sábado, 15 de octubre de 2022

Puesta en escena


+ Reflexiono, por un momento, sobre aquella sentencia que dice que un hombre de cincuenta años ya lo ha visto todo. Estoy por asegurar que se puede atribuir a Marco Aurelio, pero no es ahora momento de comprobarlo. La sentencia recoge una verdad incontestable: las experiencias terminan por solaparse, crean capas espesas y estas capas impiden el correcto funcionamiento de la ilusión. La ilusión de la compra, del viaje, del amor. Todo ello sucumbe ante la implacable pesadez de la rutina. Lo rutinario termina por hacerse lo esencial, la rutina como refugio o madriguera, la rutina ensalzada y triunfante, la escaramuza que tiene el confort. Así, quien llega a esta edad, los cincuenta, está sumergido en una estabilidad que impide cualquier asombro o sorpresa. Hay otra cara, la del que ha aprendido de lo visto y sabe cómo se comportaran los que rodean, los que llegan y los que se van. Estas experiencias resumen una suerte de sabiduría que se puede resumir en una palabra: anticipación. Navegar entre estas dos aguas debe tender hacia un equilibrio, entre la sabiduría y el aburrimiento.

+ Una cantante reconoce sus problemas con el alcohol y las drogas. Lo leo y no sé a qué responde, si a la promoción de un libro, a un relanzamiento de su carrera o a una cura de sus s dolencias. En cualquier caso, se refleja una enfermedad, la punzada constante del desarreglo y el desequilibrio. Sus canciones no las recuerdo, su rostro, tampoco, pero queda ese rastro de dolor, que resulta compatible con la ausencia, con la reiteración de tantas y tantas cosas que siempre quedan en el tintero.

+ Desde que he retomado el gusto por el dibujo me encuentro con preguntas que tienden hacia el interior, mi interior. El estudio de la realidad para su traslado al papel, con mayor o menor fortuna, establece en la mirada una nueva dimensión. Se valora el encuadre y la perspectiva, pero eso se prolonga mucho más allá del momento mismo del dibujo en sí, del proceso de coloreado posterior. Cada momento del día puede ser invadido por una explosión: un valorar lo que se ve destinado a establecer el posible dibujo, que no se hará. La meditación sobre lo que se ve me conduce a dudar de mi propia visión, de la conexión entre mano y mente. Así, me aporta un espacio de desconexión interesante: puedo estar sin hacer nada, sumido en la quietud, porque no me aburro, porque, en realidad, llego a establecer encuadres, puntos de fuga, colores, destacados colores o grisallas que se centran en las luces y las sombras. Tal vez de eso se trata, de no aburrirse.

+ Potencio la imagen que opone la fuente al pozo. Los excrementos en la fuente son expulsado por la acción del agua que no para de correr, el pozo por los excrementos se ve contaminado. La imagen no es mía sino de Marco Aurelio, pero quizá ni siquiera de él; con todo importante y necesaria, útil y bella. En el rechazo de la negligencia descanso.

+ Muere el miércoles, el miércoles festivo. Un sopor extraño me ha invado y tras una pesada siesta siento el tacto del cansancio. Lo pesado, lo espeso, lo oscuro. Demasiada información, demasiados cambios de tiempo, exceso de temperatura en esta época del año. Calor grueso y mullido en el avanzado inicio del otoño que intenta herir la voluntad, pero no lo consigue.

+ Veo su foto en blanco y negro y tiene veinticuatro años. Sus ojos atesoran ya la fiereza del presente, de este anciano de casi ochenta años, pero vaticinan todo lo que llegó a ser. Hay un desarrollo en la personalidad que estaba en la semilla que engendró el óvulo. Ahí está, desafiante e impasible, sabedor de gustar y con la perspectiva del triunfo. El triunfo es algo extraño e inestable, tanto depende del juicio de los otros como se diluye en el juicio personal, o a la inversa. También, al acecho, está el fracaso. No entiende de fracasos, esa palabra no le sirve y la desecha. Una vez apartada, como un mal augurio, la palabra nunca deja de palpitar. Si se diluye el éxito y el mérito, también es posible elevarse desde el fracaso, con desprecio. el desprecio de su gran arrogancia. En esos ojos desafiantes se da el rostro bifronte, se perfila el hombre que será en el futuro. Pero esto yo lo puedo decir porque conozco el desenlace, de no ser así, todo sería aventurar y tender hacia el error. ¿Sirve la falsilla para otros análisis, para alguna predicción? No.

+ Imagen: el blanco como eje del tríptico, debo pensar si hay un nexo entre texto e imágenes.