sábado, 1 de abril de 2023

Vanitas

+ La pasada moción de censura es un certificado más del cambio de era: la irrupción de una otra política donde lo institucional es un trampolín más, que permite escenificaciones y declaraciones que socavan la institución misma. No deja de ser una traducción del espectáculo televisivo al parlamento, donde el giro de guión pesa más que el fondo y la esencia del discurso, su naturaleza o su destino. No hay mensaje porque el mensaje es la aceleración y el efecto hacia un objetivo que todavía está por definir y donde no caben simplificaciones. Con todo, el personaje que desarrolló el candidato resume una idea que siempre flota en mi manera de ver y entender el mundo, de opinar sobre comportamientos y personas: el carácter es el destino. Ahí es desde donde yo puedo entender al candidato, quizá cuando era comunista también estaba imbuido en el mismo afán, donde el color no importa sino la dimensión del pedestal.


+ Regreso del trabajo y veo a un adolescente agarrado a su madre en la entrada del instituto de enseñanza media. Ambos lloran. Me detengo un momento y observo, no me parece conveniente y, antes de marcharme, veo como el padre estalla y comienza a gritar. Camino y oigo gritar al chico, me vuelo y veo como tira su mochila y el chaquetón contra el suelo. No sé nada, todo lo desconozco, pero me apena. Hay dolor y no es un poema en una sosegada tarde de otoño que me transmite esa verdad cierta del vida: su finitud, esa triste realidad. Es dolor y es triste. No sé, la intuiciones abren caminos y lo inesperado resulta esclarecedor, una chispa que incita al incendio. Lo pienso, continuo mi camino, trato de no pensar, la música es un bálsamo que no termina de funcionar. Lunes. La semana comienza con un escena desagradable, triste, misteriosa. La adolescencia es dolor. ¿Malas notas, acoso escolar, una expulsión inmotivada o motivada? Quién sabe, yo nunca lo sabré y queda ese hilo, ese mal sabor, poco más. Traté de no recordar mi adolescencia, solo eso pude hacer: nada más.


+ Más señales de dolor y malestar. El dinero como fuente de sufrimiento.


+ Se abren debates bioéticos. Se trata de la compra de un bebé que se disfraza amablemente mediante un eufemismo. Gestación subrogada. El eufemismo siempre esconde el intento de enmarañar la realidad, un acento de verdad atenuada mediante el disfraz de un tecnicismo en el que se embosca la desagradable realidad de las cosas. Es algo que se materializa con la ayuda de diversas artimañas. Cualquier explicación debe partir de la propia revista del corazón que se hace eco de la gestación subrogada de la famosa. Perdió a su hijo, tiene sesenta y ocho años y mucho dinero. El espectáculo comienza.  Pudiendo guardarse para sí y para los suyos esta extraña maternidad la exposición es uno de los objetivos, no sé si el principal, pero sí con su importancia. ¿Vanidad?


+ Dos párrafos sobre la paternidad y la maternidad. No era mi intención porque parto desde el punto en que nada tiene sentido, tampoco ni la paternidad ni la maternidad, pero una vez establecidos el contexto requiere una explicación. La sensación es extraña, estoy imbuido en el cruce entre la costumbre y lo conveniente, un malestar que se reproduce cada vez que me preguntan si tengo hijos. La respuesta es no y no hay razones tras ello, salvo particulares concepciones nihilistas de la vida: la vida carece de sentido. Por la mañana, camino del trabajo, escucho algunos podcasts en línea sobre Houellebecq. Quizá ese sea el tono de este momento. Transhumanismo o posthumanismo, cualquiera de las etiquetas me sirve. El nihilismo consustancial al momento histórico, como si todo el romanticismo y. La postmodernidad se hubiesen derrumbado repentinamente. Pero no es algo espontáneo. No hay certezas, pero sí incertidumbre. La incertidumbre hace que resulte extraño que una mujer de su edad busque un bebé para calmar su dolor, mientras lo airea en la revista del corazón más importante del país. ¿Un relato? ¿Ese relato continuo de los famosos, como una opereta o un folletín sin principio ni final? Ahí se insertan esta última nota. Los debates morales que suscita y la facilidad para enjuiciar lo ajeno y no ser justo con lo propio. Es el inicio del siglo xxi, que no resultará comprensible antes de cien años. Y esa comprensión será otro relato, se dijo y continuó con su tarea, sin ganas. Todo lo moral lo dejo a un lado, ese hastío.


+ Imagen: fragmento (-s)