sábado, 31 de mayo de 2025

Un ciclo

 



Trabajo: lo diario y la exclusión de lo inusual. Esa rutina bien marcada, tiempos y espacios. No es un reflexión, sino un bosquejo sobre el tiempo y el espacio. Tareas ingentes y elusiones que, de forma involuntaria, anulan la agenda propuesta. De siete a tres, de lunes a viernes, con sus fines de semana y sus vacaciones. Las estaciones meteorológicas siguen su curso y su discurrir no es una metáfora, sino que es la vida misma. Sentarse ante la mesa de trabajo y distribuir las tareas, un cierto margen para disponer el trabajo, la tranquilidad y la agradable rutina. Bendita rutina. Así, abomino de la estupidez impuesta de “sal de tu zona de confort”. ¿Por qué? Tanto trabajo me ha costado llegar a esta rutina que nada, casi nada, me hará que renuncie. El día acompaña, no llueve y el jueves tiene todo lo necesario para la alegría. Bendita rutina.


+ Leo algo que escribí y veo, una vez más, la persistente presencia de la idea de ciclo. El ciclo como explicación, un “eterno retorno de lo mismo”, que más que un concepto, resulta ser una herramienta de defensa. Un arma que se esgrime contra la fatalidad que algún momento se nos impuso. Los ciclos y su reflejo en lo diario, en la explicación necesaria para aprehender el sentido que nos ofrece el dios del momento, el único dios posible: por su fugacidad e inconsistencia. 


+ Imagen: el placer del café [¿es la segunda vez que inserto esta imagen?, en suspenso queda].