sábado, 8 de enero de 2022

Paréntesis (12)

Flores

+ No dejo de pensar en los días que C. y yo estuvimos en Noia, Fisterra y Corcubión. Pienso, concretamente, en la playa de Carnota y en los recortes de la costa. Mi pensamiento se dirige a un mundo medieval producto de tópicos y películas en tecnicolor, una idea corregida mediante lecturas y posiciones más o menos relativistas. El tiempo y el contexto. Quiénes eran aquellos hombres de los que nada sabemos y allí vivieron. El cansancio adormece mi espíritu y caído en el sueño mientras trato de deslindar lo que sé y lo que supongo sobre aquella costa. Nada sé, nada olvido.

+ Me llegan noticias de célebres historias de padres e hijos. El deseo de agradar al padre y la imposibilidad de conseguirlo. Padres e hijos, padres e hijas. Violencia, fracaso, la arista cortante y biográfica que nos conmueve y nos asusta. No es una iluminación, es el abismo que bosqueja una vida, algo que se adivina pero que queda muy lejos. Así, mientras cruzaba el puente, lo vi pasar. Solo y sin alegría, envejecido y solo. ¿Padres sin hijos? La paradoja no es casual y se refleja en su perfil. Medité sobre nuestro tiempo y el vacío se asomó en la tarde despejada y calurosa de diciembre. Extraño mundo, me dije y continué mi camino en el coche del trabajo.

+ Alguien me indica que la imagen de la entrada anterior la utilizo, aquí, por segunda vez. Es posible y, al tiempo, marca una tendencia. Podría definirme por imágenes y estas ser una guía para comprender el porqué y el cómo ciertas características, sobre todo urbanas, me atraen. Sé que es algo que tiene que ver con el derrumbe y los márgenes, la atracción por aquello que se aparta de lo planificado y supone un hiato en la continuidad, la necesaria continuidad. Queda constancia.

+ Apunto: Palacios de la memoria. No es un título, sino una técnica para la memoria. Esos lugares donde se van colocando los elementos que deben recordarse. Me gusta como título y la correspondencia con el posible contenido no tendría que venir necesariamente por la vía de una lírica post romántica o pseudo romántica, muy al contrario: la vena surge de la necesidad de alcanzar un trabajo mediante la formación y el esfuerzo, como el diario de un opositor que tiene una vida paralela poco antes de dormir, con interlocutores, trovadores, juglares y damas, torneos y extensas bibliotecas donde los monjes copian, escriben y estudian. Se elevan estos palacios y estos monasterios, los castillos, bajo la égida de las lecturas que los inspiraros. Pero, esto, solo es un título y un viento de inspiración y olvido. Queda constancia, también.

+ Comienza la primera semana del año. Los trabajos y los días, me digo y emprendo el camino hacia ese núcleo de vital importancia en la constitución de la rutina. Ahora escucho el correr del reloj de pared que preside mi ámbito de estudio y presiento su vaticinio, lo ignoro y doy un largo trago a este café aguado y oscuro. Los bolígrafos y los rotuladores, elementos de esta cocina sin fuego ni humos. El vaso azul oscuro, que, según reza en su fondo, se fabricó en Rusia, me observa como si se tratase de un Dios Lar, el que protege a los habitantes de la casa desde su recóndita humildad. Prosigue el estudio, continua el camino, no me detengo, pero observo. Siempre observo, constante y presente verdad.

+ Un posible tema de estudio: la necesidad de agradar a los padres, en concreto: al padre. Quizá no se trate de un tema de estudio sino el inicio de una novela, una novela a la que se agregan materiales con ese núcleo temático que es el agradar al padre. K. me comenta por teléfono una biografía que está leyendo y el motor del texto no es otro que esta imposibilidad de agradar al padre, es también una de la claves para entender a una cazadora de niñas enviada la asquerosa misión por su amigo, el monstruo, he visto este reflejo en mi rostro y en otro muchos rostros. Tras esta escueta exposición, me detengo porque se me plantea la duda de si esto es una explicación o una justificación. Ahora que no creo en la culpa ni en el mérito, qué me queda, ¿la explicación o la justificación? Sigo creyendo que los pecados de los padres o de los hijos son pecados de los padres o de los hijos, nunca heredables, nunca ni del padre ni del hijo, sino de su propietario.

+ Imagen: paseos, sin foco, sin indicios, sin pruebas.