+ A veces, no pocas, trabajamos contra nuestro pasado. Una lucha por rehacer el relato, bien ocultando hechos, bien desmontando y reelaborando la narración de aquellos días. Lo observo con frecuencia en las declaraciones de diversos actores de lo público [políticos, escritores, actores, periodistas…], pero, también, en el ámbito de lo cotidiano. Finalmente, nunca sabremos con qué versión o elaboración nos quedaremos, pero, siempre, esta se ligará al presente y su característica caducidad. Hablamos sobre los otros y al hablar los construimos. Pensamos en nuestro pasado y requiere este pensamiento un núcleo o principio rector, algo que se instala en el presente y desde este punto explica esa totalidad que somos. Ayer en Santiago C., E. y yo elaboramos un relato sobre los últimos años de mi padre. Un relato que solo vale para nosotros tres valer, pero ni es ambiguo ni es falso, sino que se liga a lo efímero y nos resulta útil para explicar a mi padre y para explicarnos a nosotros mismos. Queda, finalmente, ese olvido de lo malo y la persistencia de lo positivo. Nada más, nada menos. Hemos perdona a los que le hicieron daño, por acción o por omisión, por estupidez o descuido. Así, como homenaje a la memoria, le entregué a E. unos papeles que fueron de mi padre: un tesoro que no admite ni el intercambio ni el dinero. Por eso en lugar de trabajar en contra de nuestro pasado, lo construimos amablemente, en armonía y sin distorsiones. Útil para nosotros, útil para mí.
+ 2025: la cifra tiene una evidente falta de simetría. No creo que los número escondan mensajes, aunque juegue con esa posibilidad. Hoy dormía y soñaba, no sé quién era mi interlocutor o interlocutora, pero hablábamos de novelas y yo ponderaba a Vargas-Llosa, en concreto: Conversación en la Catedral, así afirmaba que me gustaría volver a leerla o que formaba parte de un plan de despedida [de la vida] donde se acumulan lecturas que han resultado importantes (El Quijote, La Celestina, La Regenta….).Todo bien. Desperté y consulté el teléfono: Vargas-Llosa había muerto. Nada. ¿Qué pensar? Vuelvo a la numerología y me digo: no hay conexión alguna, pero nos gusta pensar que sí, que entre el sueño y la luctuosa noticia se produjo una conexión. No, no hay más conexiones que las que nosotros queramos establecer.
+ Algunas cosas de los Tratados de armonía de A. Colinas. Los breves textos invitan al sosiego, un sosiego que llega de lejos, de otros mundos de la memoria. Recuerdo la tierra de mi padre y veo brillantes reflejos en la prosa del poeta berciano. Paisaje, ritmo, ese culturalismo que se cierne, también, sobre mí. ¿Conexiones? Intencionadas conexiones.
+ Abjuré del buen gusto. How to live in style? But no. Sentencia del tiempo, cómo se distribuye el olvido, cómo selectivamente escogemos lo conveniente y desechamos las pesadas cargas que tanto daño nos han hecho. El estilo se presenta como un lastre, porque ahora entiendo que esto debe ser natural y nunca una construcción. La reflexión tiene más de tratado moral que de libro de estilo o manual estético, se trata de encontrar las razones íntimas, donde se decide entre el bien y el mal, que impulsan a cometer actos infames en contra de lo adecuado al momento, que, a veces, implica, el sacrificio de ese estilo. Cómo vivir con estilo, la respuesta: con fluida indiferencia y sin prestar atención, precisamente, al estilo mismo.
+ La muerte de Vargas-Llosa establece otro límite.
+ Imagen: la falta de substancia.
