sábado, 29 de abril de 2023

Apuntes y olvidos



+ Entramos en la notaría y el valor de los elementos simbólicos era muy claro. La calidad de las maderas, la prestancia de los tejidos, el olor, los atuendos, el ambiente que el flujo de dinero da. Estudié la situación como hago desde un tiempo, como si ensayase apuntes para un cuadro de costumbre, detalles que me acercarían a la técnica de Flaubert, pero sin llegar a concretarse ni en un texto ni en un lienzo. Solo por apreciar ese placer que produce la acumulación de datos y apuntes. Vi al notario. Alto, pelo al viento, blanco, peinado con un estudiado desorden, también su barba participaba de la misma característica, a ello debemos sumar el paño del traje, la calidad de la piel de los zapatos, la camisa como un pergamino recién terminado por el artesano que le da vida. Era un hombre muy seguro de sí mismo, con esa seguridad verdadera que da el dinero y el poder. Pero me fije con más detalle: anillos, pulseras y otros complementos que desentonaban, a pesar de no ser baratijas. Me llaman mucho la atención las personas que están pendientes de su aspecto, del equilibrio entre sus gestos y su ropas y su status. No sé, creo que había algo que desentrañar allí, pero no continué, salvo por la acumulación de detalles, que me aclaraban más que una reflexión sobre la sociología del dinero y el poder.


+ Los empleados de la notaria eran un conjunto heterogéneo. Me fijé en uno de ellos. Alto, bien formado, musculoso. Seguro de gustar. Me fijé en algunas mujeres y me sorprendió la profusión de tatuajes. Llegué a la conclusión de que cuando uno penetra en el interior de cierta rutina sin llegar a participar en ella, tiene a su alcance una serie de detalles que de otra manera le pasarían desapercibidos. Los empleados de la notaría, creo, reciben buenos sueldo y eso marca. El dinero hace patria, la fortuna edifica confianza y belleza. No lo es todo, pero es mucho.


+ Ahí palpitaba la novela de vida.


+ Unos días fuera de casa. Pasamos de Galicia a Asturias y de Asturias a Cantabria. El paisaje desarrolla una relación extraña con el el viajero, esa relación tiene rasgos de autobiografía. No era la primera vez que atravesábamos aquellas autovías, tampoco por primera vez nos desviamos a las playas y a los pequeños pueblos, pero todo había cambiado. La mirada sobre las cosas sufre modulaciones inesperadas y todo pronostico es una apuesta por el error. Las nubes, el mar, los bosques y los montes habían estado siempre ahí, como si esperasen nuestra llegada, aunque no fuese así, me gustaba pensarlo mientras conducía plácidamente por la A-8. Los automóviles se deslizaban con cierta soltura y se dibujó una alegría inesperada en horizonte. La arquitectura excusaba la necesidad de reflexionar sobre su función y solo restaba el aliento estético. Un decorado teatral, tal vez, poco más. Así, la vida se impone. Hablamos, mientras yo conducía, sobre personas y sobre la evolución de las biografía, sus meandros inesperados, la lógica y la falta de lógica en las acciones, hablamos sobre los previsible de las conductas si estas se analizan desde la perspectiva de una trayectoria, así: poco margen para el error, siempre que se respete una amplia gama de posibilidades. Nadie nos molestaba y el sueño, cuando llegaba la hora, resultaba reparador. Fuimos felices mediante la alegría compartida, a través de las conversaciones y los cafés a media tarde en insospechados bares y cafeterías. Todo era perfecto y solo podía anunciar perfección, nuestra doméstica perfección.


+ [Una comida]. Analizar los meandros que el alcohol establece en el comportamiento es la labor del abstemio, por esta razón resulta inquietante su presencia. Es el que se abstiene un juez severo, que comprende y no comprende los actos de los que tiene ante sí. El alcohol establece muros y fronteras, que separan a los durmientes de los despiertos. La realidad, compuesta de pliegues y dobleces muestra, nunca tiene una sola cara. Los observé sin intención, pero el juicio comenzó a sedimentarse. El vino, los licores, los combinados de ginebra y tónica plenos de hielo y limón. Todo ello descubría algo que no recordaba pero que había conocido muy bien. Sentí que me mareaba. La comida se había alargado demasiado y las conversaciones degeneraban, para el que no bebe esto resulta muy desagradable, una sima y guardar silencio solo contribuye a incrementar la inquietud de la presencia del abstemio. Yo no elegí el papel y me dio la impresión de que mejor hubiera sido no asistir, pero fui y solo deseaba regresar. Los volví a observar y no deseaba hacer juicios y los había y esto me molestaba. Me fui y una tristeza mineral me invadió. Había visto esta escena tantas veces, pero todavía me producía tristeza, una tristeza mineral, por dura, por oscura, por reconcentrada. Leía algo sobre la geografía física de la Cornisa Cantábrica y me reconfortó, como si la distancia que establece las edades geológicas fuese la medicina necesaria para cualquier desatino de lo humano. Volví a pensar en Asturias y en Cantabria, también en la Mariña, y me quedé dormido. Afortunadamente, nada recuerdo del sueño.


