+ Entre todos los indicios que nos llegan a diario destacan aquellos que nos conducen a la confirmación de nuestras certezas. Los buscamos, los encontramos y los reconocemos. Necesitamos ver que tenemos razón y para ello nada mejor que salir a la caza de verdades y confirmaciones, los indicios que nos llevan hacia ellas son algo más que una cartografía, se trata de nuestra identidad. Leo en línea sobre elecciones, dimisiones, victorias, fracasos, ilusiones y engaños, puedo ver en cada una de las balizas que se elevan sobre los senderos la mano firme de la convicción y la determinación. No tengo yo esa confianza y mi tendencia hacia la sospecha dificulta que encuentre verdaderos asideros en esta materia ofertada, esa mercancía de verdad. La mercancía y la construcción de la verdad, o a la inversa: la construcción y elaboración de esa verdad que será vendida o se convertirá en moneda. La confirmación de las certezas es uno de los temas del presente, que hace que se pierdan y se ganen elecciones en el mismo sentido que un producto obtiene éxito o fracasa. Su medio natural, el teléfono móvil, que ya es más que un teléfono para haberse convertido en una extensión o prótesis del cuerpo humano. Hay que estar atentos a estos indicios difusos.
+ “… donde coincidían la historia sagrada, la doméstica y las coordenadas de la imagen proyectada a un ondulante destino.” [En Paradiso].
+ Que melancolía me produce ver a los jóvenes en las películas de Rohmer, tal es el reflejo que percibo. Así, todo ha quedado atrás.
+ (4) “El espectáculo no es un conjunto de imágenes sino una relación social entre las personas mediatizada por las imágenes”, Guy Debord, La sociedad del espectáculo.
+ Asustarnos ante los malos presagios que se asoman en el horizonte no parece muy conveniente. El miedo tiene gradaciones que se deben observar escrupulosamente. Ni temerosos, ni confiados. Los tiempos que se aproximan no serán buenos y los políticos no desatienden la estrategia comunicativa en lugar de hablar con claridad. ¿Qué política? La política es, en buena medida, comunicación. El miedo si no es paralizante, ayuda. Debemos temer la crisis que se aproxima, de la que tenemos indicios sólidos en cada una de las comunicaciones que gobierno realiza. La cuestión se circunscribe en torno a la pobreza y la necesidad, que aletea sobre la población. Subida de impuestos, reducción de beneficios fiscales, descenso del consumo. El espectáculo, el parque temático, el relato y su flexibilidad limitada. Ya lo decía Borges, como a todos los hombres, le tocaron tiempos difíciles en los que vivir.
+ No le puedes gustar a todos.
+ Ayer, tras mucho tiempo, compré dos libros. Un tomo sobre la obra y la vida de David Hockney y, el segundo, La sociedad del espectáculo de Guy Debord. A partes iguales, condicionan mi estado de ánimo. D. H. me habla de algo que me resulta muy próximo y es la alegría de la vida como juego; G. D. hace que esa misma alegría se vea sumergida en la reflexión sobre la calidad especular del todo que nos rodea, el cuestionamiento de nuestra propia vida cotidiana. Hacía tiempo que no compraba libros porque he llegado a la conclusión de que se trata de un vicio y he encontrado algo morboso [en su verdadero sentido, “Que causa enfermedad, o concierne a ella.”] en la propia compra. Sin embargo, hay un rayo de luz en la propia compra: los dos libros se convierten en importantes ladrillos del edificio que construyo, demuelo y reconstruyo a diario. ¿Quién soy y qué lugar ocupo?, veo que son cuestiones secundarias porque adquiero ese papel de observador, tan frívolo como exacto. Buenos marcadores para los malos tiempos que se aproximan. Siempre, los malos tiempos.
+ Me asomo al Enquiridion y se inicia el libro con la distinción entre las cosas que dependen de nosotros y las cosas que no dependen de nosotros. Es interesante, parece sencillo, y ni una cosa ni la otra. Tener criterio y serenidad para distinguir lo uno de lo otro es el fiel de la balanza. Uno esto a los libros comprados y me centro en lo que propone la pintura de D. H. Ahí está uno de mis modos de ver, de entender la realidad, mediante el juego de la percepción. Lo que me gusta y lo que me disgusta, eso es algo que puedo decidir. Me centro en la elaboración artística de mis decorados, ambientaciones, atmósferas. Contribuye la música, la pintura y la frivolidad. Mientras, la crisis avanza.
+ “Disimuladamente sobresaltado, saborea un jerez con galletas inglesas.” [En Paradiso].
+ Imagen: un segmento, el cielo y la casa con las ventanas tapiadas; el domingo como ilustración, la casa y su amplia metáfora.
