sábado, 27 de noviembre de 2021

Paréntesis (6)

MOvimiento

+ Me gusta mucho aquella cita que extraje de una canción de Radio Futura: “a un amigo, desconocido aún”. Todavía me gusta y la enlazo con aquella otra suerte de sentencia incrustada en una pieza, autoría, también, de Auserón: “soy fuerza e indecisión”. Gobernaron ambas frases un momento, un lejano momento de vida. Ahora no son rescoldos ni arqueología, sino vida en sí misma. Soy un amigo desconocido, soy fuerza e indecisión. La brújula que preside mi escritorio no es de bronce sino de viento y divinidad, la que yo coloco en la peana.

+ Los afanes. Son tres personas que las une el interés por un terreno urbanizable. El constructor, el promotor y el abogado de este último. Los tres se debaten entre expectativas y razones, entre la posibilidad y los deseos, entre el horizonte y el presente. ¿Es solo dinero o también se trata de una suerte de juego, de apuesta por la capacidad de concitar elementos que lleguen a buen puerto, ganar, ganar la partida?

+ Los sueños se prestan con facilidad a la interpretación, aunque esta tienda hacia el error. Sin embargo, me prefiero tomar esta íntima narración como un indicio de la situación que en la vigilia se agazapa, se esconde tras las cotidianas afección y emboscaduras. Sé que todo ello está muy estudiado, criticado y valorado, pero me gusta dejar constancia de como la narración de un sueño describe nuestros temores diarios y como no deja de ser este un proceso de secreción de materia tóxica, de elementos que sobran. La salud, tal vez, ese reflejo de los hábitos, la lotería genética y la casualidad.

+ Duermen, todavía duermen unas mis lecturas. Lecturas que tengo pendientes y no me permito volver a ellas. Es ese examen, esa prueba que se aproxima. La lectura en ausencia es otra lectura, un presentimiento y una certeza, indicios que han de cuajar en algo inesperado. Escribo aquí y no hay obligación más exigente que la que uno se ha impuesto. Falta poco, me digo y veo como duermen en sus baldas aquellos poetas, sus poemas, los tomos, las antologías. Se vislumbra un horizonte de posibilidades.

+ Iremos a Noia.

+ Considero que los títulos “paréntesis” responden a una suspensión de toda actividad libresca (o casi). Mientras no realice el examen así titularé. Qué formas y maneras de contar, se multiplican y dividen según necesidad.

+ Imagen: el movimiento de la cámara actualiza es estado de ánimo, la clave está en la selección.

sábado, 20 de noviembre de 2021

400

malasaña

 + Es esta entrada la número 400. Desde el año 2014 publico cada semana una entrada y así se llega a la número 400. Casi ocho años. Una vida, un suspiro. Un número solo es un número y no quiero darle más importancia que dar cuenta de ello. Constato la marcha del blog, su presencia y ese reflejo de la voluntad y la determinación, sin mayor recompensa que la publicación. Nada a cambio.

+ En ocasiones me pregunto si he aprendido a ser agradecido., Me pregunto, incluso, si soy una persona agradecia. El agradecimiento es el cimiento de la persona, uno de los cimientos que aprecio en una persona, y su reverso o contrario me lleva hacia la sospecha. Reconocer que te estiman, se preocupan por ti o te hacen la vida fácil no siempre es fácil de ver, porque el egoísmo y el egotismo crecen sin necesidad de cuidado. Hacerse esta pregunta es establecer un buen rumbo. Hoy me pregunto por ello y concluyo que estoy en la buena senda.

+ ¿Son propósitos o necesidades? Cada semana me asomo al ordenador para dejar constancia de que estoy aquí.

+ Llevar un diario, pues esta plataforma no es otra cosa, es trazar un personaje o, al menos, perfilarlo. ¿Soy yo el que escribe o es una impostura actoral? ¿Me ayuda a conocerme o se proyecta una sombra que me suplanta? En cualquier caso, aquí estoy y aquí permanezco.

+ Lecturas que certifican una cierta idea de determinismo, que diluye la idea de mérito académico, incluso del esfuerzo, porque no deja de ser otra cualidad o don. No deja esta certeza de relacionarse con mi biografía, mis éxitos y fracasos. Es un camino peligroso, sin embargo no puedo soslayar esa atenuación de la culpa; pues, si mérito no hay, culpa tampoco. Es un camino peligroso, sin duda.

+ ¿Nacimiento o educación, herencia o ambiente?

+ El número cuatrocientos es un número como cualquier otro. La diferencia la establece el talismán de la redondez. Lo redondo se impone a lo afilado o anguloso. Pero somos formas redondeadas y ángulos afilados.

+ El color de otoño me seduce y me atemoriza. Recorro con el coche del trabajo las carreteras y se dibujan los perfiles de los árboles que conforman los bosques, sobre ellos, hacia las seis de la tarde, el día comienza a declinar, se transforma este límpido cielo azul de noviembre en una casada de rojos sanguíneos, líquidos e intensos. No hago fotografías porque el espectáculo no las admite, ya que degradarían su profunda verdad. Sin cuestionar mi persona, me diluyo en el tiempo detenido. Un instante no es la eternidad, pero mediante ciertos resortes se puede prolongar su magia. Todo ello es cierto, sin embargo, la capacidad metafórica del otoño me asusta y me entristece. Busco el equilibrio y creo encontrarlo, caído en el sueño y duermo profundamente. Es martes, ya.