+ Observo que me observo en demasía a las personas. No soy un pintor de batallas.   


+ Imagen: en una playa, en Santander, en la Playa de los Peligros, los peligros nos acechan, pero los sorteamos, los evitamos con habilidad inusitada.

sábado, 22 de abril de 2023

Sé quien soy

banqueta

+ Las elecciones se aproximan. Esa proximidad da lugar a conversaciones, dudas y recuentos. Alguien me dice que hay que reflexionar sobre el voto y, yo, sin decir cómo ni porqué, le hago saber que ya está pensado, se ríe y me explica algo sobre el tema. Todos los políticos son iguales, lo sindicalistas también. Presto atención. Es importante saber cuáles son nuestros intereses, actuar con una cierta frialdad y dejar a un lado los sentimentalismos identitarios. Es fácil tratar de demonizar tanto el sentimiento como la identidad, pero todos estamos sometidos a ambas razones. Quiero que estén al margen. Nada digo. Lo veo, lo escucho. La identidad adquiere formas insospechadas. Subterráneamente, hay algo que nos condiciona y, tal vez, ni siquiera lo conozcamos, ni siquiera lo podamos intuir. Ha dicho cosas con las que no estoy de acuerdo, pero no tengo ganas de exponer mi pensamiento, la construcción de las explicaciones que voy elaborando con paciencia, siempre en revisión, siempre en el margen de la duda. El trabajo, las ideas y su elocución.


+ La imagen es la derrota y el espejo es la tristeza, lo veo hoy en el reflejo de una historia que alguien, al otro lado del teléfono, me cuenta. No reflexiono sobre ello, simplemente escucho y me dejo llevar porque era algo previsto, fácil de adivinar. Una trayectoria nos da pistas y nos indica cómo se dará el futuro. Son indicios que valen más que las certezas. Basta con observar el comportamiento de una persona para sabe cómo obrará. No hay fallo. Cuelgo el teléfono y continúo conduciendo en la luminosa mañana. Me digo: hoy en los poemas todo está excluido salvo la lírica. El canto me mece y el tiempo se detiene, es un instante, pero he comprendido que su elemento es la mentira y sobre la mentira se debe hacer cualquier predicción.


+ Una mañana tranquila. El cielo está despejado y nos desplazamos en un coche nuevo, asuntos de trabajo, leves asuntos de trabajo. Conversaciones ligeras. Música, aire acondicionado, una relativa calma. Disfruto el momento, alguien pondera sin tratar de impostar. El momento. No hay mucho más. Sin embargo, no resulta sencillo elegir y mantener la elección. Tantas distracciones. El coche parece fluir como un líquido. Todo es fácil. Conversaciones, el café cargado, las pastas de té. Una conversación sobre el sentido de las palabras y una estela que recuerda a los que ya no están. Esa es labor de los vivos. Mantenemos el recuerdo de los muertos, pero llegará un día en que nadie se acordará de nosotros. Así es la lírica de lo diario, lo sé y lo mantengo.


+ Noticias que me inquietan, resuenan un poco y desaparecen. Una reparación imposible. El conflicto ocupa el centro y yo estudio su desarrollo. Todavía no he aprendido a no ser tibio. Me pregunto por las consignas que recibo a diario. Mantengo mi oficio con dificultad, el cansancio propio de estos años a los que hemos llegado. Hay que buscar recetas, se obliga el enfermo. No soy un enfermo y escribo. No hay oposición. Fluye. El conflicto me preocupa.


