sábado, 2 de mayo de 2015

Códigos




+ En un catálogo de maquinaría de jardinería hay un modelo que se ríe estrepitosamente. Viste un pantalón claro y una camisa verde, a su lado una mujer parece empasta contra el fondo y ajena a la alegría imposible de su compañero: parece contenta, pero con la felicidad propia de las estatuas de cera. Todo resulta excesivamente codificado y un aire de falsedad recubra la escena: hay menos vida en las figuras que en las herramientas o los setos que componen la escena. Ella es hieratismo en su sonrisa y él ríe: sin motivo. Me fijo con más detalle y esa risa me recuerda las esculturas de Juan Muñoz que se aposentan en un parque, en Oporto. Es el mismo rostro, es la misma risa histérica. Trato de establecer una conexión a sabiendas de que no existe o que el hecho de plantear la posibilidad es forzar la conexión. Es materia para la investigación, obra por construir, la sugerencia y el motivo del día: la risa que estalla sin motivo.

+ Los deseos se solapan con las felicitaciones, alguien me dice y poco después leo una cita: "anillo de oro en nariz de un puerco". La yuxtaposición de las dos aserciones crea un significado desconocido y/o desconcertante. Se ilumina el día con una luz especial, una luz que descubre parcelas de lo real ancladas en la rutina. Su visión es la visión: el atuendo y su sentido, es un reflejo de la personalidad, la belleza sin gusto: el oro en la nariz del puerco. Maquillaje y sensaciones confusas que se dirigen hacia la reproducción. Un sentido literal, una mancha de vino en la camisa, imprevista irracionalidad en el orden diario. Las felicitaciones, los deseos, el engaño del oro: el oro no es comestible, el cerdo sí. Una turbulencia desordena todo lo que el día trajo, el sueño es tranquilo y reparador. No recuerdo nada de lo soñado, eso está bien.

+ "¿Es la Luna o es el anuncio de la Luna?" Juan Ramón Jiménez.

+ Comienza a llover. La bocana de la ría se ve enmascarada por un niebla densa e impenetrable. Son poderosas las luces del puerto a esta hora: casi el mediodía: es su oscilar, como si atesorasen realidades y alegorías. La marea está alta, los camiones se alejan rápidos y aéreos. Nadie está en los bancos de almejas. Ese trabajo, que duerme, que latente espera la bajamar. Un trabajo duro y no muy bien pagado. Comienza un fin de semana largo. No es nostalgia, pero se percibe cierto cansancio: nadie está preparado para esta lluvia insistente.


+ Imagen: fragmento del grupo escultórico de Juan Muñoz, en el jardín de la Cordoaria, en las proximidades del hospital de Santo António, en Oporto.