sábado, 5 de octubre de 2019

La lengua de los caballos, la lengua de los pájaros


fun-fairs-BHW


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+ [Sobre amigos y conocidos]. La galería de retratos que se dispone en esa galería que resulta ser la calle me interesa, me interesa mucho. Las posibilidades de indagación que ofrecen todos estos rostros que se nos presentan a diario me inspiran, me dirigen hacia una suerte taxonomía y, como consecuencia, la constitución de un jerárquico orden, que otorga ciertas explicaciones e incide sobre las consecuencias del paso del tiempo, físicas y sociales. Amigos, conocidos y reconocibles, aquellos otros que forman una niebla indistinguible. Ese palpitar de la ciudad arroja una novela no escrita. Los vemos crecer, reproducirse, asistimos a sus entierros y creemos ser sólo observadores de la circunstancia. ¿Estamos equivocados? A veces dudo y me repliego, pero al momento la posibilidad pictórica me vence y recuerdo otros tiempo, ni más felices ni más triste, sino diferentes. Los amigos se desvanecen con el paso del tiempo y pasan a ser unos desconocidos, el tiempo ha trabajado sobre ellos, ha erosionado su rostro y sus ilusiones, ilusiones compartidas. En un apunte de la crónica loca, un periodista, acertadamente, decía que llega un momento en que la vida te muestra su camino a base de perder saludos, algo que, al menos a él, a mí también, le parecía muy provinciano. Sigo en esa reflexión sobre la provincia y, al tiempo, continúo estudiando los rostros de los que ya no me saludan y me pregunto: ¿que les habré hecho?; y me respondo: nada, es su naturaleza, debes aceptarla y continuar con tu camino.

+ El domingo, contra lo esperado, es luminoso. Me alegro por los gatos, ellos que tanto odian la lluvia. M. podrá jugar, desplazarse por el suculento césped, quizá cazar algún ratoncito con el que jugar durante un rato, hasta que el roedor termine por escaparse. El domingo no está mal, sobre todo para los gatos.

+ La política dice en una entrevista que está escribiendo un libro infantil sobre la democracia. Cuántos ornamentos fútiles, sin estilo, estrechos y baratos. Ha envejecido, la pérdida de un cierto brillo y sólo queda eso tan propio de los políticos: la estrategia, pero tampoco hay que extrañarse. Bueno, sin exagerar, algo más queda, pero está por descubrir, e intención no hay. Se acerca a los cincuenta, quizá los haya sobrepasado, ha tenido hijos, se ha divorciado, la veo pasear con su novio reciente y son muy del momento. Conocidos que se recortan contra el paisaje urbano, una elevación sobre la planicie de los días. Yo la he votado y volveré a hacerlo: mi posición política es el desencanto y la responsabilidad con lo que se piensa. Me analizo y veo que soy muy dado a observa las reglas, desde el color rojo de los semáforos al respetar los compromisos adquiridos la palabra dada. Siempre me ha parecido buena persona y lo mantengo, la política escribe un libro infantil o no. Son esos adornos que precisa la entrevista dominical en el periódico.

+ Veo los libros en la estantería, observo con detenimiento la estantería. Los marca páginas, los rotuladores, los post-it, el archivador de fichas (que nunca he usado), libretas y artículos encuadernados en espiral. En la parte baja, atesoro bolsas de papel, cables y cuerdas. ¿Cuerdas? Padezco un síndrome, me digo y leo los lomos de los libros, pienso en otro orden que el dado. Ese orden es un reflejo de mi persona. Mientras, en Europe1, se desgranan las noticias, el parte metereológico, la publicidad. Se acercan las siete de la mañana y escribir es otra observación de la norma, del compromiso adquirido voluntariamente. Cada semana una entrada en este blog, la estantería es una constatación. Mis faltas y mis aciertos son mi fortuna, pero en el secreto aislamiento de mi estudio, donde leo e investigo, investigo con la determinación que me ha sido dada.

+ La lengua de los caballos y la lengua de los pájaros. Esta es una distinción medieval donde se diferencia un sentido que se adquiere por el significado y un sentido que se adquiere por el sonido de las palabras. Pensaré en ello, a lo largo del día. Puede parecer que no son útiles estas taxonomías, que han sido ampliamente superadas, pero hay un poso que se mantiene, un aluvión de sedimentos que puede contribuir a ver el mundo de una manera determinada, esa manera nos ayuda a ver el nuestro desde prisma distintos, sorprendentes. ¿Caballos o pájaros?

+ Días sin visitar la ficción, paréntesis que coincide con la obligada escritura en la que estoy inmerso. ¿Incompatibles? Es la exigencia y la sensación de responsabilidad sobre el texto, sobre su res, sobre su verba, sobre el equilibro necesario.

+ Conferencias en línea sobre el estructuralismo y post-estructuralismo. La teoría francesa. Me asomo a mis libros y allí están. ¿Por una razón explicativa o por una necesidad de identidad, aunque ésta sea tan íntima como poco comunicable? Me sirve, cualquiera de las dos posibilidades. Vuelvo a Foucault, vuelo y me siempre cercano a una manera de ver y entender la historia. He indagado en ello durante años. No veo otra posibilidad, seguir leyendo es ahí donde se articula la posibilidad de mapear el presente, el cambiante presente, su inestable naturaleza. Los amigos y los conocidos sólo son índices, índices de mi estado de ánimo. Me encierro en el estudio y leo, tomo notas y escribo. No acaba de cuajar, pero en ese abandono está la receta para avanzar. Trato de centrarme, lo pienso y creo que lo consigo. La teoría francesa y yo, titulé la tarde y no le di importancia. Reflejos: la historia se repite dos veces, primero como tragedia, después como comedia, ¿fue Napoleón quién pronunció la frase? No importa, sólo es una frase. Me sumerjo otra vez en la lectura. Es sábado y la hora es propicia.

+ «Hemos disfrutado más de nuestros síntomas que peleado con ellos», una cita que no alcanzo a situar, una cita que capturo en una de la charlas en línea de Fernando Castro Flórez. Me interesa, la copio, la difundo. Escrutar la función de los síntomas, lo que los dolores nos quieren comunicar y nos resistimos a oír, es ese núcleo rector que actúa como principio, ahí donde el sufrimiento tiene una causa. Pelear con los síntomas es una equivocación, se debe ir un poco más allá y alcanzar la causa que los establece. Ahí es donde está el principio y la posibilidad, su final, tal vez.

+ A [Es domingo, mañana partimos para Normandía. Aún debo revisar un correo, terminar esta entrada (que quedará programada para el sábado 5 de octubre) y darle unos toques a la redacción del artículo en el que trabajo desde hace meses. Hay, también otra tarea pendiente, repasar las rutas en coche que deberemos acometer C. y yo en los próximos días. En ello estoy, en ello descanso; que quede constancia]. B [Una vez en Normandía, lo sé, recordaré a E. y su gusto por la lectura, su buen gusto que se refleja en sus maneras, en su forma de hablar, en su bondad, de esta manera E. viaja con nosotros]. C [Las fotos que dispararé en los próximos días: un fragmento, una idea, un esbozo].

+ Imagen: tres imágenes que se solapan: un día que emprendí sin demasiado convencimiento un paseo por la ciudad: llovía, la tormenta palpitaba sobre mi cabeza, mi dolor de cabeza, las fotos como comunicación con un otro que fui, ahora soy yo el que dispara y el que constata que llueve, que el gris domina, que el gris no es un color que se deba obviar. Disparo, constato, lo traspaso a este espacio. Domingo.