sábado, 19 de noviembre de 2022

La incógnita sentimental




+ Durante largos años he pensado en Nueva York como un destino novelesco, poético y artístico. Es algo que gira en torno a mi idea de literatura; bien el proyecto vital, bien el prisma para tratar de entender y establecer la realidad, una posible realidad. Y creo no haberme equivocado en la elección, porque es eso y no otra cosa lo que ha dado sentido a tantas cosas como otras ha tamizado hasta llegar al momento actual, tan variable como lo fueron los anteriores. Ese es el camino. Un punto romántico en un sentido laxo del término, que se desvanece, que se materializa. Hoy las cosas se han cargado de otros matices hasta el punto que lo nuclear ha variado. Ahora tengo el convencimiento que la palabra en sí, destino, va unida a otro término: turístico. Es aquí donde está el quid de la cuestión: el destino turístico y su implicación. Un paso más allá me lleva a pensar en cómo lo turístico termina por constituirse en parque temático. Y es aquí a dónde yo quería llegar. He leído, en los últimos días, poemas sobre Nueva York de poetas destacados que han encontrado abrigo en la crítica académica y, al tiempo, no puedo sentir menos que esos poemas se inscriben en esta suerte de parque temático, en esa ficción o simulación de la realidad. Nueva York responde a esa incógnita sentimental en la que se refleja un ansia por la excelencia, mientras hace aparición esa fascinación que ha alimentado el cine y la televisión, los tan actuales seriales.


+ Ay, ¿quién fundó Nueva York?


+ No es mi intención menospreciar el turismo, porque ahí yo también me veo y me agrada. Y, bien está, prefiero ser turista, hacerme con esa identidad, tan variable, lo prefiero al imposible anhelo del viaje. El viaje precisa algo de trabajo, de ocupación, de misión que se aleja del entretenimiento y la vacación. El viaje implica obligaciones, el turismo tiene el aspecto contrario: derechos. Me desdoblo y me remito a mi pasado, sin convencimiento.


+ [Simulación de la realidad]: en primer lugar se debería saber a ciencia cierta qué es realidad y luego establecer simulacro. Queda pendiente la tarea


+ Yo trazo la incógnita y me aparto de ella. Se trata de que he tenido que cambiar mi ordenador, el anterior falleció y le ha sucedido un joven hermano. La lustrosa apariencia de lo nuevo me hace pensar en el tiempo, cómo no. Lo observo y me digo, qué hermosa es tu juventud mientras tu hermano yace enterrado con el anterior portátil. Así, como marcas en un reloj, descansan en armoniosa unión. Yo, sentimentalmente, me dejo mecer por ese aliento sentimental.


+ ¿Una entrada corta? En el párrafo anterior la razón queda explicada. Al menos he llegado a la cita, que poca cosa no es.


+ Imagen: tres imágenes que se solapan: Oporto/Porto. Una única idea, la persistencia del recuerdo y la imposibilidad del regreso al pasado. La incógnita sentimental, también. Como en los sueños, no hay un programa previo.