sábado, 28 de marzo de 2020

Encierro (2)


Berlin

+ El ejercicio físico es una medicina. Me he marcado en la lista de tareas tres cuartos de hora diarios de carrera, estiramientos y flexiones. Comienzo a correr y no consulto la hora hasta que han sonado cuatro canciones, repito la operación y, más o menos, llego al tiempo estipulado. Una ducha y la resonancia de las canciones y el recuerdo de la energía empleada. Se abre un paréntesis. Quizá demasiado estrecho, pero efectivo. Suena el reloj en el silencio de la habitación y veo que me agrada su caminar. Leeré, estudiaré y, luego, no haré nada, mientras espero al sueño. Otro día que se desvanece sin dejar apenas nada. La vida.

+ El camino de la lectura es sinuoso. A pesar de tener un plan previo trazado se van abriendo posibilidades nuevas. Las estudio en detalle y me resisto a seguirla: qué peligro la dispersión. Regreso a la tarea y me doy cuenta de que el propósito de culminarla es una entelequia, necesitaría la eternidad para poder atisbar su consecución. Es decir, la clave reside en la selección y segmentación. Trabajo en ello.

+ Hay momentos para informarse y momentos para dejar a un lado la información. Le repito a mi hermano la frase: no hay hechos, hay interpretaciones. Lejano me resulta el periodismo y sus sacerdotes, obispos y cardenales. Pero están ahí, me dice una voz tras de mí. No lo niego, pero la cápsula me permite ciertas licencias.

+ Hoy, día 24 de marzo, mientras realizaba el ejercicio diario regresó la imagen de Berlín. Pensé en las amplias avenidas de la parte Este de la ciudad, en el trayecto que hicimos en tren para visitar Sachsenhausen, el campo de concentración: planicies y leves o vaporosos árboles; pensé en las personas que bebían cerveza en el metro, de regreso a sus casas, aquellas botellas de medio litro. Los rostros y la contención en los gestos. Ahora he cogido de la estantería el libro Los años de Berlín sobre la pintura de George Grosz. Esta tarde lo veré con detenimiento, trataré de recuperar una idea sobre el cabaret y los años previos al ascenso del nazismo, a la guerra, la barbarie, los campos de concentración (un recuerdo que permanece y emerge en los momentos más inesperados). Lo sé. Son puntos de conexión con un mundo que se intuye y se hace propio. Es en ese maremagnum donde me defino. (También en el ejercicio físico).

+ La frase, el lema que nos acompaña en el encierro: «No hay hechos, hay interpretaciones», Nietzsche.

+ En el televisor, durante un momento, escucho un análisis de las curvas del crecimiento de la pandemia. No puedo hacer nada, si pudiese lo haría. La impotencia se resuelve en el trabajo que me permite mantener alto el ánimo. ¿Cuándo comenzó todo esto? No lo sé, es algo difuso. Yo lo intuí cuando a mediados de febrero estuve en Madrid. Alguien se rió de mí por tomarme la temperatura a diario, hoy no creo que se ríese. Puedo ver el material que hierve, que luego habrá de reposar, de ahí se habrá de extraer lo que la historia muestra, la historia de las causas y de los efectos. No es momento de emitir juicios, es preciso postergarlos.

+ La disposición de los días y sus tareas es fundamental. Pero ya lo era anteriormente al encierro. Esta disciplina no deja de ser una prolongación de la anterior. Se confirman mis sospechas sobre la vida sana: estudio, deporte y ocio. El trabajo es muy importante, el estudio es en sí mismo un trabajo.

+ El periodista tiene una foto de Baudelaire en el salón de su casa. Me parece paradójico. ¿Baudelaire?

