sábado, 5 de junio de 2021

La espuma de los días

Pontevedra_Mayo_2021

Pontevedra_Mayo_2021

+ Biografías de hombres que han triunfado y que, años más tarde, se han desplomado en la cúspide de su carrera. Son ejemplos, ejemplos que no consuelan ni marcan una senda, pero que ilustran el tránsito al que nos vemos obligados en el día a día. ¿Aprendemos algo cuando nos asomamos a sus trayectorias? Tomar decisiones y verse condicionadas por ellas; arremeter inútilmente contra el pasado; atisbar la luz y desdecirse. Alguien ejemplifica con la vida y la obra del Conde de Villamediana y yo no me sorprendo. El Conde tiene en su biografía motivos suficientes para verse constituido en relato novelesco, carne de película, donde la persona queda difuminada y aparece, en su lugar, el personaje. He pensado en ello, he pensado mucho. Cuántos conocidos se han transformado en personajes. Personas que conocimos y hoy solo son el reflejo de un tiempo que no ha de volver y se ha consituido en relato, en novela o cuento que nos narramos en horas bajas, en la melancólica relación con nuestra historia, nuestra personal historia. Como una colección de recuerdos que se atesoran para revivir los momentos felices y esa felicidad que no regresa, que no surge ni resurge, sino que da paso a una reflexión sobre la brevedad de la vida y su sinrazón. En una niebla nihilista los ejemplos se debaten estos días en que la primavera está en su zenit. El triunfo y la caída, veleros en el mar de los ejemplos, ejemplos que ya no me interesan.

+ He repasado la vida de un hombre célebre con el material que internet me ofrece. Trazo su vida desde el nacimiento a este momento en que se aproxima el final. Veo sus fotos, estudio sus apariciones en medios de comunicación, leo sus artículos y los resúmenes de sus libros. Creo haberme hecho una idea que se ajusta a su persona y a su personaje. Lo logrado no se trata de otra cosa que un esquema intercambiable: lo que para él vale, para todos vale, porque hay  un centro que define la persona, al personaje y a la personalidad. Vuelve, con la marea, la cita que tan presente tengo yo: el carácter es el destino. Lo veo en su lozanía y en su seguridad y creo entender desde donde irradia esa fuerza de martillo neumático. Llega de algo que se cuajó antes de su nacimiento, algo que toma de sus padres y se resuelve en la conjunción de ambos. No es ni mérito ni aristocracia, sino la alineación de los genes y otras razones que todavía no se comprenden pero que se resuelven en una trayectoria vital. Quizá sea este el campo donde la literatura no responderá pero sí que planteará preguntas fundamentales. La pregunta ya no es si se nace o se hace, la pregunta es: ¿quién te guía?

+ Alguien dice que este hombre fue un golfo. Sin duda.

+ [Viernes]. Ha comenzado a hacer calor, la primavera apunta al verano y medio años se consume ya, pronto rebasaremos la mitad del mismo. Hoy hemos bajado C. y yo para tomar unas colas no muy buenas y un poco de queso. La ciudad parecía ser la misma de antes de la pandemia, salvo por las mascarillas. Creo haber saludado a dos o tres personas. De regreso, en la radio, daban los números de un sorteo ordinario de la lotería; cambié la emisora, cambié a la emisora de música clásica. Un leve turbión de suaves violines inundó esa estancia que es el coche, como una prolongación de la vivienda: el confort, la intimidad, lo propio. Le hablé del ángel caído que me ha atraído mi atención durante esta última semana. Llegamos a ese punto de acuerdo que yo había previsto. Ese punto de acuerdo es que la inteligencia, una gran inteligencia, no se tiene porque traducir necesariamente en maldad, aunque este sea el caso. Esa maldad tiene una raíz paralela a la inteligencia, pero podría ser un rasgo del carácter más fuerte que la misma capacidad y voluntad. No es fácil describir la sensación que me produce, salvo ese rechazo profundo hacia esa persona, a la que vi en una ocasión y, debo reconocerlo, me fascinó en su gran papel de seductor soberbio, arrogante y altivo (mientras escribo estos adjetivos me da la impresión que los tres se funden una sola palabra: el nombre del personaje). Vidas de novelas, novelas no escritas, la escritura del presente y del pasado mediante los actores que elegimos según nuestra más particular necesidad, para explicarnos ese punto de fricción donde se produce el encuentro: dónde está lo común con él. La música cesó y llegamos a casa. Se disipó la tribulación, comimos, dormí la siesta y regresé al estudio con la intención de hojear un periódico y una revista portuguesas y tres semanarios franceses (como si me abriese a otras realidades, que no dejan de ser otras planificadas construcciones). Lo hice y volví a pensar en él, en su familia, en sus propiedades, en el relato imposible que eleva y afirma. Solo es un hombre, finalmente, a pesar de sus logros, defectos y fracturas. Un hombre, no un demonio, porque lo mortal lo condiciona y toda su obra no se puede contemplar desde otro punto de vista que desde lo efímero.

+ La espuma de los días se traduce en que he consultado algunos libros de historia contemporánea y no hay mención a este hombre en ninguno de los libros; mientras que personas que en principio podrían parecer menos relevantes sí ocupan un espacio. Esto me lleva a plantearme qué es lo qué define un época histórica, o, mejor, qué es aquello que ayuda a entenderla. Desde luego, hay unos hechos relevantes que no pueden ser obviados, pero también nos encontramos un rastro de intrahistoria que se debate en la espuma de los días. Los ecos de sociedad, las revistas del corazón, la publicidad, el chisme, el cotilleo en cualquier lugar y a cualquier hora, ese intercambio de información. Todo ello forma, de alguna manera, parte la realidad y aquí es donde el personaje se puede situar, lugares menores para un ser tan mayúsculo. Él que lo fue todo ahora ha perdido la credibilidad y sus palabras que podrían ser certeras espadas de fuego ahora son chatarra, pues carecen de la solidez propia de la verdad [qué palabra, pero qué fundamental en todas sus vertientes constructivas].

+ Para finalizar, ahora me acompañan dos libros de poemas, dos antologías. Arquitecturas de la memoria de Margarit y Entre dos nadas de Brines. Los dos poetas han muerto recientemente y ambas obras apuntan a la muerte, a la temporalidad como rasgo unánime de l vida [qué gran poesía no apunta en esta dirección]. Los voy a leer con calma, de principio a fin, con la atención que precisas y sin plazos ni límites. Voy a intentar establecer una frontera entre la espuma de los días y lo necesario, los elementos de nos otorga la realidad para llegar a su núcleo, aunque este sea variable, aunque nuestra lectura sea errónea, aunque solo sea un fármaco para conjurar nuestra derrota anunciada cuando nacemos, la muerte. Sea.

+ Imagen: dos fotos entre las que media un segundo; nocturnos regresos al casa.