+ Sigo dibujando en la libreta roja. Los dibujos se han convertido en sistema de reflejar la realidad, por lo tanto se acercan a la escritura en tanto que son un diario. Los vuelvo a ver y recompongo el momento vivido. Pocillos, sillas, piscinas, edificios, macetas, jarrones y flores, vasos, botellas de cerveza […] Los colores son siempre los mismos y el trazo tiene personalidad. Me gustan mis dibujos porque son algo más que el reflejo de mi persona, porque por sí mismos viven y yo soy el destinatario. Alguien diría que son “autorreferenciales” y podría decir que tiene razón. Pero eso no es más que uno de los rasgos que poseen, uno entre muchos. Veo los dibujos que hice hace casi un año y no me cuesta reconocerme. Sé quién soy. No es poca cosa.


+ Libros de poesía que están pendientes. Un programa de lectura olvidado: Ángel González, Joan Margarit, Francisco Brines. Una triada que duerme en un estante. He de recuperarlos. He de recuperar ciertos hábitos que se han quedado a un lado. Espera con paciencia.


+ Para celebrarlo, C. y yo nos iremos a Asturias. Asturias es el paraíso. No es un día cualquiera, después de tantos años […]


+ Imagen: una arqueología de nuestra vida; a veces, un objeto resume en sí un algo inefable, un algo que desea un nombre pero no se encuentra.

sábado, 15 de abril de 2023

Pop y nihilismo

a lanzada

 + No me gustan los cambios y la esencia de la vida es cambio. Trato de adaptarme a esta naturaleza, lo consigo y no me opongo. Lo importante es no oponerse y dejarse llevar. Lo que fluye resulta más llevadero. En los últimos tiempos he visto cambiar el eje de giro de mi vida, pero no el centro, que son cosas distintas. Lo he aceptado con alegría, sin entrar en ejercicios de queja y debilidad, tan contrarios a mi modo de ser. La queja me gusta menos que el cambio. No se trata de ser fuerte, sino de no molestar. En ello estoy. Leo poemas que me dan cierto abrigo porque los considero inamovibles y en mi escala así son: hitos o balizas firmes que me dan seguridad. Con ese poco me basta. En este sentido, tengo libros atesorados para el futuro, para cuando necesite algo a lo que asirme. No son muchos libros. El tono declarativo tiene un reflejo en otro cambio que me descentra y trato de entenderlo mientras lo estudio. Describir el aburrimiento es dejar de estar aburrido, alguien me dijo hace ya tiempo. Yo nunca me aburro.

+ ¿Los porqués del tono declarativo y/o confesional? A saber. 


+ Repaso una lista de temas que tengo en la libreta de notas del ordenador y me sorprende el hilo que muestran. Hay una línea que va desde el inicio de la libreta hasta hoy. Se trata de la relación entre el mundo digital y el ascenso de los populismos. En este sentido, me he dedicado a leer manuales de ciencia política durante los últimos dos o tres años. Los he leído lejos de una sistemática, se trata de una tarea complementaria a lectura de periódicos y revistas, tanto en papel como en línea. He llegado a la conclusión de que no se pueden despreciar los ciclos. Me parece muy adecuado aquello leído a Julián Casanova que la historia no se repite, sino que rima. La rima es lo que busco. Escribí la semana pasada que el alza de los precios es un factor muy importante, pero, en realidad, se traduce en infelicidad, la infelicidad que produce la incertidumbre. La felicidad es un percepción, el alza de los precios dinamita sus cimientos. La literatura otorga herramientas que posibilitan una suerte de entendimiento, un comprender las motivaciones diarias de las personas. Y, quizá, no tanto de comprender como de observar. El observador se resiste a emitir un dictamen o una opinión, describe sin valorar, pero la descripción, por selectiva, es, también, un valorar los hechos. La literatura se posiciona en ese ámbito y me ayuda a situar lo que anoto en la citada libreta. Así, abrí El viaje al fin de la noche. Comienza en día, las tareas dan sentido al afán. 


+ Una vez más, sin miedo y sin esperanza.


+ Quiero mantenerme firme en mi propósito de no comprar libros que no voy a leer o a consultar. Lo sé. Atesorar libros es un vicio, y, como todos los vicios ,resulta una costumbre perniciosa. Se pude observar en ciertas casas en las que los libros se acumulan sin orden, en rimeros inmensos, como arquitecturas desengañadas. En otras, sin embargo, guardan un orden. También las hay en las que lo único perceptible es su ausencia. No sé si se trata de buscar un término medio o suturar lo mínimo, establecer un número limitado de obras que resulten útiles en el futuro, cuando ya solo quede la lectura. O ni eso. Mi propósito es firme, tal vez, una misión. 


