+ Las lecturas se acumulan. Tengo muchísimos libros pendientes y muy poco tiempo; me digo en paralelo con aquel adagio latino que el trabajo es amplio y la vida breve, muy breve [ars longa vita brevis]. La vida es breve y esa sensación se une con la inmensidad de lo escrito, con esta relación entre los vivos y los muertos. Una filia. No descanso, no me rindo. Ahora estoy entre dos mares, la filosofía y la historia, entre los fundamentos de la una y de la otra. Necesito saber, necesito conocer el lugar donde se instalan los cimientos. Escribo una memoria sobre mi actividad investigadora del año en curso y no dejo de sorprenderme. ¿Soy yo o ya es otro? Nada permanece y la lectura me espera, me esperan libros que no tendré tiempo para leer. ¿Tantos son?, me pregunto en un ingenuo ejercicio de indagación. Ay, ese muro que componen los libros leídos y los libros por leer. Un reflejo pálido de nuestro interior, deseos no cumplidos, proyectos desechados, pero ahí estoy: en ese reflejo.
+ El título de la entrada se traduce como “sea la luz.” Dios pronuncia la frase y es la luz la que yo deseo hoy. En forma de poema, tal vez en materia pictórica, en los devaneos que el día y los momentos que me ofrecen. Poco a poco, alcanzo una serena contemplación. Regreso a la lectura.
+ El mundo digital plantea problemas que tendrán su recorrido, sus meandros y una desembocadura. Es decir, como toda obra humana llegará a su fin, pero, en este momento, parece ser algo todavía sólido, pues nosotros asistimos a su nacimiento, asistimos al inicio de su desarrollo y ahora su permanencia es incuestionable [aunque, por definición, así no es, pues hacia la desaparición todo tiende]. Se podrán hacer vaticinios sobre su evolución, pero, generalmente, las predicciones tienen un sesgo que las inclina hacia el error. Observo el fenómeno, escucho debates, estudio a las personas que me rodean y su relación con el mundo digital. En concreto, más concretamente, habló con un hombre que se acerca a los setenta años y que se queja de que está excluido de ese mundo, que no comprende y que no le interesa, pero que cada vez le resulta más necesario. Desaparecen las oficinas bancarias, las mercancías llegan al domicilio como por ensalmo, nos comunicamos sin barreras. Hay un mundo, un otro mundo o simplemente es un trampantojo que nos engaña y lo substancial permanece inalterable en el mismo lugar donde siempre ha estado. El hombre no responde, no puede responder; yo, tampoco.
+ Intento establecer un marco de comprensión. Hay personas sobre las que tengo un conocimiento limitado pero suficiente como para establecer su trayectoria. Me refiero a personas que han triunfado según ciertos estándares que contemplan la posesión de un buena casa, un buen coche y una perfecta familia. Mientras escribo recuerdo una canción de los Kinks, Plactic man. Hay trayectorias que parecen tan buenas que semejan responder a un cuidadoso proyecto. El proyecto que comienza en la infancia, se consolida en la adolescencia y culmina en el inicio de la edad madura. Todo ello se relaciona, a mi modo de entender, con una personalidad, una familia y la oportunidad. Pero, así mismo, pienso que hay pliegues insospechados. Consigo atisbar el cómo y los porqués de una razón de vida, que, finalmente, se disuelve en el mar de la incerteza. Ese es el marco, ningún otro puede cabe. Lo incierto.
+ Respecto al párrafo anterior, la canción mencionada, una cita: “But no one knows he really is a plastic man .“
+ Todavía, la luz no se llegó. ¿Mientras, qué? Camino en la oscuridad pero con la firme convicción de que soy yo el que responde. No es poco.
+ En E. H. Carr: “… una teoría cíclica: la típica ideología de una sociedad en decadencia.” Y, en nota a pie de página, se remite a Marco Aurelio: “cómo todo lo que ahora pasa ocurrió ya en pasado y volverá a acontecer el futuro.” ¿Vivimos un momento de decadencia, lo que sucede ahora sucedió ya en el pasado? No responderé por el momento, aunque tiendo a pronunciar una afirmación con matices. Pensaré en ello.
+ Parmenides en el ordenador. Leer, contrastar y regresar a la lectura. Fragmentos del libro de García Morente Lecciones preliminares de filosofía. Cuatro poemas que se desgranan sin dificultad. Hace calor, un calor intenso y pesado. Prefiero el otoño al verano y estoy en el otoño de mi vida y todavía debo comprender los cambios, las novedades, el que ahora soy. El sabor del café y una prosa sin verbos, sincopada y abstracta, sin ataduras. El arte como tabla de salvación, algunas personas que conocí y no recuerdo su nombre, conversaciones difuminadas que regresan del pasado. ¿El verbo principal? Parmenides es un misterio, los misterios tienden a la oscuridad, la oscuridad se hace piedra. No hay ciclos o todo son ciclos, en cualquier caso la dualidad trae tras de sí una manifiesta incapacidad para la expresión ordenada. Otro vaso de café, su opacidad y el aire levemente verdoso de un poema. ¿Cómo es el aire verde de un poema desgajado de una vieja antología? Las amplios corredores blancos del hospital, las habitaciones de la muerte, pienso un poco y ya no está. Luz en el blanco corredor del hospital. Fiat lux.
+ Imagen: tres imágenes solapadas, tres imágenes con mi tendencia a lo abstracto, a la geometría. Vale.


