sábado, 15 de abril de 2023

Pop y nihilismo

a lanzada

 + No me gustan los cambios y la esencia de la vida es cambio. Trato de adaptarme a esta naturaleza, lo consigo y no me opongo. Lo importante es no oponerse y dejarse llevar. Lo que fluye resulta más llevadero. En los últimos tiempos he visto cambiar el eje de giro de mi vida, pero no el centro, que son cosas distintas. Lo he aceptado con alegría, sin entrar en ejercicios de queja y debilidad, tan contrarios a mi modo de ser. La queja me gusta menos que el cambio. No se trata de ser fuerte, sino de no molestar. En ello estoy. Leo poemas que me dan cierto abrigo porque los considero inamovibles y en mi escala así son: hitos o balizas firmes que me dan seguridad. Con ese poco me basta. En este sentido, tengo libros atesorados para el futuro, para cuando necesite algo a lo que asirme. No son muchos libros. El tono declarativo tiene un reflejo en otro cambio que me descentra y trato de entenderlo mientras lo estudio. Describir el aburrimiento es dejar de estar aburrido, alguien me dijo hace ya tiempo. Yo nunca me aburro.

+ ¿Los porqués del tono declarativo y/o confesional? A saber. 


+ Repaso una lista de temas que tengo en la libreta de notas del ordenador y me sorprende el hilo que muestran. Hay una línea que va desde el inicio de la libreta hasta hoy. Se trata de la relación entre el mundo digital y el ascenso de los populismos. En este sentido, me he dedicado a leer manuales de ciencia política durante los últimos dos o tres años. Los he leído lejos de una sistemática, se trata de una tarea complementaria a lectura de periódicos y revistas, tanto en papel como en línea. He llegado a la conclusión de que no se pueden despreciar los ciclos. Me parece muy adecuado aquello leído a Julián Casanova que la historia no se repite, sino que rima. La rima es lo que busco. Escribí la semana pasada que el alza de los precios es un factor muy importante, pero, en realidad, se traduce en infelicidad, la infelicidad que produce la incertidumbre. La felicidad es un percepción, el alza de los precios dinamita sus cimientos. La literatura otorga herramientas que posibilitan una suerte de entendimiento, un comprender las motivaciones diarias de las personas. Y, quizá, no tanto de comprender como de observar. El observador se resiste a emitir un dictamen o una opinión, describe sin valorar, pero la descripción, por selectiva, es, también, un valorar los hechos. La literatura se posiciona en ese ámbito y me ayuda a situar lo que anoto en la citada libreta. Así, abrí El viaje al fin de la noche. Comienza en día, las tareas dan sentido al afán. 


+ Una vez más, sin miedo y sin esperanza.


+ Quiero mantenerme firme en mi propósito de no comprar libros que no voy a leer o a consultar. Lo sé. Atesorar libros es un vicio, y, como todos los vicios ,resulta una costumbre perniciosa. Se pude observar en ciertas casas en las que los libros se acumulan sin orden, en rimeros inmensos, como arquitecturas desengañadas. En otras, sin embargo, guardan un orden. También las hay en las que lo único perceptible es su ausencia. No sé si se trata de buscar un término medio o suturar lo mínimo, establecer un número limitado de obras que resulten útiles en el futuro, cuando ya solo quede la lectura. O ni eso. Mi propósito es firme, tal vez, una misión. 


+ He comprado un libro Literatura y público de Ricardo Senabre. No es una excepción, sino que se incrusta en la necesidad que impone la investigación. Estética de la recepción, marco teórico, estudio. No me he saltado la regla que me he impuesto.


+ Desconozco el número de libros que tengo, pero necesita esta acumulación una cura de adelgazamiento.


+ Me entretengo en tareas nimias mientras todo arde. No es un reproche, es una constatación.


+ “Ha cambiado el contexto y la pérdida de educación es a gran escala”, circunspecta pronuncia una dependienta de la sección de perfumes, una señora la escucha y yo hago mi observación sociolingüística. Una deformación, un saber olvidado que renace por un momento. Es un hecho. Refleja una condición estudiada hace tiempo, con la ayuda del trabajo de campo, el análisis y la estadística. Solo veo una variación: el influjo de las redes sociales en el vocabulario, porque yo entiendo, y estoy dispuesto a admitir mi error, que hay un barniz sociológico en lo que la dependienta expresa, pues el circunloquio no es gratuito y se tiñe de lo leído en algunos lugares, impregnados de política y opinión. Sin importancia. Nos dirigimos hacia otra planta y todo continua girando. La vida tiene cierta reiteraciones gratificantes, que aseguran el relevo y la persistencia del conocimiento.


+ He fallado en mi propósito de no comprar más libros. Serotonina, Houellebecq. En fin, un libro que presté, perdí, compré en francés, leí en francés y vuelvo a comprar para leerlo en las noches en la casa del padre. No sabría decir por qué ahora quiero leerlo en español, otra vez. Cierto es, podría haberlo cogido en la biblioteca, pero no. Lo he comprado. ¿La explicación? Houellebecq me otorga una suerte de visión pop de la realidad que me reconforta y eso es lo que busco. Pop y nihilismo, a partes iguales.


+ Imagen: A Lanzada, un paseo, la foto como testigo.