+ Leo Marinero en tierra y leo La arboleda perdida, una vieja edición de los años setenta. Ambos libros los he comprado en una web de libros de segunda mano. Durante el fin de semana me he dedicado a sumergirme en ese universo que construye Alberti. Resulta próximo, cerrado y vívido. La vitalidad transmitida me inunda y, luego, pienso y reflexiono y sé que la figura del autor no la conozco tanto. Esta primera etapa me conmueve y la siento cercana. ¿Deberé indagar hasta romper esta magia? Con otros autores me ha sucedido. Indagar demasiado en un escritor puede llevar a un rechazo de su obra que no se justifica, salvo por razones morales y, ya sabemos, en literatura las razones morales están de más. Un libro es un objeto, un artefacto que se cierra sobres sí mismo. Qué útil me resulta en este momento la postulada muerte del autor, y así lo tomo: un índice más en el conjunto del artefacto: un paratexto. A nadie quiero escandalizar, salvo utilizar las herramientas que a mi disposición tengo.
+ “Bendita rutina, quien la denosta es un necio”.
+ Pierdo el tiempo en extrañas cosas. Entrenadores personales que citan apócrifos de Marco Aurelio. Tatuadores que explican el porqué cubrir de negro uno de sus brazos. Fundiciones indues que fabrican sartenes o crucifijos. Lo sé. Es una pérdida de tiempo y describe nuestro mundo, ese presente del que me veo alejado, cada vez más, mientras me hundo el vicio de la lectura. Otra pérdida de tiempo. ¿Seguro? No lo creo.
+ En breve me operaré y trato de pensar en qué libros me llevaré para mi estancia en el hospital, que será, al menos, de tres días. Es una elección que me gusta hacerla con cuidado. Hay un libro que sé que voy a llevar: La Regenta, estaba planificado desde hace tiempo. Sin embargo, no es suficiente y debo llevar algún refuerzo, pero tampoco puedo excederme. El límite está en tres libros, contando la obra maestra de Clarín. Dos libros. ¿Poesía, ensayo o, quizá, otra novela? La elección es importante. Puede, no lo sé, que llevé Las armas y las letras de Trapiello, porque el tema me interesa mucho y deseo indagar en ciertos aspectos de biografía y la imagen autoría de Alberti. Bien, es una posibilidad. Hay ciertas cosas de Bourdieu que podrían incluirse en esa dupla, pero, lo sé, hay una posibilidad de abandono muy grande, ya que la concentración necesaria, aunque no imposible, se me asemeja muy difícil. Dicho esto, ¿algo de poesía, un libro extenso y complejo, en la línea de las Soledades gongorinas? No me preocupa y me satisface esta movilidad de las lecturas, un regalo de los dioses, el regalo que mis padres me inocularon en la infancia. Hasta aquí. Mi yo lector se conmueve y se emociona, su vida se sobrepone a casi cualquier aspecto vital, incluso a la enfermedad, al defecto que los doctores deben solucionar. Mi objetivo, la lectura en la postración del hospital.
+ Declaraciones que no son otra cosa que la manifestación de la identidad. Mostrar preferencias, disgustos o indiferencia tratan de ofrecer un retrato de lo que se desea que los demás, yo en este caso, vean en la persona que habla. No me puedo sustraer a toda esas suma de rasgos. La entonación, las manos, los ojos, inflexiones, dudas y certezas, sonrisas y el fruncimiento de los párpados. Así, estudio a la persona sin más objetivo que encontrar algo que me indique que sí, es un personaje válido para esa novela que no escribiré. Diálogos y silencios, suficiente.
+ Hay laberintos administrativos de los que puedo intuir su funcionamiento. Cada vez que indago en ellos no dejo de sentir una suerte de estremecimiento. La desprotección del ciudadano ante la máquina que controla y gestiona sus asuntos, muchas veces de vital importancia, es tan abstracta como fría, a pesar de estar integrada por personas que llevan una vida ordinaria de ilusiones, hijos y deudas saldadas. No se trata de apariencia, de sino de la dura realidad: inamovible y lejana, incomprensible y sorda, también muda. Esos laberintos que trato de explicar y no lo consigo ocultan el proceso y eso, aunque no creo que se espontáneo, sí son efectivos.
+ Imagen: Vacío.
