sábado, 14 de enero de 2023

Circunstancia (7)


+ Recupero las dos ideas que tomé del documental que vi en Canal Arte sobre J. Habermas: 1) Las crisis de legitimidad se producen cuando está en juego la integración [del individuo] 2) El conflicto estalla en la intersección del sistema [las instituciones] y el mundo de la vida [las relaciones sociales, por ejemplo].  ¿Por qué vuelvo a copiar estas dos ideas? Entiendo que estamos en otro mundo, en otra época. No es cosa mía, aunque lo intuía. En el mismo Canal Arte vi una larga entrevista con Bruno Latour donde afirmaba lo que yo dije un poco más arriba y que tiene un correlato en que “la abundancia se ha terminado”, algo que dijo también Emmanuel Macron. Lo que en algún momento me llegó como indicios difusos va tomando cuerpo y lo de Bruno Latour no es otra cosa que una constatación de que la brújula no funciona mal. La pandemia marcó un antes y un después en ámbito de lo colectivo, pero, también, en lo personal. Yo lo he experimentado y hay personas que, también, me lo han transmitido. Las emociones, el miedo, la distancia, la reunión con viejos amigos, pero también el valor de los sistemas de salud y sus profesionales, la red solidaria entre vecinos, que se expande a la ciudad misma, la comprobación social de los efímero, la poca entidad que lo humano y sus obras tienen, sometido al dictamen implacable del tiempo, que “muerde estatuas”. Las dos realidades son complementarias y la una no se entiende sin la otra. Veo una precarización que avanza a lomos de la inflación, aunque ya estaba aquí y no hay una razón única, sino que lo múltiple e inasible, al menos desde este presente, es la materia que reclama una estructura, el esqueleto que sustenta la carne de la historia. Trato de establecer una suerte de mapa del territorio y me cuesta, estas dos ideas apuntadas parece que me dan una guía, una falsilla sobre la que comenzar a pensar. La fricción entre las instituciones y la calle me parece evidente, pero no basta esta intuición. Necesito apoyos. Una frialdad burocrática que no entiende que su supervivencia pasa por el bienestar de los trabajadores, los parados, los que tienen que decidir deben escuchar a los que sus decisiones perjudican, por su propia supervivencia, aunque solo sea por un neto egoísmo.

+ Disquisiciones sobre si alguien que ha nacido en la segunda mitad del siglo xx, por ejemplo en 1966, pertenecen al pasado siglo o al presente siglo xxi. Si atendemos a la producción de ciertos escritores, como arquetipos del desarrollo de la persona, su imaginario y su ideología, la respuesta se complica. ¿Galdós es un escritor del xix o del xx, porque murió el novelista hacia 1920? La importancia de esta reflexión se centra en la comprensión del presente, siempre tan complicada como atractiva. No cabe la menor duda que la madurez aporta un punto de vista sosegado que apunta a una cierta sabiduría, aunque sea forzosa, pero, al mismo tiempo, el estar al día en cuestiones políticas o culturales sobrepasa a la juventud. Alguien parece añadir: la juventud está sobrevalorada. No sé, quizá los períodos históricos rebasen sus propios límites y los cambios de siglo no van a acordes con el calendario. ¿Cuándo comenzó el siglo xxi: en el año 2000, en el año 2001 o cuando se inició la pandemia? Son acotaciones que solo tendrán sentido en el futuro, hoy nos dedicaremos a tratar de tomar algunas notas en este taller, que en ocasiones no tiene otra función que la oxigenación de la maquinaria. Vale.

+ [Poetas desconocidos]: circunstancias que no vienen al caso hacen que en mis manos caigan colecciones de poemas que yo nunca había oído hablar de sus autores. Recojo el libro con cariño y lo abro con amor. Trato de ver que no hay tanta diferencia y no la hay. Son autores que han dormido en algún limbo de una librería de viejo y la editorial donde publicaron era, ya en su momento, una editorial de prestigio, los otros autores de la colección son hoy célebres nombres que adornan institutos de enseñanza media o recoletas glorietas en donosas villas. Sin embargo, ellos no. Él no. Es un autor que nadie conoce, a pesar de tener su página en la Wikipedia. Lo sé, la vanidad del tiempo en caprichosa y el reconocimiento viene de la suerte o de la constancia y la voluntad del triunfo. En algunos casos no se conjuran los hados en el discurrir exacto de la carrera y los poemas solo son el olvido de una obra, ni menos ni mayor. ¿Podría llegar el día en que fuesen descubiertos por la inteligencia del explorador, del arqueólogo de lo lírico? Tal vez, tal vez no. Me centro en la lectura que describe el vuelo eterno del que murió por osar a conducir el carro de su padre, El Sol.

+ Pero el tema, me dices, es el tiempo. Cómo no, te digo, cuándo no fue el tiempo y su correlato, la muerte. Nunca antes, me respondes, resultó tan certero. Nací en los años setenta y me acerco a los cincuenta y me creo todavía que soy joven, ya no lo soy, pero me resisto. La fluida respiración del día, su afán, su gloria y su derrota.

+ En los inicios del años diferentes noticias hablan de la muerte. El accidente de automóvil y el apuñalamiento a la salida de la discoteca. La muerte es el tema, el único que tema. No por oculto, menos presente. He reflexionado sobre ello y veo la imposibilidad de encontrar una solución. Un hombre viaja tranquilo con su familia, se desliza plácidamente por la autovía, llueve con intensidad, pero el coche es confortable, nuevo, moderno, con todos los adminículos que procuran la certeza del futuro. Pero el futuro nunca está asegurado. Otro vehículo invade raudo su calzada e impactan. Muere casi en el acto. Su mujer y su hija, un bebé, permanecen en estado grave. No quiero hacer preguntas ni buscar explicaciones. Abro Twiter otra vez y me comunica que un joven de 17 años se debate entre la vida y la muerte tras sufrir un apuñalamiento a las cinco de la madrugada, a la salida de una discoteca. Qué decir. Salvo el silencio, poco más. El determinismo cobra carta de naturaleza en el momento en que nos hacemos cargo de esta inexcusable realidad: todos hemos de morir. ¿Cómo, cuándo, por qué? Mejor guardar las preguntas y permanecer en silencio. [En la Autovía A-52 / En Santiago de Compostela]

+ Continúo con la lectura de un poemario que, yo creo, resulta desconocido, a pesar de estar publicado en una editorial prestigiosa y con un director de la colección célebre. En mi opinión, no se trata de un gran libro, no son unos poemas que me lleguen, ni por su técnica ni por la elección de sus motivos. Ay, los motivos. Sin embargo, se aprende mucho. Qué importante resultan las obras sin demasiado valor para construir un instrumento de medida que sea preciso. Ahí está su importancia.

+ Imagen: un_cierto_vacío.