+
A esta hora temprana la música electrónica flota en un extraño plasma. Cierro el archivo musical y regreso al silencio. Regreso a la lectura, al leve sonido del segundero del reloj que preside la estancia. He establecido una serie de márgenes en lo diario, límites que se fundan en las rutinas y en la disciplina: estudio, ejercicio, estudio, comida, siesta, estudio, información, lectura. Entremedias, conversaciones telefónicas y vídeo-conferencias. Se sostiene la rutina, esa bendición tan denostada [recuerdo conversaciones en las que se despreciaba su naturaleza por aburrida y vulgar, enfangada en lo cotidiano, ese infinito ámbito que hoy esta no roto pero sí en un durmiente estado de postración]. La música electrónica define un momento, una pausa, una baliza en el día a día. Pronto pasará todo, entonces será el dominio de la historia, las posibles explicaciones, la constitución del objeto académico.

+ Imagen: yuxtaposición (Berlín) .

sábado, 21 de marzo de 2020

Encierro (1)


Madrid-febrero

 + Sábado día 14 de marzo del 2020. Comienza el encierro voluntario debido al coronavirus. ¿Voluntario? No todo está claro, pero nos aproximamos a nuestra nueva situación con cautela. Libros, café y música. No necesito más, yo estoy preparado para el encierro porque es una situación que no me resulta desagradable. Mi pequeña cápsula me devuelve una existencia muelle.

+ Daré cuenta de mi lista de libros para el encierro.

+ Espero no equivocarme y estar preparado para el encierro. Anoto la primera semana y me acuerdo cuando también anoté titutulé las entradas 'Días de transición'. No hace tanto y es ya tan lejano, ese tiempo que estuve postrado por mi lesión en el codo del brazo izquierdo, la rotura del radio. Seis semanas. ¿Qué queda de aquello salvo un difuso recuerdo? Pesa el presente y todo lo que no sea presente poco importa, salvo para darle sentido, explicarlo, comentarlo. No es poco el sentido, la explicación o el comentario. Reflejo y reverberación. Otro comentario, otra conversación telefónica.

+ La peste, Camus.  A ratos, sin mucha voluntad, una lectura débil, sin compás. Leo a ratos y no avanzo. Verdad y método, Gadamer. Un trabajo en sí mismo. La palabras y las cosas, Foucault.  Otro trabajo, que también se equipara al estudio. Fortunata y Jacinta, duerme mientras no se restablezca la normalidad y pueda regresar al gimnasio.

+ Sospechas sin confirmación. Evito los noticiarios, dosifico la información. Un alejamiento de la realidad, una modificación de la realidad. Un algo espiritual y literario. El encierro es un espejo. ¿Qué vemos en el espejo, qué podemos esperar del reflejo que nos arroja? ¿Un nombre, una fecha, un recuerdo?

+ Necesito establecer protocolos, listas y tareas a completar. Una manía. ¿El orden? Cierto orden con posibilidades de expansión. En este momento resultan de gran utilidad. Son estrategias para lograr un objetivo, pero ahora toman otro cariz. Se trata de medicamentos para rehuir la distancia, para alcanzar una paz que permita continuar con el día a día. Rechazo la mala fama que tiene la rutina. La rutina establece un orden y el orden, como una estructura no visible, hace que lo solido se imponga a lo líquido. ¿Será esta la próxima transformación? ¿La concreción de lo líquido, su solidificación? Poco a poco, se irá mostrando. El proceso está larvado y nacerá, sin duda, mientras me centro en la rutina como el que se sume en la oración, sin pensar, sin esperar nada a cambio.

+ El severo encierro comenzó el lunes, ya no se puede elegir. Fui al trabajo y al cabo de una hora regresé a casa. Debo leer un fragmento de Marco Aurelio, me dije. Una máxima, nada más. Leí la máxima y cerré el libro. Puse algo de Daniel Darc. Nací yo también mayo, espero que mayo sea un renacimiento, ahí pongo mi mirada: en este horizonte. Los libros, la escritura, la transparencia de C. en la distancia. Aunque sutiles, las relaciones personales apuntalan lo diario, en la distancia y materiales en la vídeo conferencia. El encierro es materia de apunte, qué no es materia de apunte.

