sábado, 27 de mayo de 2017

El arte de la desconfianza

  

+ [La etiqueta que abre la entrada pertenece a NIetzsche y la recojo en La construcción social de la realidad de Berger y Luckmann].

+ Vivir en la sospecha se hace cada vez más necesario. Las noticias, los rumores, las certezas. Nada es lo que parece, me dice alguien mientras regresamos del trabajo y yo asiento. Espejismos. Sólo leo y evito cualquier contacto con la televisión: el televisor apagado en una esquina del salón me parece un objeto extraño. No tengo teléfono, bueno: sí tengo teléfono pero es un teléfono que perdió su actualidad diez o quince años atrás. Es como no tener teléfono. Abro libros de poesía y sé que no es es lo que leo lo que me hace, trabajo en un sentido contrario porque el sentido en sí no me interesa. Quiero desmontar todo aquello que me dieron, examinarlo y decidir. No es fácil. Como ejercicios espirituales, como una plegaria a la nada. Aprecio la primera hora del día cuando es un día feriado. Ahí, en silencio, sin más sonido que el rumor eléctrico del respirar de los electrodomésticos. Cajas vacías.

+ «Hay tráfico lento en la carretera de La Coruña», en la primera hora de la mañana es lo que oigo en la radio, nada más despertarme. Trato de reconstruir la imagen que yo tengo de la A6, lo intento y se acumulan la imágenes sin orden. Lo dejo y pienso en el tráfico lento, en la anomia que el conductor ostenta, las filas, las ringleras, el río inerte que resulta ser una carretera. En sí misma la autopista es un paisaje sin alma. La autopista. Esto es una señal débil, porque bajo esa geometría existe una lírica suficiente y autónoma. Las conversaciones, los pensamientos, la música, las dudas y las certezas. Ese impulso que hace que el día comience. Apago la radio y desayuno en silencio: el pan en su honrada limpieza bendice el inicio del día. Un otro arte de vivir.

+ Correr con música resuelve muchas dudas, mejor: las diluye. El sendero, el río, orillas cósmicas, música aleatoria. Creo con firmeza en las posibles sensaciones que devienen del esfuerzo y la dedicación musical. Los perros ladran, el rumor de la corriente, el viento entre las hojas. Una leve brisa que recuerda el frío invernal, pero es primavera, primavera en su esplendor. Los cuerpos sumergen la duda en la corriente histórica: allí donde todo pierde su solidez. Corro. La tarea es llegar al no-pensar; alguna vez lo logro. Las tareas diarias restituyen la confianza en el ser humano, en la posibilidad de esquivar la muerte [esta falsa impresión me permite observar mis trucos y ver que son malos y prescindibles]. Corro.

+ Se manifiesta la idea de una biblioteca en ruinas. En estos días la biblioteca está en cuestión, el orden alfabético que propone, el orden temático [también]. Esa biblioteca en ruinas resuelve la marejada tempora. Cómo la muerte arrebata el impulso diario, su sola presencia otorga la textura única a lo diario. La vida precisa un sistema de pesos y contrapesos para ser estimada en su justo valor, para situarla en el lugar que le corresponde. La biblioteca en ruinas orla las ruinas de mi inteligencia. Libros, folletos, artículos, papeles, mis escritos, mis pobres escritos. La biografía no es transparente ni fija, su movilidad constituye su esencia: cada lector tiene su versión, la suma de las versiones no es equiparable a la verdad. ¿La verdad? Un substrato podría dar coherencia, pero ¿es posible hallarlo ya?

+ [Cita]: (Sloterdijk, Normas para el parque humano): «… hay en el mundo discursos que hablan de la comunidad humana como si se tratara de un parque zoológico que al mismo tiempo fuese un parque temático (…) el sostenimiento de hombres en parques o en ciudades se revela como una tarea zoopolítica.»

+ La cita anterior nos sirve de medida. En ocasiones nos resistimos a su aplicación, pero esta suspensión del juicio no es fácil, no es posible.


+ Imagen: el placer de disparar sobre las pantallas, el placer de deformar lo que ellas arrojan hasta convertirlo en una figura irreconocible. No sé cuándo disparé, ni dónde, tampoco sé quién es el retratado. La nada.

sábado, 20 de mayo de 2017

Relato

 

+ Mientras una persona cercana se muere, yo camino bajo los puentes, junto a los ríos y veo, en un instante, volar mariposas azules. Cantan los pájaros y la desolación se instala. El sol acentúa un dolor sordo, la certeza de la muerte. Un sol que transforma el color de la hojas: desde un verde oscuro hasta una transparencia de gasa o tejido dérmico, la piel de una rana o la piel de un elefante que se ha retirado, curtido y ahora tiene el esperor del papel. Tonos grises en la tierra, el agua jadeante que se arroja a las cunetas desde las laderas. Barro o ceniza. Sin etiquetas avanzo junto a las paredes de los estribos que sostienen el tablero de un puente. Como criaturas que en algún momento estuvieron vivas. La muerte es un relato. Hoy todo es relato, pero no sé decir si este relato es una palabra que se emplea metafórica o literalmente. El que habla pierde algo en la dicción. Yo guardo silencio y estudio la estructura o el muro y apunto en mi libreta: no hay deficiencias, no hay daños. Constato un momento, pero me doy la vuelta y el aire boscoso alienta una certeza: mi escritura es mi desaparición.