+ He comprado un libro Literatura y público de Ricardo Senabre. No es una excepción, sino que se incrusta en la necesidad que impone la investigación. Estética de la recepción, marco teórico, estudio. No me he saltado la regla que me he impuesto.


+ Desconozco el número de libros que tengo, pero necesita esta acumulación una cura de adelgazamiento.


+ Me entretengo en tareas nimias mientras todo arde. No es un reproche, es una constatación.


+ “Ha cambiado el contexto y la pérdida de educación es a gran escala”, circunspecta pronuncia una dependienta de la sección de perfumes, una señora la escucha y yo hago mi observación sociolingüística. Una deformación, un saber olvidado que renace por un momento. Es un hecho. Refleja una condición estudiada hace tiempo, con la ayuda del trabajo de campo, el análisis y la estadística. Solo veo una variación: el influjo de las redes sociales en el vocabulario, porque yo entiendo, y estoy dispuesto a admitir mi error, que hay un barniz sociológico en lo que la dependienta expresa, pues el circunloquio no es gratuito y se tiñe de lo leído en algunos lugares, impregnados de política y opinión. Sin importancia. Nos dirigimos hacia otra planta y todo continua girando. La vida tiene cierta reiteraciones gratificantes, que aseguran el relevo y la persistencia del conocimiento.


+ He fallado en mi propósito de no comprar más libros. Serotonina, Houellebecq. En fin, un libro que presté, perdí, compré en francés, leí en francés y vuelvo a comprar para leerlo en las noches en la casa del padre. No sabría decir por qué ahora quiero leerlo en español, otra vez. Cierto es, podría haberlo cogido en la biblioteca, pero no. Lo he comprado. ¿La explicación? Houellebecq me otorga una suerte de visión pop de la realidad que me reconforta y eso es lo que busco. Pop y nihilismo, a partes iguales.


+ Imagen: A Lanzada, un paseo, la foto como testigo.

sábado, 8 de abril de 2023

Sin indicaciones (1)



+ Empieza la semana y el espectro de los temas se ensancha. Vamos desde la maternidad subrogada, los vientes de alquiler, a los problemas de la vivienda, pasamos por las protestas en Francia y se llega al malestar generalizado. La impresión es que, ya lo he dicho en otras ocasiones, caminamos hacia el conflicto. La tensión crece y es, principalmente, en los precios donde se refleja la tendencia. Qué combustible potente para los enemigos de la democracia es la inflación. Así empieza la semana, yo lo veo y otros lo ven, lo que yo veo otros también lo ven. Hace un buen día y mi ánimo es positivo, no me rindo. 


+ No me rindo. Un rasgo del carácter. Sumado a una suerte de nobleza de espíritu que se traduce en cierta magnanimidad. Soy yo, lo sé: sé quién soy. Qué importante saber quién es uno.


+ El canibalismo como ejemplo extremo de las posibilidades de la libertad de mercado. Te puedo vender, libremente, un brazo para que tú lo comas porque te apetece. Solo por probar. El ejemplo es de Darío Adanti, en Infolibre. Bien. Sigue el tema de la gestación subrogada, que, en varias ocasiones, se puntualiza que se trata de un vientre de alquiler o de la compra de bebés. Plegarse a las posibilidades del mercado no es un asunto individual, así se abre el debate. ¿Se puede debatir todo?


+ Mañana del martes en el Sur de la Provincia, cerca del Miño, cerca de Portugal, pero sin cruzar el río, sin traspasar la frontera. Hay en las inmediaciones un centro comercial. También estuve un rato dentro y pude observar como el animal del consumo se despertaba. Desde las cristaleras se ve el paisaje: Tui, Valença, el río. No había música, el sonido casi se limitaba a las máquinas que limpian y abrillantan los suelos. Reconocí el olor. Un olor especial que percibí, también en hora muy temprana, en otros centros comerciales. Podría haber pensado que se trataba de una señal, aunque lo deseché inmediatamente. Son las casualidades las que nos engañan y tratamos de ver en ellas un mensaje, un mensaje que no es tal, carece de existencia. Ay, los centros comerciales en su aliento de no-lugar. La anomia, la ruptura de la identidad, ese posible intercambio que nos traslada a cualquier sitio, incluso al que nunca hemos estado. Estuve solo durante un buen rato, hablé con un vigilante de seguridad, tomé un café, subí las escaleras, me asomé, como ya dije, a los ventanales, escrute el desarrollo de un macro nudo viario en construcción, las nubes, el sol, el reflejo del sol en las aspas de los aerogeneradores. Saqué veinte euros del cajero. El tiempo se desliza y el mes de abril envejece, ya es día cuatro, pronto pasará la Semana Santa y enfilaremos el camino hacia el verano. Lo transparente puede llegar a ser demasiado doloroso. Era uno de esos momentos.


