sábado, 17 de octubre de 2015

Simulacro (S)



+ [La carretera y su lírica]. Recojo de la estantería un libro, una antología  de Gerardo Diego y encuentro un poema que pertenece a su libro Soria. El poema se titula "Por tus carreteras largas". Lo leo mientras un molesto dolor de espalda comienza a remitir, lo leo con interés mediante una volátil conexión entre lo dicho y lo que yo alcanzo a recuperar. Al mismo tiempo, he puesto la música de Leon Bridges en un modo aleatorio, en la página de streaming que suelo utilizar. Leon Bridges me lleva, también a pensar en carreteras: Viajes que recuerdo con mucho cariño, ya por la inspiración de la amistad, ya por la certeza del amor. Escribe Gerardo Diego: "Caminar por camina,/ sin voluntad ni destino,/ por el placer de tornar/ otra vez por el camino (…)". Conducir, en ocasiones, es un placer, un placer  extraño: la música, el  viento, el paisaje, la conversación, el desplazamiento sin destino ni obligaciones. Una patria sin territorio / un territorio sin patria.

+ En el Fedro de Platón, respecto a la escritura: "Apariencia de sabiduría y no sabiduría verdadera (…); … y serán fastidiosos de tratar, al haberse convertido, en vez de sabios, en hombres con presunción de serlo". Así he visto el pasado, me he visto a mí mismo y el ejercicio ha sido provechoso. Como una guía para corregirse, para permanecer en silencio: atraer hacia uno la posibilidad de callar ante lo que no se conoce o se conoce mal.

+ [Alberto García-Alix]. Decía el fotógrafo que se despertó una noche que llovía intensamente y sintió la necesidad de recorrer la M-30 con su moto, bajo la lluvia. ¿Por qué?, le preguntó el entrevistador. Alguien tenía que hacerlo (sic), contestó. Durante mucho tiempo me pareció una pose, sin embargo hoy para mí es un acercamiento  a una definición de la oración: rezar. Por eso escribo yo aquí: alguien tiene que hacerlo, por los que no pueden, con independencia de ser leído o no.

+ [Relatos que parecen llegar desde el pasado, pero son presente y en el presente se desarrollan]. Después de un paseo cerca del mar, regresamos a la ciudad. Un agradable paseo: la ría, los pinos, la otra orilla y los perfiles del puerto y los barcos: descargas, estivas, grúas. Entonces, en una calle peatonal, secundaria, lo veo pasar con prisa, nervioso. Casi no lo reconozco, él no me reconoció. Está envejecido, colorado, gordo sin llegar a ser obeso. Ha perdido todo el pelo, lleva una beisbolera y una zamarra ajada por la lluvia y el sol. Continua en Londres, me dice y todavía no ha terminado de reconocerme, le llevará unos minutos todavía. Me dice que su padre ha muerto y tienen problemas para liquidar la herencia, baja los ojos y permanece en silencio. Hay algo sobre los liberales en el Reino Unido, sobre nuestros conservadores patrios. El liberalismo. Ha vivido en Londres mucho sobre los servicios sociales, pero no es culpable, no tiene maldad, ya no tiene maldad. Quedaron atrás noches eternas de alcohol y bailes, de madejas de amores e interminables cuestiones sobre el mundo greco-latino y la gloria pasada de España. Ahora suspira por un relato, una historia y me digo que ese es el momento literario que deseo, con una inflexión política, ¿con mensaje? Tal vez, pero el día es transparente y lo oscuro se remonta a años atrás, donde está el origen de todo, absolutamente de todo.

+ Cansancio de vivir. Los días son soleados, hay lecturas esperando, nada interrumpe la transición entre las noches y los días, también ha remitido el molesto dolor de espalda. Pero no. No es que vayamos a suicidarnos, nunca tan lejos de tal propósito, pero el disgusto se acrecienta y no ha motivo. Lo sé: esto dura un día y medio. Sé, también, que hay complacencia en ello, como una nota de elegancia que se rebela contra el tedio y los perfiles romos de lo diario. Ay, esa gente que se ve tan ilusionada con sus juguetes tan grandes y caros me desasosiegan. Yo no, nunca he sido así y sé que ahora soy el que soy por mis renuncias, por mi falta de interés en esos juegos y en otros juegos. El simulacro y la realidad se unen y yo no me intereso, estoy en un margen: y con Heráclito de Éfeso: el carácter es el destino.

+ Imagen: dos hombres toman café en A Casa da Música. El tiempo se ha detenido, el espacio no es una frontera y hay crédito: dinero para café y libros. ¿Es la felicidad?