sábado, 2 de marzo de 2024

Un magnífico eje de simetría

 

+ A  veces se abren grietas inesperadas. Su súbita aparición releva la tarea y se imponen con violencia. No una violencia física, no una violencia verbal. Una niebla, un viento, un rumor entre las hojas que no tiene consistencia, pero sí una extraña capacidad para desmontar lo construido: la tranquilidad.


+ Se desplomó, su cabeza batió contra un escalón y murió. 


+ En un arrebato he comprado los billetes de avión e iremos, C. y yo, a ver la exposición de Tápies en MNCARS, La práctica del arte. Al mismo tiempo he comprado el libro que da título a la exposición, que, en su momento, escribió el pintor. Creo en estas iluminaciones. En realidad, la medida del tiempo resulta inexacta y son estas balizas las que ordenan las edades, con suma elegancia: quiero creer. Se trata, finalmente, de una conexión biográfica. Cuanto tenía yo trece o catorce años recuerdo haber visto en Santiago de Compostela un gran lienzo de A.T., me sorprendió y durante tiempo pensé mucho en él. Más tarde, no mucho más tarde, supe de qué se trataba: identifiqué al pintor y la etiqueta: informalismo. En ese momento nació la pregunta o, mejor, una manera de preguntarse por la materia como solución a las dudas sobre lo plástico y aquello a desdeñar. Tal vez, tal vez no. Es cierto que el amor por la plástica nació en aquellas visitas a exposiciones a las que mis padres nos llevaba, pero el conocimiento profundo vino luego. ¿Hablar sin rubor de conocimiento profundo? No se trata de una afirmación cualitativa ni cuantitativa, sino que la huella biográfica pesa en la decisión de acudir a la exposición en MNCARS de A.T. para recuperar o reencontrarse con ese amor a la pintura que surge en la última parte de la infancia. Y, sí, conocimiento profundo que a lo largo de los años se ha ido refinando y su estilización se mantiene en este presente que habito. 


+ Encapsulada, la conversación dio paso al silencio.


+ Cabe el error, y con él cuento. Sin embargo, tengo el convencimiento que la visita a la exposición de Tápies resultará provechosa en lo académico, pero, también, en lo personal. Se trata de recuperar una etapa vital y, al tiempo, fijar un punto de vista. La posibilidad de cambio o, mejor, la necesaria movilidad del observador. Prepararé la visita, pero sin llegar a entrar en una relación religiosa ni con el pintor, ni con la obra. Me mantengo al margen de ritos y comuniones. Lo dicho, personal por llegar a una parte del pasado e intentar reconstruirlo. Académica, en el sentido de trabajar con lecturas que he realizado sobre la impermanencia de las categorías estéticas, la invención del arte y la duración de una idea romántica sobre la percepción y el papel del artista, el lector o el mercado mismo. Ahí está el reto.


+ La preparación del viaje vale más que el viaje en sí mismo. Se puede decir lo mismo del recuerdo del viaje: las fotos, los textos, las conversaciones. El viaje es un magnífico eje de simetría.


+ Hemos hablado esta mañana sobre Paco de Lucía. Mientras mostraba su admiración por el desparecido guitarrista, admiración compartida, yo pensaba en que, quizá, el viaje a Cadiz no sea una casualidad. Se aúna el Tápies de la juventud con una querencia paralela por el flamenco. No creo estar necesitado de identidad, pero si la identidad es esta, estoy conforme. También, esta mañana, en un receso, pasé un rato viendo fotos de García-Alix. En la pantalla parecía otra cosa, pero se mantenía aquello que en su momento me interesó. Living in flashback?


+ [Rubato o tempo rubato (del italiano «robado») es un término musical que se utiliza para hacer referencia a la ligera aceleración o desaceleración del tempo de una pieza a discreción del solista o del director de orquesta con una finalidad expresiva]: la correlación entre el término citado, rubato, y lo cotidiano tiene su explicación. He asistido a una estúpida discusión, estúpida por una de las partes. Una prepotencia endiosada sin motivo, un error que se mantiene de una manera injusta sobre la base de una posición de poder. No me gustan las injusticias, tampoco la soberbia, mucho menos si no hay motivo para tal. En fin, asistí y aprendía algo sobre la persona que protagonizó el incidente. De todas manera, no fue otra cosa que la confirmación de una intuición construida en función de una trayectoria. Caprichos, enfados, ácidas sentencias indisimuladas. Lo dejo y vuelo a intentarlo con la guitarra, no merece la pena acodarse en la estupidez.


+ Imagen: el subsuelo y la realidad emboscada.