+ Imagen: de camino a mi destino me encuentro con los árboles recién podados, han dejado esas pequeñas bolas que penden de las ramas, supervivientes de la poda. Entiendo un acento escultórico, el recorte contra el cielo rompe el contexto [esa técnica]. Madrid, todavía en invierno, febrero.

sábado, 14 de marzo de 2020

Artefacto

marzo-1955

marzo-1953

+ Comienzo la lectura de Fortunata y Jacinta. Resultará inevitable la comparación con Zola. Se tratan de mis lecturas en el gimnasio, mientras quemo calorías en la cita continua (como un hámster). Una cápsula. Construir cápsulas y establecer fronteras. ¿La lectura es una frontera?

+ Se ha instalado una extraña desconfianza hacia las artes plásticas tras la visita al Museo del Prado. Hace pocas semanas que me asalta la idea de la incapacidad de comunicación de las imágenes, la tendencia a la persuasión tan acusada que muestran. Recuerdo la afirmación sobre los textos griegos y las esculturas griegas, mientras los primeros sin conocimiento son impenetrables, las segundas tienen una conexión con el espectador, que a falta de la profundidad del objeto y sus derivaciones sí se pueden captar ciertos rasgos que están en la obra. Recuerdo la afirmación pero no el autor. Las posibilidades expresivas y comunicativas de ambas disciplinas artísticas ocupan ciertos paréntesis de lo diario, aunque la etiqueta “disciplina artística” me parece insuficiente.

+ ¿Son modos de comunicar, la escritura, la pintura? Recuerdo cuadros, en especial recuerdo a David Hockney. Uno, según cumpleaños, constituye un canon móvil de escritores, pintores y músicos. Esta triada es la que me ayuda, me cuestiona o sobre la que discuto. Se han asentado como se asienta el poso. La decantación y la sedimentación parecen arrojar explicaciones [variables] sobre el vasto universo que hemos elegido como objeto para contemplar, para estudiar, sobre el que escribir. Es más, quizá existan momentos en los que la comunicación sea algo secundario, prescindible, redundante. Y, así, llego a la lectura de los espacios que propone Foucault. Cuadriculados, recordados, abigarradamente coloridos. Espacios comunes, de paso, privados, íntimos. Un mundo, pero tengo presente los interiores de Hockney porque es  una instrucción de lectura, la lectura de los espacios.

+ En la primera hora de la mañana mientras Europe1 desgrana noticias sobre el Coronavirus. Mi juicio está en suspenso.

+ Regreso a la idea del primitivismo anarquista, tal vez ni siquiera sea un término correcto. Me parece que el diagnóstico es correcto: la tubo modernidad tecnológica y  la vida en el planeta son incompatibles. Dicho esto, ¿quién está dispuesto a renunciar a sus comodidades o a encaminarse a la extinción de la especie? Veo la foto de Thoreau y me digo que no. Yo no quiero vivir en  el bosque porque el bosque es un lugar inhóspito. Me gusta contemplarlo como el que ve al tigre en la jaula. Sin proyecto avanza la historia, después se corrigen los desmanes.

+ Comentar el mundo / evitar la descontextualizacion. [Dos máximas que me aporta Eduardo Momeñe; una vía de investigación]. Es un binomio adecuado para visitar exposiciones, más allá del dualismo: bueno / malo.

+ Daniel Darc - C'est moi le printemps. Vuelvo a escuchar la canción, en esta primera hora de la mañana del lunes. Me gustan esas dunas que se ven en el vídeo, el coche, el ambiente. La línea del horizonte. Un ritmo sencillo y una melodía que tiende a lo ingenuo, un contraste con la melancolía de la letra, su profundidad. El sencillo discurrir de la melodía trae consigo pronombres no utilizados, colores y escenas. Ahora estoy dispuesto a comenzar el día, tras el el sueño reparador, la tranquilidad del momento, en la expectativa sanitaria que tiene una traducción en crisis económica y social. Una cita de D.D., de su canción: «Un ange déçu, ange de néon Un ange de plus, ange de néon».

