sábado, 2 de noviembre de 2024

La pureza de lo indiscutible

 


+ El crimen es un martillo que constantemente golpea. Algo escucho sobre la violencia de los simios superiores. “Los machos más agresivos con las hembras son los que más descendencia tienen. Estos primates intimidan más a sus parejas cuanto más grande es el grupo de rivales” [entradilla de El País, 13/11/2014]. La cita está extraida de  un libro de un célebre primatólogo. A ello se añade lo siguiente: "En la naturaleza, a veces los machos se salen con la suya, porque pueden distanciarse del grupo llevándose a una hembra de safari para evitar las intrusiones de terceros. Hasta pueden blandir ramas a modo de armas para obligar a las hembras a aparearse. Pero en cautividad es imposible quitarse de en medio y a menudo he visto cómo los machos cuyos avances sexuales eran demasiado insistentes suscitaban una ruidosa protesta de la hembra, a cuyos gritos acudía una masa de hembras que la ayudaban a poner en fuga al acosador" [Frans De Waal] El título del artículo es “La violencia sexista de los chimpancés”. Los chimpancés y los humanos son las únicas especies que se atacan entre sí de manera organizada. Queda abierta la discusión porque subyace una idea de determinismo que a mí me parece incontestable. No soy capaz de resolver la ecuación. 


+ Sin embargo, los chimpancés también muestran comportamiento éticos y, al tiempo, sienten la angustia de la muerte, que no deja de ser el inicio de lo humano: esa conciencia de la propia finitud.


+ El título que encabeza la entrada surgió en un paseo con C. La conversación giraba sobre un viejo debate entre las ciencias de la naturaleza  y las ciencias que se alejan de este ámbito para fundar disciplinas en las cuales los resultados resultan más discutibles o donde el discurso es tan importante como el dato en sí mismo. Ponía, yo, en lo alto a matemática y la lógica. Luego, todo lo demás. Una forma de verlo, una verdad construida finalmente. Pensé, más tarde, en el sintagma y nada concluí, salvo que no sonaba mal. Poco más. Se puede ampliar su contexto, me dije y lo llevé hasta las cuestiones donde parece no haber discusión, esos puntos donde todos nos ponemos de acuerdo porque, socialmente, parece lo mejor, a pesar de que vaya en contra de derechos fundamentales. Surge la duda si se debe primar lo deontológico o teleológico. La ley en sí misma y el objetivo moral de la ley. Ahí quedó, sin solución de continuidad.


+ Ordenar es establecer un conocimiento.


+ “Si el νοῦς es propio del ser, lo que se está diciendo que toda la sacralidad, ese acto soberano está en él, por lo tanto, ya no está en los dioses.” Tomado de Quintín Racionero de las lecciones en línea sobre la filosofía griega, en relación con Anaxágoras. Este punto de ruptura me sirve para avanzar o para consolidar posiciones sobre creer y no creer, donde siempre hay un margen para la indefinición. No me queda más remedio que relacionarlo con lo expresado por Aquiles en la Íliada: nada es la gloria de los muertos en comparación con la vida, aunque esta se considere de un nivel inferior: la vida de un criado o de un esclavo. El día continua con sus afanes, pero el gobierno de lo finito impone su ley, su soberanía. La soberanía del tiempo es el ámbito de lo indiscutible.


+ Algunas dudas sobre sintaxis, lexicología y pragmática, que no sé si las he resuelto adecuadamente, pero la semilla queda sembrada. El interrogante germina, finalmente.


+ Un manual es una caja de herramientas. En la línea de Foucault. 


+ Días extraños y poco productivos, días que contrastan con afanes sólidos y duraderos. Mientras, la vida pasa. No hay remedio. Es el aire del nihilismo que habita en nuestros días. Acusaciones, asesinatos, juicios, periódicos que dan cuenta de los asuntos y un cierto velo de irrealidad. Me planteo debates morales que afectan al derecho [la presunción de inocencia y la denuncia anónima] y a la convivencia, pienso en la deontología y la teleología, si las reglas hay que cumplirlas por sí mismas o porque hay un fin que las justifica. La complejidad de la realidad me abruma [como me abruman las dimensiones que se contemplan desde la ventanilla del avión], como esos paisajes románticos donde el espectador es un perfil irrelevante. No creo que haya pureza en lo indiscutible, pero así se presenta hoy. 


+ Imagen: La realidad que se transforma en lo abstracto, en las primeras horas del día. Cables y una pintada, que fuera del contexto son otra cosa: informalismo abstracto.