+ [Introito] En primer lugar, la decisión ha sido un tanto el estallido de una tormenta, inesperada, pero previsible. No estamos ante un oxímoron. En un momento, durante la Semana Santa, me pareció que la posibilidad de visitar la exposición en París David Hockney 25 no resultaba descabellada. El veneno había comenzado a hacer su trabajo. Esquemas, hojas de cálculo, días de vacaciones, vuelos, estancias, desplazamientos hasta Oporto, (etc.). Ya sabía yo que no habría escapatoria. Iríamos a Paris para ver la exposición. Pero todo venía de antes, llegaba desde que mi padre falleció. Desde que la madre de J. falleció. Este zumbido que se esparce por lo cotidiano solo se puede solventar con gotas de un cierto gusto por lo cosmopolita frente al nacionalismo y se traduce en la reducción a lo manejable, a lo propio, frente a lo identitario. Ahora la ciudad, París, el pintor, la programada visita al Louvre, a vuelo de pájaro, me ofrecen una mismidad: ahora soy yo frente al tiempo y no me asusto. No tengo miedo, tampoco esperanza. Esa tormenta se desliza con violencia, pero solo soy un espectador, el que observa y se detiene en París para conversar con aquella pintura que me subyugó hace ya tantos años. Hoy mi padre revive en el gesto.
+ Se nos ha muerto Monito y ha dejado un extraño vacío en nuestra casa. Monito era un gato. ¿Puede un gato dejar un vacío? No lo sé, pero a mí me ha desvelado, de una manera misteriosa, la crudeza del vacío en sí mismo. Este punto se enlaza el título de la entrada, pues el viaje a París se programó cuando Monito todavía estaba con nosotros. El viaje a París, a la exposición de David Hockney, es una celebración de la vida y la empresa inútil de oponerse a la cruda realidad del vacío. ¿Nihilismo? El nihilismo me vacuna, transforma el sinsentido en la necesidad de dar sentido. La muerte de Monito es un aprendizaje, la pintura de David Hockney otro. En este último estadio descanso.
+ En los días, en las noches y en la muerte de Monito hubo poesía, música y aliento. Todavía vibra su silueta. Todavía resuena su voz quebrada.
+ Termino otra libreta de dibujo, mis humildes dibujos. Humildes y satisfactorios. Se aproximan a una terapia. Me funciona esta rutina. Esto también se relaciona con D.H. El placer del dibujo, su traducción en el detalle y la observación. Me acerca a otros recodos, el tiempo se detiene y no necesito precisar razones. Los motivos son la propia inspiración, el trazo y el color. Nada más por hoy.
+ Imagen: fragmento de un cuadro del que no recuerdo el nombre ni el autor. En este paisaje también había una idea de viaje. Hoy es otra. Ambas pertenecen a la misma familia. Esa recorte conserva su aliento.