+ Llega el final de día y doy por terminada esta entrada número 400. Ahí queda, para el viento, para el olvido.

+ Imagen: en Madrid, en Malasaña, unas imágenes que contienen esa tendencia a la desaparición, a esa lucha contra una tristeza larvada. Seguiremos tras el número 400.

sábado, 13 de noviembre de 2021

Paréntesis (5)

Roto

+ Recorro las etapas de un paseo por Madrid mediante las fotos que hice en su momento. Reconstruyo el trayecto y no recuerdo las conversaciones con K., salvo algún detalle frente a un cuadro que volvíamos a ver después de muchos años. ¿Había cambiado el cuadro? Los cuadros nunca cambian, son las miradas las que modifican su significado. Esperaba mucho de todas aquellas imágenes y se convirtieron en balizas de un paseo, nada más. ¿Nada más? Su función inesperada vale más que aquellas esperanzas.

+ En mi oído izquierdo resuena algo parecido a la respiración ahogada de un animal herido. No sé de que se trata. La noche pasada me despertó y pensé que era un demonio. Si inclino la cabeza en el sentido contrario, desaparece. Ese sonido forma parte de mí y desconozco su naturaleza. ¿Solo desconozco el significado de este aullido apagado, sordo, inconstante?

+ Tres días de viaje o de turismo. Lugo y Ourense. Otra forma de regresar a la infancia, aquellas máquinas de tren, aquellos vagones, aquellas estaciones. Como si todo se hubiese detenido. La bruma y la carretera. La ciudad de Lugo que casi no recordaba. Monforte de Lemos, la presencia barruntada de Góngora. La mano de C. y su conversación, los alientos de la felicidad. Vimos prados hermosamente verdes, cielos grises, la transparencia de las última horas de la tarde, el color de los castaños y de los robles, escuchamos música y comentamos vidas y haciendas, sin pararnos demasiado. El ámbar de la cerveza sin alcohol, el sabor intenso de la carne de buey, pasteles y helados, la capa brillante de azúcar quemado. Los días pasan, pero queda algo, algo que se resiste a doblegarse.

+ Libros que duermen en los estantes, a la espera que el paréntesis termine. Terminará y nada será igual, pero sí muy similar a lo anterior.

+ Imagen: el desorden y la irrelevancia fotográfica, exposición de un tiempo y un espacio que no se han de mencionar.

sábado, 6 de noviembre de 2021

Paréntesis (4)

7630

+ Continuo en el ámbito, en la esfera de León Felipe y en este tránsito recuerdo cuando compré el libro. Este recuerdo me lleva a establecer una distancia entre el que fui y el que soy, lo que se ha diluido y lo que permanece. Medir esa distancia es una manera de establecer el lector que soy [hoy, no mañana]. Recuerdo que comencé la lectura y no me gustó, dejé el libro a un lado y un día alguien me habló de la musicalidad de los versos, volví a ello y no conseguí entender porque, precisamente, pretendía entender algo que solo había que interpretar [casi de una manera musical]. En estos días del otoño de 2021, en la cola de la pandemia (?), ha llegado ese momento. Leo y recito internamente, con una voz que se sabe deudora del que compró el libro, el que lo apartó, pero, también, el que no se conformó con su incapacidad. Hoy recuerdo con cariño al adolescente que fui. Qué buenas son las reconciliaciones.

+ Llega ese momento del cambio de hora. Acabo de retrasar el reloj del estudio y ahora puedo ver como las agujas avanzan hacia las ocho de la mañana. Llueve, débilmente llueve, pero el tic-tac se impone sobre todos los sonidos. He visto a la gata y la he acariciado, me ha mordido con cuidado, un mordisquito de buenos días, me digo a sabiendas de que no es así. Tengo libros ante mí, libro que dudo que vuelva a ellos y esto establece un puente entre las horas, la gata y este silencio apenas quebrado. El tiempo y sus estragos. Llueve y continuar sería escribir un poema, algo que no haré.

+ Leo, un poco al azar, las entradas que he escrito en el pasado y no me reconozco. Veo una serie de carencias que me recuerdan un poco a ese momento en que oímos nuestra voz grabada, nuestra propia voz: qué desagradable. La reconocemos, pero con matices absurdos y sin brillo, carente de toda prestancia o valor. ¿Soy yo? ¿Soy yo ante el espejo? Y, sí, eres tú, ante ese espejo que devuelve un fragmento de lo que fuiste y de lo que ahora te hace ser el que eres. No me dejo impresionar, lo olvido y escribo este párrafo. Soy yo.

+ ¿Siempre se regresa al yo?

+ Regreso a Marco Aurelio.

+ Imagen: 7630