+ El tema es el coronavirus, presente desde la primera hora hasta el final del día. La crisis económica y social habla de nuestra época. Hay un punto de terror medieval en el relato que establecen los medios de comunicación. No hay un análisis adecuado, salvo el que realizan los expertos. La crisis es la retransmisión en directo de un espectáculo con grandes posibilidades, extensión de lo imprevisto, amplificación de lo paradójico. No es posible una opinión mesurada, la suspensión del juicio es precisa. Carecemos de datos fiables y todo está por escribir. Lo leeremos, pero por el momento se debe esperar.

+ Abro y cierro un paréntesis. Gadamer, por ejemplo. La lectura en la última hora del día, la sensación de penetrar con mayor profundidad en su Verdad y método. ¿Solo es una sensación? Ahora se iluminan las sombras y veo aquello en que no había reparado en un primer momento. Todo cobra sentido y mi intuición se aproxima bastante a lo que había previsto o adivinado. Indicios difusos que se concretan. He aprendido algo, que se muestra y tiene que ver con la lectura misma: el momento condiciona el sentido. El sentido, esa razón del lector, que completa las razones del escritor (ya difuminado en su imagen deletérea).

+ Una partitura o la equiparación de la lectura y la interpretación musical. «Je vais marcher au hasard sur la pluie» (Daniel Darc)

+ Imagen: se opone el teléfono en la tienda al cuadro (de Dalí) en el museo (MNCARS), la yuxtaposición arroja posibilidades de sentido que no se han previsto, pero eso ya no es asunto del que inserta las fotos, queda el que ha disparado transformado en uno más que ve las fotos, sin mayor autoridad.

sábado, 7 de marzo de 2020

Diferencia y desplazamiento


cuadro-eléctrico.j-sigloXX

 + Volví a encontrar otros ejemplos en Germinal sobre “el gran silencio”. Toda una imagen. El silencio extiende sus dominios sobre la novela en los momentos cumbre. Lo he tomado para mí. Antes de dormir pienso en aeropuertos vacíos y silenciosos, en su arquitectura, sus espacios y en el vacío. Una imagen zen, para la reflexión. No hay nadie en el bosque, una música que suena sin espectadores, el cuadro en la oscuridad del museo cerrado. Quizá ni siquiera existen. Allí me lleva ese gran silencio. La novela llega a su fin y tengo una idea de totalidad que me perturba. Llegar a esa conexión un propósito del escritor me hace viajar al pasado, al tiempo de los folletines. Me pregunto que si es esa sensación de totalidad parecida a la que tienen los que ven series hoy en día, los que las ven de un tirón. Más allá de esa reflexión sobre su recepción, admiro la mezcla entre crónica y novela, esa natural ambigüedad del novelista, que se aproxima a un científico social. ¿El sociólogo y el economista ocupan hoy en día el espacio del novelista decimonónico desde las tribunas que les ofrecen los medios de comunicación? Sé que esta lectura esta restringida a la arqueología, pero eso no es un problema, al contrario: es una virtud. Me otorga un prisma para observar el presente.

+ Los días se desvanecen y se desplaza el sentimiento provocado por los ogros. Ahora son una difusa estampa que se disuelve en el líquido olvido. Lo vi ayer, desde mi coche. Un relámpago que rápidamente desaparece. Lo observé durante un breve instante. Valoré su atuendo, sus gestos, el rostro entrevisto. Nada. La sensación de disolución estableció un límite. Los límites son tan necesarios.