+ ¿La toxicidad solo es veneno o, como los venenos, admite otra faceta, la del remedio? No. La toxicidad solo remite al daño, al trastorno, a la muerte [física o psíquica]. La toxicidad tiene algo de construido o fabricado, que nos invita a pensar en el laboratorio y en los productos de síntesis. Hay productos tóxicos y esta denominación se extiende a las personas. ¿Hablamos del mal? Hablamos del dolor, que resulta más manejable y mucho menos abstracto. Reflexiono sobre la palabra porque me veo obligado a ello por mi propia salud. La etimología latina nos remite a la etimología griega y el significado que aparece en DRAE es el de ‘veneno’. El veneno con el que se emponzoñaban las flechas y que deriva del término tóxon, que viene a ser arco. Ahí hay un punto de penetración en otra realidad, un mundo poético donde es posible describir el dolor sufrido, el malestar, el duro paso de los días donde el asco y desprecio todo lo recubrió. Ahora resulta fácil describirlo, en su momento: no. Una niebla que perturba la visión, un sonido sordo, los golpes y los silencios. Ha pasado tiempo y algo permanece, un zumbido que se va apagando. 


+ Comienza la Semana Santa. Gente de vacaciones, el turismo y sus extensiones. Hay algo que me resulta familiar y que distingo sin esfuerzo. Se trata de esa felicidad de las familias y de los novios jóvenes, tan jóvenes. Un algo plástico, una celeridad propia de nuestro tiempo pero con raíces en el pasado. Seguir esa pista es explicar un acento nihilista que habita en la sociedad. La Semana Santa es vacación, como el Camino de Santiago es senderismo o ruta turística, la espiritualidad está ahí, pero es un rasgo más dentro del conjunto y, aunque característico, no es el más importante. Sin embargo, hay algo que regresa del pasado como amenaza. Debido, en gran medida, al olvido, está presente: repeticiones cíclicas, momentos históricos que regresan a pesar de una atmósfera de indiferencia y cómoda fluidez. La espiritualidad esconde peligros insospechados. Los espíritus rondan a los vivos, a pesar de sepamos que no tienen existencia.


+ [Releo el párrafo anterior y lo veo deslavazado: así es, pero la idea la traduciría en el inestable equilibrio entre creencia y escepticismo, donde parece que la primera recobra una fuerza perdida].


+ Tener creencias, vivir en la nada, falta de confianza, temor, lejanía, lo tóxico y el remedio. La otra cara de la moneda, la moneda falsa. Una corona de sonetos y un papel en blanco. La crisis de los cuarenta se extiende hasta, al menos, los setenta; luego, la muerte. La boca cerrada, el bolsillo vacío, palabras vacuas. Cuentas, ajustes de cuentas, un balance. 


+ Tengo una suscripción a un cuenta en Twitter del Auschwitz Memorial. Tengo el convencimiento de que importante tener presente a los asesinados en los campos de concentración, alguna vez lo dije: cuando fuimos C. y yo al campo de concentración de Sachsenhausen, en la inmediaciones de Berlín, algo cambió, nada volvió a ser lo mismo. A ello debo sumar que fui con K. a una amplia exposición sobre Auschwitz en Madrid. Son dos momentos importantes que me han hecho reflexionar sobre la maldad, pero, también, sobre el olvido. La memoria se cuartea y su fuerza se debilita. Hoy son asuntos, tal vez, lejanos. Sin embargo, esa maldad pertenece a la esencia del ser humano, ahí está dormida, a la espera de que alguien la despierte. He visto vanalizaciones del Holocausto que me han entristecido y preocupado, a renglón seguido hago una búsqueda de imágenes en línea con el tema del Holocausto y el resultado obtenido me devuelve esa tristeza. A veces pienso que todo se olvidará y regresarán de ese mundo al que fueron arrojados los demonios que protagonizaron el horror, con el permiso de la mayoría de la sociedad. El horror solo es posible así: mientras, en el mejor de los casos, la buena gente aparta su rostro y guarda silencio, otras veces participa activamente. Vuelvo a ver el Twitter del Auschwitz Memorial.


+ Algo que no me gusta, que detesto: las fotos coloreadas.