+ En un título de un poemario leo «… dar un grito» y me pregunto ¿por qué no utilizar gritar? Dar está vacío de contenido, pues ese dar no es el mismo dar que el que aparece en «… dar la vida». Si se tiende a la condensación, hay una posibilidad de triunfo. Pero, ya lo sabemos, el triunfo nunca es posible porque el resultado es siempre el mismo.

+ Versos: «Vestido ya de tendero / de tienda de ultramarinos». Así comienzan el poema de Alberti «Mi entierro».

+ Los gatos son silencio, la negativa a expresarse, salvo sus mordiscos y sus arañazos. Sólo quiero la comida a mi hora, tampoco es pedir tanto, parece decir mientras maúlla lastimeramente. Y tiene razón. Unas caricias, algo de respeto, la comida apropiada en el momento apropiado. Como el órgano sutil de la naturaleza: la caza a primera hora de la mañana, el ratón o el topo que cae en sus garras. Esas patitas delicadas cargadas de crueldad insólita, de la que sólo nos protege su manejable tamaño. Más que independencia, es deseo sin dirección, insensible y certero.

+ «No se lee para reconocerse uno mismo, sino para conocer algo que no es uno mismo» Miguel Morey cuando describe un pensamiento fuerza de (F.) en Escritos sobre Foucault.


+ Mudanzas. Cajas, amplios pasillos, sillas giratorias. Los rostros se reflejan en el ritmo de la respiración. Hace calor, se anuncia una tormenta y las conversaciones giran en torno a los cuidados paliativos y la sedación. Ahí queda todo. ¿Cuántos tipos de inteligencia hay? ¿Sólo hay una la posibilidad? Ahí queda. Miope, agudamente ágil para las matemáticas y la física, incapaz para la empatía. Es un corcho, alguien me dijo. No puedo dejar de estudiar su sorpresa ante el cambio vital al que se ve abocado. Tampoco es para tanto. ¿Volveré a verlo? Urbanizaciones, el edificio como proyecto vital, la torre, los chalets, puentes y viaductos. Ya su rostro se ha desvanecido, ya sólo flota su nombre. Sombras.

+ Imagen: la selección de la imagen viene determinada por la lectura de unos poemas de M. Houllebecq, en concreto: uno que habla sobre un viaje en TGV, la semejanza que hay con un posible tránsito hacia la muerte. Luces, nocturnidad, una ciudad que no se identifica. La abstracción del tráfico, la noche y sus equívocas invitaciones.

sábado, 13 de mayo de 2017

Selector




+ Hay un snobismo contemporáneo que comienza a estar demodé. Muy demodé. Un snobismo que gira en torno a un léxico amplio, preciso y con una deliberada tendencia a la irónica condescendencia. Hay maneras y maneras de distinguirse. Unas veces se acierta y otras veces se falla. El tiempo da y quita razones (etc.). Lo alto y lo bajo, la técnica y lo plural. Una vez que ha pasado de moda el snob se transforma en figura de cera, balaustre en anticuario. Ay, cuántas veces hemos oído sus afirmaciones y sentimos la leve brisa de suficiencia que desprendía, hoy todo ha cambiado, pero ellos siguen ahí: en su antigüedad finita y parcial. Nosotros, no. Nosotros seleccionamos la ultramodernidad y, en la selección, acertamos.

+ «… un poema es un significante total y a la par un complejo de múltiples significantes parciales (acento, consonantes, vocales, palabras, verso, estrofa, etc.) y de infinitas relaciones tendidas entre todos estos elementos.» [Dámaso Alonso cuando se refiere a la poesía de Garcilaso de la Vega, en Poesía española (Ensayo de métodos y límites estilísticos)].

+ ¿Como se afirmaba en aquel poema, abril es el mes más triste?

+ Me hablan de la vida sentimental de un conocido, de las mujeres de las que se ha divorciado, de los hijos que con ellas ha tenido. Escucho detenidamente, pero sé que en un momento lo olvidaré: sin remisión. Según los años van pasando, encuentro las conversaciones sobre personas cansinas e intercambiables. Todas las vidas tienen un punto de fricción y un punto de encuentro, todas las vidas se parecen porque en lo sustancial resultan ser lo mismo. Al cabo de unos minutos el relato termina y veo como el que me ha puesto al día se aleja con su mercancía de chismes y puntualizaciones. Una vida nunca es materia de novela, sino al contrario: la vida se puede ver engrandecida por la sustancia novelesca, por los meandros narrativos y las acentuaciones sobre los hechos y su descripción. La vida sentimental suele ser muy parecida y con una cronología similar, lo que la eleva es la expresión de ella misma, su constitución como obra de arte, lo demás es viento o humo. No pierdo un minuto más y me centro en el suave canto de los pájaros en el mes de mayo, nunca un mes triste, nunca un mes doloroso.