+ [Entrevistas - Diálogos entre profesores de filosofía y escritoras brillantes]. Determinar la razón de la escritura y la lectura resulta ser un índice que revela razones subterráneas de nuestro momento histórico. Como leer una suerte de conciencia paralela y determinante. ¿Tiene sentido el prestigio que otorga la publicación de un libro en una editorial emblemática? ¿Se puede vivir de la literatura y la actividad de la escritura es equiparable a cualquier otra actividad retribuida? ¿Los buenos sentimientos impiden la literatura y la literatura es un campo de batalla anárquico que se ordena como los posos se decantan en lo vinos añejos? Son tres preguntas que me hice mientras escuchaba con atención la entrevista que Ernesto Castro le hacía a Cristina Morales. Se desvanecieron las preguntas en la gran verdad: la muerte del escritor, R. Barthes. Como colofón, es pero que me llegue el aviso de la biblioteca: el libro de C.M. está a su disposición, Lectura fácil.

+ Me parece necesario leer Lectura fácil.  Ay, mis urgencias, mis paradojas, un margen elegido que se construye a diario. Sigo viendo vídeos en red. Pierdo el tiempo (?) y me dejo llevar. ¿Qué es lo que me interesa? ¿Soy yo o la investigación sobre cómo se trama una vocación y un modo de vivir? ¿Vivir sin dinero, trabajar sin cotizar? ¿El margen? ¿Conspiraciones? Al final, me interesa el espíritu del tiempo, ese espesor de los días y las noches. La novela y su pervivencia en el siglo xxi, pero también mi rechazo a las ‘series’. De hecho, una vez terminada Germinal me di cuenta de que resultaba una narración muy antigua, demasiado cerrada en sí misma, una estructura contraria a lo que hoy podemos llegar a entender como desarrollo de una historia. Todo tan bien trenzado. Una disolución. Quizá es lo que busque en la lectura de Lectura fácil. No sé, todavía debo esperar a que quede libre en la biblioteca pública, mientras me conformo con la labor de lima de mi textos, ese texto que estoy obligado a presentar antes del ¡viernes!

+ Mis incapacidades.

+ Confusiones, errores, falta de atención. Me reflejo en todo ese muestrario de defectos que arrastro desde hace años. Los veo y me veo. ¿Soy yo? Sin duda, pero también se establece una distancia. Necesaria distancia. Leo y olvido lo leído. Mi falta de memoria, pero soy capaz de hablar fluidamente en francés, como si en otra vida hubiese sido el francés mi lengua materna. ¿Existe la reencarnación? ¿Era yo un francés disléxico? ¿Por qué hay número que se me atraviesan? ¿La construcción de un personaje es equiparable a la constitución de una profesión? Las lagunas me constituyen, los ríos que terminan por no desembocar en ningún lugar. Simplemente, aquí escribo, aquí me diluyo.

+ Esa necesidad de encontrar una pregunta, esa necesidad es la que guía las indagaciones nocturnas en el ordenador conectado: entrevistas, vídeos, juicios. Para no llegar a ningún lugar, salvo al inescrutable punto de partida.

+ Un trabajo terminado. Un algo que se cierra, un paso. Otra cosa, otra tarea. Se suceden los días y los días se llenan con obligaciones, algunas impuestas otras que hemos abrazado. ¿Es esta la espuma de los días o son los días mismos? Cabalgo la ola, me dejo un momento y el paisaje es otro. Soy yo el que se desvanece, la tareas a penas me retratan. Estoy ahí, en la ola y en el paisaje, en la lluvia y en la niebla.

+ Imagen: hice la foto en Madrid, en un portal. Es un sistema de timbres eléctricos en desuso. Lo observo, centro mi objetivo y disparo. Ahora me pregunto por la razón que me llevó a elegir el motivo y por qué ahora lo inserto en esta entrada. ¿Es algo que tiene que ver conmigo, con mis incapacidades y mis victorias? Que emblemáticamente permanezca la foto lo dice todo.