sábado, 15 de febrero de 2020

Escenarios


Berlin


+ He conseguido establecer un sistema para cenar que me resulta satisfactorio. Se trata de una ensalada cuyos ingredientes son varios tipos de lechuga y brotes diversos, atún, aguacate, pan tostado que rompo sobre los vegetales y, por último, salsa para ensalada César. Debo adelgazar, de eso se trata. Recuerdo que los asiáticos dicen que el que está gordo es porque quiere. No sé, tal vez no sea del todo cierto, pero yo creo que en mi caso sí se cumple. Este particular diario debe reflejar mis preocupaciones, porque no deja de ser una preocupación ética, algo que rebasa el propio terreno de la salud corporal para entrar en la salud del yo. Escribo esto que escribo y pienso en mi regreso del gimnasio. Son incorpóreas anotaciones en el papel pautado de lo diario, esa colección de mapas y contabilidades, libros y asientos, traiciones, derrotas y victorias. Hoy he cumplido con lo que me había propuesto, el principal objetivo.

+ Soñé que estaban vivas personas que han muerto recientemente. Soñé que el padre de K. todavía estaba vivo y se alegraba de verme, me abrazaba y sonreía. Al momento desperté confuso. Fue una siesta demasiado larga, el día anterior apenas había dormido y necesitaba recuperarme del cansancio. Preocupaciones que me asaltan y discusiones absurdas e innecesarias, que nos hacen daño, a C. y a mí. Lo dejo a un lado. Pienso en el tiempo que ha pasado desde que vi por primera vez al padre de K. Todo se ha desvanecido. Recuerdo con precisión a la hermana de K. y a su padre en coche, un coche grande, azul metalizado, familiar. Tanto tiempo atrás, pero por sorpresa regresa al mundo de los sueños, donde se dan cita la oscuridad del principio rector. «El mundo es parte luz y parte sombra / y yo soy parte fuerza y parte indecisión», cantaba Radio Futura en Mercuriana.

+ Mecuriana: recuerdo la primera vez que oí la canción, recuerdo el estribillo y recuerdo la frase de la guitarra, tan sencilla, tan certera. Resumía bien una idea que tenía yo en aquel momento, que mantengo: la unión entre fuerza e indecisión, entre luz y sombra. Yo estaba en la Isla del Hierro. El mar, las negras rocas, la infinita línea del horizonte. Recuerdo aquellos momentos con una gran precisión. El paisaje, las conversaciones, el mar y sus cambios de estado. Recuerdo una gran tormenta y recuerdo pensar en esta canción. Estas estrategias de recomposición del pasado me aportan una calma que tiene su base en lo vano que resulta todo, en cómo el prisma de la muerte desvela una carencia fundamental, que, paradójicamente, resulta liberadora. Soy el mismo y soy otro, persevera un cierto principio rector, pero se ha afinado y hoy es un instrumento preciso, que tiende, más bien, a la precisión. Suena la canción y con la guitarra repito el riff. Regresa así el año 1990, el año que nunca volverá.

+ Palabras que busco en el diccionario: beneficio, lucro, avaricia. Debo adecuar mi camino y para ello es necesario limpiar de maleza sus márgenes. Las palabras, cuando se indaga sobre ellas, tienen el poder que tiene el mapa, que sin llegar a ser la realidad son un buen punto de partida. Necesito explicarme algunas cosas sobre el ogro, el proceso y los abogados. Los tratos y el decaer de las exigencias. Sé que es tóxico conversar sobre todo el entramado que compone el proceso, es un gran aprendizaje. En ello descanso. La triada (beneficio, lucro avaricia) me acercan a una explicación general que debe ser compensada por una idea de generosa bondad, que también existe en el ser humano. Me asomo a la posibilidad y me parece inmensa, es cuando recuerdo a Foucault que dice que el hombre como construcción se ha terminado, que llega a su final. Una muerte del hombre. Pero yo debo encontrar ese equilibrio entre lo mezquino y lo generoso. Gestores, empresarios y abogados, su presencia debe ser contrastada con otras realidades.

+ La realidad y su contraste. Un refugio: mi investigación. Hoy me han llegado las confirmaciones de la ponencia y de mi artículo sobre Faetón. El camino se hace caminando, nuestros pasos abren la senda y en este caso siempre es un terreno hollado, pero que nuestras huellas transforman en algo nuevo, extrañamente nuevo. A mí se me hace raro, lejano y no obra de mi trabajo. Este es un punto del que parto en la lectura: el que escribe pierde el poder sobre escritura en el momento que lo entrega al juicio de los otros. Por eso la investigación es un refugio, ya que aquí sólo estoy yo, en el silencio de la lectura y la escritura, actos que no precisan demasiado espacio pero son, al mismo tiempo, realmente expansivos. Me siento a caballo entre la satisfacción y la constatación de que todavía me falta mucho, con el convencimiento de que allí no llegaré nunca. Esta es la realidad de contraste que se opone a la realidad cotidiana, a la verdad judicial o las construcciones administrativas contra las que me enfrento a diario. Debo afilar la herramienta y ajustar su uso.

+ El modisto vive en un hotel. Vi por casualidad en la televisión una entrevista con un modisto. Mi padre y yo hablábamos y como telón de fondo estaba la televisión. Salió el modisto y enseñó el lugar donde vive. Un hotel en el centro de Madrid. ¿Un principio paradójico? Siempre hay que indagar en los detalles que orlan la biografía, ahí se esconden extrañas razones que se proyectan sobre la totalidad de la vida. Yo tengo mis particulares y cultivadas extravagancias, con el fin de alimentar mi propio margen, el apartarse del carril dado, sin llegar a la exhibición pública. Al final, la soledad dibuja círculo en torno a nosotros contra el que debemos luchar. El modisto parece triste, condenado por su personaje, alzado, elevado a los altares de las pantallas. Lo compadezco, de alguna manera lo compadezco. La televisión es un horror de entradas y salidas, amores, muertes y traiciones. Me rindo y mi padre cambia de canal. Aparecen unos animales que son como perros pero no son perros, en una playa. Observo a mi padre y creo que el no necesita paradojas, tiene una libertad, otra altura. Muere el día.

+ Imagen: rectas que interseccionan y, así, rompen una posible identificación.