+ Han pasado ya las Navidades. Queda esa sensación de superar un examen, de comenzar a preparar el siguiente, aunque todavía hay tiempo. Tiempo. El tiempo no es un capital que se pueda ahorrar o malgastar, es solo una unidad de medida que tiene o no tiene una correlación con lo real. Todos los modelos guardan en sí imperfecciones que conducen al error, el tiempo no deja de participar de esta naturaleza y su error es confundir el tiempo cronológico con el tiempo interior, ese que nos muestra su celeridad [cuando no hay tal]. Sin embargo, entre todas las balizas temporales, es la de la Navidad la que más certeramente se encamina hacia el examen. El año que muerte y el año que comienza, los ausentes, los presentes y aquellos que se han distanciado. El recuento es necesario y breve. Me alejo de los sistemas de culpas, méritos, recompensas y castigos, me centro el paisaje y en la tranquila y circular vida de los gatos, lo hago porque creo que ahí se atesora una suerte de sabiduría que rebasa la constante evaluación de nuestras vidas.
+ La encontramos y resultaba evidente que había bebido, aunque se mantenía en un punto sereno y tranquilo, a pesar de saltar de tema en tema y, despuésm centrarse en sus dolores, de varios tipos, con diversas profundidades. Certifiqué el paso del tiempo y su labor de zapa. La vi y me di cuenta de que tenemos la misma edad. ¿Qué quiere decir eso? Nada. Quedó una suerte de ternura flotando en el aire, el aire frío de diciembre.
+ Es un instante, poco antes de llegar a casa, cuando aparece en la radio, en Radio Clásica, una mención al velo de Maya. Se desvanece el decorado y el yo se disuelve con la ausencia de ese decorado. No hay nada, me digo y estoy muy cansado, con el deseo de llegar a cama y abandonarme a esa otra disolución que resulta ser el sueño. Sí, estoy de acuerdo, pero poco importa. El yo tiene tanto peso que me oprime y me impide respirar, me centro en exceso en mi persona cuando esta no tiene tanta importancia, pero eso es algo que me vino dado por tradición, sociedad y contextos. Religiosamente me vi reflejado en esa pesadez del alma, sin pensar en su posible desaparición, como si esta fuese a perdurar más allá de la eternidad. ¿No es así? El velo de Maya me despertó en medio de la noche, fui al baño, regresé a cama, dormí y no recordé nada. Benitas noches sin sueños.
+ El ansia de unidad, el anhelo de coherencia, la imposibilidad de ambas.
+ Unidad y coherencia, repito mientras abandono la tarea diaria porque ya la culminé. No soy yo, la apariencia me arropa y me lanza al olvido.
+ Imagen: desde el fondo del archivo .