+ Busco en el ordenador imágenes de Cuento de verano de Rohmer. La nostalgia, tal vez. La melancolía, no: es una enfermedad. Llueve muy fino y Monito duerme. Los gatos son así: tienen una capacidad para la indiferencia envidiable. El café está en su punto justo de temperatura y sabor. Una buen noticia. En el horizonte se dibuja Madrid. Días que llegarán, días que pasaran. A veces creo haber entiendo un cierto sentido de la totalidad, entonces me duermo: sueño con mujeres maduras, con complejos trámites administrativos, con coches y motos. El olvido se manifiesta y veo como A. pasa en su bici, al borde de la ría. ¿Todo está en calma? Sí, pero tengo sueño.
+ Tengo pendiente la lectura de algunos libros de poesía; aunque mejor sería decir: lírica. No es tiempo para ello. Me centro en la prosa y me evado en “el mundo griego”. No son caras de la misma moneda, pero se entrecruzan en una suerte de tablero. No es un juego, es la vida.
+ Me sorprendo cuando acierto, la frecuencia que tienen mis aciertos. El secreto: el silencio perruno que tengo, ese observar que se va aquilatando. Está bien así.
+ Antes de dormir leo el periódico que compro el domingo. En concreto, los suplementos que con él vienen. El panorama es muy actual y vuelo sobre los titulares. Entender el presente requiere gran atención y huir de la fluidez que vivir da ayuda, ayuda mucho. Reparar en los detalles constitutivos de lo cotidiano es una gran tarea. En ella me centro y así encuentro alabanzas al capitalismo, el muestrario de problemas mentales, el conflicto de la vivienda o consejos para triunfar de la mano de una mujer que sabe que miente ¿[qué argumenta y qué pretende?]. Hay oposiciones significativas: la juventud herida y precaria frente al banquero que afirma que en Occidente la pobreza no existe, la mujer que alegre señala que todo lo que uno se proponga lo puede conseguir, la colección de adminículos carísimos e innecesarios, la voluntad de un escritor que se hace solida en sus deseos de lujo y lejanía. Entonces, antes de caer en las simas del sueño, analizo lo leído. Se desgaja la marmórea realidad del periódico y los fragmentos definen el momento, mucho más que su propia suma. El fragmento, ese es nuestro signo.
+ Imagen: la rutina diaria, también: un fragmento.