+ «El que ve lo de ahora ha visto todo cuanto hubo desde la eternidad y cuanto habrá hasta el infinito, pues todo tiene igual origen y aspecto». Marco Aurelio, Meditaciones.

+ El conductor como emblema de la ultramodernidad. Anónimo, decidido, casi ciego. Merece un poema trufado de electricidad y sensación, locura y baile frenético; el conductor es un dios menor que se hace carne en cada hombre que toma el volante, el volante se empuña como el que toma una espada. Madrugadas ásperas, luces, despiadadas volteretas. Sólo existe la pista, el simulacro y la interpretación actoral: madrugar para acudir al trabajo, legiones de ‘commuters’ embelesados por sus teléfonos, música que acuna la desesperanza en la primera hora, el día transparente, el día lluvioso, el día soleado. Una reiteración. Pasa con su maletín y su discordia: es la muerte en el atuendo actual: traje, corbata estrecha, negra, barba cuidada, un reloj de colores y un Mini negro. También negro. Así he visto yo hoy el emblema de la ultramodernidad. La muerte en su Mini negro con destellos de plata y oro.

+ Imagen(-es) yuxtapuesta-(s): las texturas encierran en sí una poética, un proyecto que el fotógrafo establece con su selección, el disparo y la última decisión: mostrar las fotos en una secuencia solapada. No se tratada de crear un mensaje aleatorio, sino de prescindir del mensaje mismo. Un vacío: colores, formas mínimas, ausencia. (Las dos fotos se hicieron en Gijón en el mes de abril de 2017, en busca de esa abstracción que nos compete).

sábado, 6 de mayo de 2017

Arquitectura inútil


+ Tres verbos en primera persona: compro, utilizo, escucho. Su desarrollo discursivo me caracteriza en el día de hoy, un rastro que permanece, una expansión que deberá explicarse. Hoy, un viernes de mayo, llueve mientras recuerdo los pueblos que visitamos recientemente, junto al Cantábrico, en la costa Asturiana. Qué queda de aquéllo. Olas que dibujaron figuras. Una cuestión de estilo. [Una arquitectura inútil].

+ Compro libros en ese éter que resulta ser internet. Llegan hasta mi domicilio y abro los paquetes, todo un ritual. Los contemplo y descubro anotaciones, pequeñas etiquetas donde se leen las señas de una librería en Bilbao o en Murcia, anotaciones a lápiz, subrayados en fluorescente, una flor dibujada con bolígrafo verde, torpe pero tierna. Me pregunto por sus vidas anteriores, por sus anteriores dueños y sé que no hay respuesta. Yo sólo soy una estación en su infinito (?) viaje: un día esta acumulación de libros se disgregará y viajarán estos libros hasta otros hogares , viajarán guiados por esas etéreas librerías en internet o lo que en ese momento exista. No me produce desconsuelo esta constatación de lo temporal que se ofrecen las distintas signaturas. Aquí un hito en el camino, ese es mi yo preferido para el día de hoy: el lector que soy y que trata de atrapar los límites de su lectura. Hecho.

+ «En el asfalto fondos / De joyerías cándidas / Se aparecen a todos.» Noche céntrica, Jorge Guillén, en Aquí mismo de Aire nuestro.

+ Utilizo como marca páginas tiras que recorto de volanderas hojas publicitarias (zapaterías, pizzerías, centros de belleza…), que me entregan en las calles y guardo en un bolsillo con descuido. O bien billetes de tren, de metro o de autobús. También, boletos no premiados, marcadores, la entrada gris de un museo. No hay ninguna intención en ello, pero si una costumbre se sedimenta es porque algo se esconde tras sus costuras. ¿La humildad, las posibilidades funcionales, el colecciones mínimo? A saber.

+ Escucho a alguien decir que, en sus incios, escribió unas canciones sobre la fascinación que el alcohol le producía. Como éste incidió en su manera de desear y relacionarse, un Lucifer emergía desde los recuerdos infantiles. Considero el tema como una venenosa y potente lujuria. La lujuria alcohólica: botillería, líquidos, colores, formas, vasos o copas, transparencias, la media luz nocturna, gestos, los reflejos, la risa como evasión, la evasión como destino. Hablaba el compositor de reuniones familiares donde una amiga de sus padres le decía: «Pon más gin, pon más gin, Juan, más gin», y ahí nació la fascinación. Se pueden escribir canciones sobre cualquier cosa, pero el tema del alcohol encierra en sí peligros insospechados, turbulencias y escabrosas excursiones [excursión en ese sentido que tiene su literalidad: salirse del curso ordinario].

+ Autores pendientes de revisión (?):  Fray Luis de León, Santa Teresa, San Juan de la Cruz. No es necesariamente una triada, pero hoy funcionan así los tres escritores, ¿mañana?

+ [Lo gastado]: (filosofía de), (dato histórico) (política de). En una contabilidad restan más que suman. Si a alguien le oigo emplear alguna de estas engastadas piedras no preciosas, pierde enteros. Hmmmm: ¿perder enteros? Ay, yo en lo mismo, yo en lo gastado.


+ Imagen: ¿hasta qué punto resultan intangibles las olas del mar, su dibujo, su impermanencia necesaria?