sábado, 10 de diciembre de 2022

Circunstancia (2)


+ Comienzo una nueva libreta de dibujos. Es la tercera. Cada vez que abro una de las anteriores puedo volver al momento en que hice el apunte porque en los trazos se atesora un algo que, aunque no tiene una concreción clara, me comunica una cierta esencia del momento. Es inefable y por lo tanto pertenece a la mística, lo sé.  Pero no se trata de extrañas conexiones, sino de un puente entre el pasado y el presente que solo a mí me atañe. Los dibujos no son otra cosa que planos de una ciudad interior. ¿Son útiles? Sí, en la medida que reflejan un yo que se disuelve en otro yo, que también desaparece.


+ Releo lo que he escrito en el párrafo anterior y no puedo dejar de sentir cierta banalidad en lo expresado. ¿El compromiso me cerca? Pienso en ello y no sé muy bien a qué atenerme. Es una extraña lucha que se libra entre las cosas en las que creo y todo aquello de lo que desconfío. No sé, ese papel de observador que me he atribuido no resulta claro y tiene muchas zonas de sombra, pero, también, a ratos, soy un misántropo. Más tarde, ni una cosa ni la otra. “Aversión al trato con otras personas” es la definición que ofrece la RAE de misántropo, y algo de ello hay y es esto algo que me paraliza. El observador se embosca y mira, evalúa y retiene un análisis. Todo es o parece estéril. Han sido años de encerrarse y no dejar penetrar la luz, pero también de reflexionar y marcar puntos en el mapa de lo diario. La muerte es la medida que marca distancias y en esa medida he visto que tantos afanes no conducen a ningún lugar, salvo una estancia en la que domina el vacío. Releo lo escrito, hoy y ayer, lo releo y no llego a ningún lugar. Esa es la clave del observador, sin triunfo, sin derrota. En silencio.


+ Cuando hace poco hablé del atuendo no intentaba escapar de lo frívolo, pero tampoco quería abrazar la tontería de la revista de moda o del programa de televisión: insustancial y transparente. Se trataba, cómo no, de identidad y ahí era a donde el entendimiento quisiera llegar. Me contento con dejar constancia y la identidad es el centro de las biografías. La biografía se articula sobre un principio rector, en la senda de Marco Aurelio. Una verdad que no se desplaza, que es, al tiempo, zócalo y teja, que impidió la entrada y no permitió la intrusión de la lluvia. Demasiado farragoso. La identidad es la tarea, desvelarla, evaluarla y asumirla.


+ A vueltas sobre la identidad al tiempo que crecen las lecturas sobre el liberalismo y la ultraderecha. Creo que es uno de los rasgos de este momento. La unión entre la indefinible libertad [la libertad del matonismo, tal vez, alegre con la ausencia de cortafuegos y rompeolas] y la insidiosa violencia en lo verbal, que luego cristalizará en lo físico. Desde aquí observo y me digo si hay que tomar partido o descansar en la cómoda observación. Pero ¿por dónde comenzar? 


+ La edad no es una circunstancia.


+ Adopto, he adoptado, posiciones extrañas porque me han parecido novedosas o, quizá, originales. De una manera totalmente irreflexiva e impulsiva me he deslizado por pendientes de snobismo y circunstancia. Examino cuestiones sobre la actualidad y trato de ser cauto, trato de no ceder a esta tendencia, pero soy consciente de que hay algo que me conforma que me inclina hacia ello y me define sin remisión. No lo rechazo y trato de establecer su razón con la intención de acertar.


+ He descubierto en el feminismo una articulación de lo real con capacidad para desarmar el tinglado ultraderechista; sin embargo, no sé si esta capacidad responde a algo con fundamento o se trata solo de mi deseo. ¿Cómo solucionarlo? Solo el tiempo aclarará mis posiciones y esto tiene relación con las predicciones, los vaticinios y otras aventuras. Por ahora confío en su fuerza y su potencial; al tiempo, sé que adivinar es apostar por la equivocación.


+ Cristales y espejismos, me digo. En lugar del diamante se atesoran cristales de colores, el espejismo ocupa su espacio e intoxica la percepción.


+ Imagen: La carretera como imagen/emblema vital. Llovía y la conducción, sin embargo, era fluida.