentaria nos condiciona y define.