+ Imagen: un esquema, el cielo.

sábado, 1 de abril de 2023

Vanitas

+ La pasada moción de censura es un certificado más del cambio de era: la irrupción de una otra política donde lo institucional es un trampolín más, que permite escenificaciones y declaraciones que socavan la institución misma. No deja de ser una traducción del espectáculo televisivo al parlamento, donde el giro de guión pesa más que el fondo y la esencia del discurso, su naturaleza o su destino. No hay mensaje porque el mensaje es la aceleración y el efecto hacia un objetivo que todavía está por definir y donde no caben simplificaciones. Con todo, el personaje que desarrolló el candidato resume una idea que siempre flota en mi manera de ver y entender el mundo, de opinar sobre comportamientos y personas: el carácter es el destino. Ahí es desde donde yo puedo entender al candidato, quizá cuando era comunista también estaba imbuido en el mismo afán, donde el color no importa sino la dimensión del pedestal.


+ Regreso del trabajo y veo a un adolescente agarrado a su madre en la entrada del instituto de enseñanza media. Ambos lloran. Me detengo un momento y observo, no me parece conveniente y, antes de marcharme, veo como el padre estalla y comienza a gritar. Camino y oigo gritar al chico, me vuelo y veo como tira su mochila y el chaquetón contra el suelo. No sé nada, todo lo desconozco, pero me apena. Hay dolor y no es un poema en una sosegada tarde de otoño que me transmite esa verdad cierta del vida: su finitud, esa triste realidad. Es dolor y es triste. No sé, la intuiciones abren caminos y lo inesperado resulta esclarecedor, una chispa que incita al incendio. Lo pienso, continuo mi camino, trato de no pensar, la música es un bálsamo que no termina de funcionar. Lunes. La semana comienza con un escena desagradable, triste, misteriosa. La adolescencia es dolor. ¿Malas notas, acoso escolar, una expulsión inmotivada o motivada? Quién sabe, yo nunca lo sabré y queda ese hilo, ese mal sabor, poco más. Traté de no recordar mi adolescencia, solo eso pude hacer: nada más.


+ Más señales de dolor y malestar. El dinero como fuente de sufrimiento.


+ Se abren debates bioéticos. Se trata de la compra de un bebé que se disfraza amablemente mediante un eufemismo. Gestación subrogada. El eufemismo siempre esconde el intento de enmarañar la realidad, un acento de verdad atenuada mediante el disfraz de un tecnicismo en el que se embosca la desagradable realidad de las cosas. Es algo que se materializa con la ayuda de diversas artimañas. Cualquier explicación debe partir de la propia revista del corazón que se hace eco de la gestación subrogada de la famosa. Perdió a su hijo, tiene sesenta y ocho años y mucho dinero. El espectáculo comienza.  Pudiendo guardarse para sí y para los suyos esta extraña maternidad la exposición es uno de los objetivos, no sé si el principal, pero sí con su importancia. ¿Vanidad?


+ Dos párrafos sobre la paternidad y la maternidad. No era mi intención porque parto desde el punto en que nada tiene sentido, tampoco ni la paternidad ni la maternidad, pero una vez establecidos el contexto requiere una explicación. La sensación es extraña, estoy imbuido en el cruce entre la costumbre y lo conveniente, un malestar que se reproduce cada vez que me preguntan si tengo hijos. La respuesta es no y no hay razones tras ello, salvo particulares concepciones nihilistas de la vida: la vida carece de sentido. Por la mañana, camino del trabajo, escucho algunos podcasts en línea sobre Houellebecq. Quizá ese sea el tono de este momento. Transhumanismo o posthumanismo, cualquiera de las etiquetas me sirve. El nihilismo consustancial al momento histórico, como si todo el romanticismo y. La postmodernidad se hubiesen derrumbado repentinamente. Pero no es algo espontáneo. No hay certezas, pero sí incertidumbre. La incertidumbre hace que resulte extraño que una mujer de su edad busque un bebé para calmar su dolor, mientras lo airea en la revista del corazón más importante del país. ¿Un relato? ¿Ese relato continuo de los famosos, como una opereta o un folletín sin principio ni final? Ahí se insertan esta última nota. Los debates morales que suscita y la facilidad para enjuiciar lo ajeno y no ser justo con lo propio. Es el inicio del siglo xxi, que no resultará comprensible antes de cien años. Y esa comprensión será otro relato, se dijo y continuó con su tarea, sin ganas. Todo lo moral lo dejo a un lado, ese hastío.


+ Imagen: fragmento (-s)